Igual que los individuos, los países también
tienen derecho a la legítima defensa. Es el caso de una Venezuela en proceso de
destrucción cuyos derechos constitucionales y legales han sido demolidos por
los bárbaros más caros de la historia. La nación está indefensa. El ciudadano
común solo, aislado, en manos de los caprichos gubernamentales, víctima
acorralada sin ley ni orden para actuar. Frente a esta realidad sólo hay dos
alternativas. Luchar o rendirse. La mayoría está optando progresivamente por la
primera, aún a riesgo de impredecibles consecuencias inmediatas.
En poco más de cuatro quinquenios este régimen empantanó toda la vida pública, destruyó el aparato productivo, hizo de la inseguridad de las personas y lo bienes norma para ejercer el control y, en definitiva, nos ha colocado a las puertas del final de una etapa mala y tenebrosa. Como nota de interés diremos que ya en el entorno de los más responsables temen profundamente al juicio histórico que seguirá a esta izquierda estéril e inmoral, protagonista del más espantoso fracaso de que tenga memoria el continente americano. Lograron desprestigiar a la izquierda decente y democrática de Venezuela y el mundo.
Frente al mal, conocido y mil veces
diagnosticado, hay que actuar. No podemos encogernos de hombros. Tampoco es
ético que los dirigentes miren hacia otro lado, ni centrar la atención en
aspectos secundarios del problema evadiendo lo fundamental.
El cáncer venezolano ha destruido órganos
vitales de la nación, debe ser extirpado de manera resuelta y definitiva. No se
logrará con paños calientes. Se necesita del hierro de los cirujanos y de las
duras terapias complementarias, en manos expertas y con objetivos claros.
Diálogo, reconciliación, entendimiento, eso está bien para después de alcanzado
el objetivo. Pero, por ahora, ninguna “negociación” con este régimen nos
garantiza la libertad y la democracia. La oposición debe deslastrarse de alguna
gente de inteligencia perezosa y memoria sin cultivar.
La gravedad de cuanto sucede en la frontera colombo-venezolana y los ridículos vergonzantes del señor Maduro en su viaje de escapatoria que acaba de concluir, son dos nuevos elementos para asumir el proceso hacia las elecciones parlamentarias de diciembre, con ánimo de resistencia frente a la dictadura, de rebelión colectiva hacia el ejercicio pleno de los derechos humanos.
Oswaldo
Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
@osalpaz
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