La pregunta que nos hacen en cada esquina
sirve para titular la entrega de esta semana, es una pregunta crucial cuya
respuesta exige algunas reflexiones. Primero, la sola duda es signo de la
enorme fragilidad de la democracia venezolana y del talante autoritario de
quienes ejercen actualmente el poder, es síntoma de un mal mayor que afecta seriamente
al sistema político. Por ello, esa
interrogante no sólo tiene implicaciones directas en el futuro de los
venezolanos, sino que reviste interés para el concierto latinoamericano e
incluso mundial.
Paradójicamente, el gobierno no tiene interés en despejar la incógnita sino todo lo contrario, juega con la idea de que no habrá elecciones para desestimular y desmovilizar a la sociedad democrática. Sin embargo, una cosa son las aspiraciones del gobierno y otra la realidad. Si la pregunta planteada fuera ¿el gobierno quiere que haya elecciones? Diríamos no, claro que no. Nadie quiere que le den una paliza pero como advierte la sabiduría popular, deseos no preñan y por fortuna, que haya o no elecciones no es una decisión que esté en manos del gobierno. Tener claro esto es fundamental, lo contrario es darle un poder que no tiene a este gobierno desprestigiado y sin fuerzas para imponerse en la sociedad.
En todo caso, la respuesta a la pregunta
inicial tampoco es un simple “si”.
Más
bien diríamos, en Venezuela habrá elecciones salvo que se presente un escenario
que aborte una salida democrática, lo cual es peor para el gobierno y
significaría su salida del poder por otros medios.
El costo político se eleva
en un mundo globalizado, donde la política internacional tiene sentados en una
misma mesa a Cuba y EEUU. Un estallido
social, el caos o un golpe militar son salidas dramáticas que suponen un alto
riesgo también para Maduro, cuya cabeza será la primera en rodar. En fin, podemos entonces concluir que el gobierno
trabaja para generar un clima de tensión interna que lo mantenga al borde de la
“raya amarilla”, aunque conserve la ilusión de una eventual suspensión de los
comicios.
El escenario ideal del
gobierno es que las elecciones lo legitimen y que éstas se den en condiciones
ventajosas para ellos: Una oposición aparentemente dividida (para eso financian
a los salta-talanquera que son candidatos fuera de la MUD), parte del
electorado atemorizado por la violencia y las amenazas de guerra, otra parte
desalentada o creyendo que no hay salida, un país perseguido, sometido a un
vulgar populismo al repartir en prebendas el producto del obsceno
endeudamiento, concurriendo a unas elecciones en medio de un Estado de
Excepción –declarado o no- y con un cerco mediático brutal que ampara los
abusos de poder y el ventajismo.
En esas
condiciones cree el gobierno que puede ganar las elecciones pero se equivoca,
la crisis social y económica es profunda, el gobierne carece de credibilidad,
está inhabilitado para generar confianza y exhibe un rechazo
impresionante.
Por esa razón, la respuesta a nuestra pregunta es: si, claro que habrá elecciones, el país está hastiado y decidido a cambiar, esa es una fuerza indetenible que va a expresarse en una votación masiva y ni la violencia, ni las manipulaciones o patrañas de este gobierno fracasado e inmoral van a cambiar esa decisión.
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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