Las reuniones cara a cara entre Jefes de
Estado u otros dirigentes significativos (Papa, Dalai Lama, etc.) suelen ser
acontecimientos que influyen decisivamente en el devenir de los asuntos
públicos nacionales e internacionales.
Sin ir mas lejos en la semana que acaba
de terminar han habido reuniones verdaderamente significativas para el quehacer
mundial tal como la del presidente chino
Xi Jinping con el Presidente Obama , la del Papa Francisco con Raul
Castro y luego con el mismo Obama y – la guinda del pastel- la del inefable
Maduro con el camaleónico “mejor amigo”
Santos que –visto está- ni es mejor ni es amigo. A ello agréguese la que
para la fecha de publicación de estas líneas seguramente habrán sostenido ya los
Jefes de Estado de Venezuela y Guyana en los predios de Naciones Unidas en
Nueva York.
Concentrándonos en la reunión Maduro-Santos
acaecida el lunes en Quito podemos afirmar sin temor a estar errados que la
misma se produjo en medida determinante por la presión internacional ejercida
por otros presidentes en su condición de titulares “pro tempore” de instancias
internacionales. Difícil es suponer que unos señores que hasta el día anterior
habían intercambiado feas descalificaciones pudieran coincidir en una mesa de
diálogo de no haber sido por las gestiones de la dupla Correa/Vazquez , (CELAC
y UNASUR) cuyos buenos oficios permitieron a la dupla Maduro/Santos consentir
en sentarse juntos sin tener que pagar un
elevado costo político interno en momentos en que el primero enfrenta
una situación electoral complicada y el segundo juega su prestigio en las
negociaciones de paz que fueron eje de su reciente campaña electoral y triunfo.
Se dice –con razón- que los frutos de la
reunión no fueron satisfactorios por cuanto el objetivo mas visible y urgente
–la reapertura de la frontera- no fue
alcanzado. Hay que entender que
ni uno ni otro interlocutor podían tirar la toalla en ese punto central sin
pagar un elevado costo político interno. Tambien hay que entender que la
problemática de la frontera –especialmente Táchira/Norte de Santander- se
desenvuelve en un conjunto de irregularidades, vicios, mafias y demás pasivos
que trascienden el puro levantamiento de una barrera para restituir el tráfico
de personas y bienes. Las dificultades que allí se viven se originan
principalmente en la insostenible brecha cambiaria existente en Venezuela pero de allí
derivan los demás vicios e
irregularidades cuyos efectos –y necesidad de solucionarlos- es competencia de
ambos países. Naturalmente que los insultos y el comportamiento de guapetón de
barrio exhibido por Maduro –con igual grosería pero menos carisma que su
“papá”- no lucen como atributos de un estadista sino mas bien como improperios
entre choferes de autobuses circulando
por las atestadas calles de las grandes ciudades. Alguna experiencia tendría
suponemos….
En cuanto a los logros enunciados en el
comunicado leído al final de la reunión
por otro guapo de barrio latinoamericano –Correa- hemos de convenir que fueron
modestos y ,como veremos, algunos de ellos desvirtuados nomas finalizado el
encuentro.
Retorno de Embajadores. No es ninguna gran
cosota aun cuando tiene un valor simbólico. Venezuela y Estados Unidos llevan
cuatro años sin embajadores y eso no es óbice para que peleen y se contenten
cada vez que así les resulte.
El haber convenido en una investigación de
las violaciones de derechos humanos cometidas paralelamente al cierre de la
frontera lo tomamos como un éxito de Santos en tanto y en cuanto ello debe
hacerse en territorio venezolano, con participación de colombianos y otros
entes investigadores cuando es bien sabido que Caracas siempre utiliza la
excusa de la soberanía para sustraerse de sus obligaciones internacionales.
La “ regularización progresiva de la
frontera” sonaba como algo razonable y la progresividad uno se la imaginaba en
el marco de una o dos semanas. Cual sería la sorpresa de Santos -y de todos nosotros también- cuando al día siguiente su colega venezolano
en conferencia de prensa ofrecida en Caracas anuncia que el marco temporal de
esa progresividad él lo estima en seis meses y a ello agréguese que un día mas
tarde se amplía el cierre fronterizo al Estado Amazonas con lo que queda
totalmente sellado todo contacto entre dos países que están condenados a
compartir 2219 kilómetros de frontera por toda la eternidad. Así pues, por
ahora, la única forma para que la gente
se mueva es por la vía aérea que no es ni barata, ni sencilla ni eficiente para
el tipo de tráfico que se necesita. Es evidente que la posición venezolana en
Quito tuvo que ser negociada no sólo con Santos sino con los factores de poder
venezolanos cuya identidad y poder son de bajísima transparencia para el
público y hasta para quienes aspiramos o creemos estar algo mas informados.
Quien esto escribe, escéptico por naturaleza
y por experiencia, desde hace años ha venido anunciando en cada oportunidad en
que hubo algún roce, que la momentánea reconciliación y promesas mutuas de
buena vecindad son tan solo el preludio de un período de transición hasta el
próximo diferendo. Lo mismo proclamamos en esta ocasión, tanto mas cuanto que
las urgencias electorales que apremian a Miraflores dan pie para explotar o
inventar nuevos incidentes.
Mientras tanto, por si el caso Colombia se
enfría, ya se ha reactivado el flanco Guyana para asegurarse que la atención no
converja sobre lo que de verdad quita el sueño a los próceres del
“bolivarianato”: el 6D .
Adolfo
P. Salgueiro
apsalgueiro1@gmail.com
@apsalgueiro1
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