Parafraseando a Hayek, la historia no se
repite, pero podemos hasta cierto punto aprender del pasado para evitar su
repetición. Digo esto porque acostumbrados, como estamos, a comparar la
actualidad con situaciones pretéritas, pareciese que sí necesitamos aprender de
ellas, pero no para quedarnos en el paralelismo irracional, sin guardar
distancia debida de los tiempos de cada realidad política, la idea no es
anunciar “Viene el Lobo”, no, la idea es tener comprensión del momento
histórico y poder decir para dónde vamos. De eso trata este artículo.
El autoritarismo en Venezuela, a mí
criterio, comenzó en el 2005 en el Foro
de Sao Paulo, cuando Chávez se le ocurre, la brillante o funesta idea de,
confrontar el capitalismo perverso con el socialismo, como la única forma para salvar al mundo. El
socialismo como modelo económico antecede al comunismo, que sí es un modelo
político, y va ligado a unos componentes de economía planificada que implica la
estatización de la economía, igualdad social y distribución equitativa de la
riqueza, un Estado sin Estado – que termina en un híper Estado, hipocresía
insoportable -. Esta receta se implementó en Rusia, China, Camboya… y fue
aplicada en parte por los regímenes fascistas y por los nazis. De tal suerte,
que sí existen unos rasgos identificatorios de los modelos, pero como dice el
gobierno: a la venezolana, porque en Venezuela la implementación responde a las
realidades sociopolíticas del país, entonces, tenemos una sociedad con rasgos
del caudillismo, individualista y cómoda, – utiliza los caminos verdes para el
logro de sus objetivos - con vocación democrática en sus conceptos de libertad
como libertinaje y voto para que los demás hagan y yo a lo mío, maltratada por
el bipartidismo, harta de la corrupción; que además entendió el planteamiento
del socialismo como solidaridad y ayuda a los demás. Por ello, el planteamiento
de Chávez llega al corazón de la sociedad venezolana. Un hombre con unas
extraordinarias dotes de comunicador logró que la gente creyera en él, en sus
buenas intenciones y en el amor por el país. Por eso la sociedad permite que se
comience a construir ese modelo de control social. Pero claro, no toda la
sociedad venezolana, parte importante se resistió y por ello el gobierno
aprieta y cierra, para consolidarse pese a la oposición.
Además, esa permisividad no es porque son
tontos, no, es porque hay otros componentes: el aparato del Estado con todos
los dólares de la nueva PDVSA socialista y el hiper presidencialismo que
constitucionalmente arrastramos. En paralelo el Estado Comunal, inundación de
propaganda pública, que impide a la gente pensar con libertad, adoctrinamiento,
el miedo y las dádivas. Con estas líneas de acción la revolución ha ido, con
mucha prisa consolidando un nuevo orden social, con sentido teleológico, nada
es por casualidad, porque el objetivo final es controlar a la sociedad para mantenerse
en el poder. El Estado impone el orden.
Abona la cultura de caudillo. Chávez pasó a ser el último caudillo, con
las características de tenemos por dentro, de ordeno y mando, no tengo aliados
sino incondicionales y estás conmigo o estás contra mí. La figura fuerte a la
que todos seguimos, la que nos sacará de esta condición de miseria y
desigualdad. Cultura tatuada en el
comportamiento del venezolano desde la colonia,
cuando los líderes: oligarcas y liberales, asaltaban el poder. El orden
social sometido a los designios del caudillo de turno: José Antonio Páez (creo
una oligarquía conservadora centralista), José Tadeo Monagas (implantó una
sucesión familiar en el ejercicio del poder), Antonio Guzmán Blanco (centralizó
el ejercicio del poder en él), Joaquín Crespo (provoca el continuismo),
Cipriano Castro (la constitución a la medida de un gobernante) y Juan Vicente
Gómez el gendarme necesario, pacifica al país a costa de sus las libertades
ciudadanas. Luego, de la lucha por la democracia son los partidos políticos los
que asumen ese comportamiento, con estructuras leninistas, cerradas, y ahora se
exacerba en los tiempos de Hugo Chávez.
Pero vamos al diagnóstico. El problema no es
la economía planificada centralizada, es el empresario que se acobija en ese
manto palaciego, usureros y chupadores del dinero público. El problema no es la
patria, ya habíamos comenzado hasta celebrar en Semana Santa con los Huevitos
de Pascua y a Halloween, como propios, todos queremos consolidar nuestra
cultura, costumbres e idiosincrasia. El problema no es el Estado Comunal, que
corrigiendo los paralelismo e inconstitucionalidades, es necesario, pero sin el
control del PSUV ¡ni de ningún otro partido político! El problema no es que el
gobierno imprima miedo, es que la gente se deje amedrentar y no es la
propaganda, que de hecho son ingentes recursos de todos los venezolanos, es que
la gente no quiera pensar. El problema no es la Sala Constitucional, por la que
tanto se había luchado, es que esa Sala responda a los intereses de la
revolución. El problema no es el voto automatizado, es el abuso del gobierno
que la gente no controla y además que no van a votar. El problema somos nosotros en un sálvese
quien pueda, jugando al vivo criollo, se ha ido consolidando un modelo a todas
luces autoritario.
La Rusia cerrada terminó con el Glásnot y la
Perestroika, el fascismo y el nazismo con el triunfo de los aliados después de
la Segunda Guerra Mundial y la China comunista cerrada con un hombre Deng
Xiaoping, con el lema “no importa de qué color sea el gato con tal de que case
ratón”. Ahora, nosotros los venezolanos, podemos utilizar las mismas recetas:
no deberíamos. Si el socialismo del siglo XXI es la venezolana la vacuna
también debe ser a la venezolana.
Ahora sí la propuesta. La situación es más complicada al hacer el análisis de la Venezuela de hoy, porque hay aspectos del modelo revolucionario, o como se llame, que son importantes rescatar y mejorar, por ello entrar en una fase de reconciliación nacional es indispensable. Pero eso no puede hacerse si no se conforma una comunidad política, vigilante diurna y nocturna, que empiece a reconocerse internamente, pensando en el colectivo y con objetivos comunes como sociedad. Sólo esa sociedad podrá combatir este autoritarismo y el que pretenda venir, porque ese autoritarismo lo llevamos por dentro propios y extraños.
Carlota
Salazar Calderón
Carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar
Venezuela
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