Leo una larga y enjundiosa entrevista con
Arturo Cifuentes, un experto chileno en finanzas con larga experiencia en
investigación y estudios de escenarios económicos en importantes organizaciones
internacionales y una pasantía de largos treinta años en los Estados Unidos,
único chileno invitado en dos ocasiones a declarar ante el Senado
norteamericano en asuntos de su competencia. Entrevistado por el Pulso, un
medio de la red dedicado a temas económicos, aclara: “yo me considero un
liberal en el sentido clásico del término, voté por Andrés Velasco (centro
izquierda independiente) y por tanto no soy una persona de derecha. Aclarado lo
anterior, yo creo que Chile se jodió por los próximos 10 años. Puede que algo
se arregle, pero lo que pasó con este gobierno es extraordinariamente grave”.
Aclarado el contexto, viene la explicación:
“Aquí llegó un Gobierno de gente muy mediocre en puestos claves y muy mal
preparada con cosas muy improvisadas y trató de hacer muchas reformas al mismo
tiempo y eran todas malas… Además, todas las reformas que este gobierno ha
impulsado, junto con ser malas conceptualmente, han estado mal implementadas,
lo que le agrega una dimensión extra al tema.”
Entendámonos: Cifuentes se refiere al segundo
gobierno de Michelle Bachelet, que debía expresar lo mejor de la Concertación,
con sus mejores hombres. Con una salvedad que eriza los pelos: este segundo
gobierno de la Bachelet es un gobierno de una Concertación devaluada cuyo
propósito ha sido enterrar el legado de la otra Concertación, con un cambio
trascendental de su eje político que desterró al centro político y a sus
mejores técnicos y profesionales a la cola del tren ejecutivo y puso en la
locomotora a los activistas de la extrema izquierda del espectro socialista y
al Partido Comunista, empujados al primer plano del activismo progre por los
aires del castrochavismo, decidido a rebobinar la historia en cuarenta años
para aterrizar en el pasado de la Unidad Popular. Echando por la borda “lo que
Chile logró desde la época de la dictadura militar hasta hace dos años” que,
“en términos de progreso, es extraordinario.” Mayor y más sistematico esfuerzo
de auto mutilación, imposible. Así la batuta la lleva una señora simpaticona
con cara de buena gente. No todo lo que reluce es oro.
Si Chile ha recibido en tan solo estos dos
años de errores cometidos por gente pretendidamente seria un atentado a la
línea de flotación de su extraordinario despegue y progreso económicos, que puso
al país en el umbral del Primer Mundo, podemos imaginarnos lo que representa la
devastación apocalíptica llevada a cabo sistemáticamente por Hugo Chávez y sus
militares corruptos al frente de la marginalidad intelectual y política del
país durante dieciséis años de desastres sistemáticos. En mano de la
chapucería, el aventurerismo, la voracidad y la supina ignorancia de los
comunistas venezolanos y el izquierdismo radical de sus hermanos menores. Si
Chile no se recuperaría en 10 años de un rasguño a sus grandes logros, ¿cuántos
demandaría volver a reflotar la devastada economía venezolana y qué medios,
instrumentos y fuerzas organizadas serán necesarias? ¿Existen? Responda con su
sincera opinión. Y preparase a calmar sus angustias depositando un voto el 6 de
diciembre. Que para más, no les da a los sedientes liderazgos.
Envidio a mis nietos, porque si se diera el
milagro de que surgiera en Venezuela un auténtico liderazgo: renovado, lúcido,
valiente y capaz; si aparecieran mágicamente por bambalinas unas fuerzas
armadas depuradas, honestas, decentes e incorruptibles; y si ese liderazgo y
esas fuerzas armadas pudieran unirse tras un proyecto histórico nacional y
patriótico capaz de ser llevado a la práctica cueste lo que cueste para
extirpar del país el mal de la marginalidad, la criminalidad, el clientelismo,
la corrupción, el populismo y el dolce far niente de millones de seres
acostumbrados a vivir echados al pie de la vaca petrolera, puede que algún día
para mi generación demasiado lejano, cuando una colonia multinacional habite en
Marte y la Luna esté en trámite de hacerse habitable, Venezuela vuelva a esos
tiempos de hace tres cuartos de siglo, cuando los notables, los militares
golpistas y los castrocomunistas del patio impidieran que Carlos Andrés Pérez
pusiera el país a valer.
Daría mi vida por estar profundamente
equivocado y creer que Venezuela no es esta inmundicia en que sus peores
habitantes la convirtieran. Esta fétida putrefacción de la que nos hablaba
desde el foro de la SIP el Nobel Mario Vargas Llosa. Sin excluir de la debacle
ni siquiera a Lula, al que hasta no hace mucho tiempo solía alabar por
representar los nuevos aires democráticos del subcontinente. Se equivocaba
profundamente. Nadie es perfecto.
Antonio
Sanchez Garcia
sanchezgarciacaracas@gmail.com
@Sangarccs
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