Hegel:
"Todo lo real es racional, y todo lo racional es real"
Clasificar
el mundo a través de las ideologías que conocemos supone una reducción del
potencial epistemológico con el cual podemos comprender la realidad.
En el mundo que viene no habrá lugar para los
charlatanes, demagogos e ideólogos. Un mundo lleno de estadísticas e
indicadores interconectados que permitirán medir casi cualquier cosa no
necesitará a nadie tratando de justificar ideológicamente lo que pretende
hacer; medir la eficiencia de cualquier gestión de gobierno o los efectos
positivos de alguna medicina en el organismo será algo cada vez más común, al
alcance de todos. Los rodeos retóricos formaron parte de otra época donde la
realidad no era medible. Esa distancia entre la realidad y nuestra
representación sobre ella, casi siempre distorsionada por profundos intereses
manipuladores, será cada vez más pequeña, más cercana y más transparente.
Para Marx y luego para Ricouer, toda
ideología supone dominación, y además supone una “función distorsionadora”.
Toda ideología es conservadora por principio, porque busca entender la realidad
desde su única perspectiva y la manipula para que ésta encaje en dichos
patrones y si no encaja, la desecha, la desentiende.
Clasificar el mundo a
través de las ideologías que conocemos supone una reducción del potencial
epistemológico con el cual podemos comprender la realidad. Con una realidad tan
contaminada de falsas interpretaciones, para conocer -decía Gastón Bachelard-
siempre hay que oponerse a algo. Basta de discusiones estériles que no llevan a
nada, de dogmas irracionales que suponen que unos tienen la razón y el resto
está equivocado. Salgamos de las cavernas, que a pesar de que lo deseado es la
solidaridad, la buena voluntad y la fraternidad, al mundo lo mueven los
intereses económicos y las relaciones de poder. Merecemos un mundo de adultos,
donde la responsabilidad no se delegue. Alcancemos el ideal epicureista de que
las ciencias acabarán con nuestros miedos irracionales.
El advenimiento de una sociedad post-heroica
supone la desacralización de muchas cosas, no sólo de nuestros héroes, sino
también de nuestras creencias y dogmas. Debemos abandonar el asilo nostálgico
donde reposan muchas de nuestra convicciones, es el reto de este nuevo siglo.
Carlos
Rondon Avila
rondoncarlos@gmail.com
@phronimos
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