"Estúpido no es el hombre que no comprende algo, sino el que lo comprende bastante bien y, sin embargo, procede como si no lo entendiera". Charles Richet
Creo
que lo sucedido esta semana en la Justicia tucumana ha sido lo más relevante de
la década; nunca antes, desde que reestrenamos la democracia en 1983, alguien
en la Argentina ha tenido los redaños suficientes para decir, y firmar, que
aquí se hace fraude, que eso termina con el único derecho que nos queda en esta
pseudo-democracia, y que todas las elecciones realizadas desde entonces tienen
esa mácula de origen. Seguramente hoy tendremos en Chaco otra demostración de
qué sucede cuando se mezclan, en un triste cocktail, la pobreza más extrema, la
más genocida corrupción y el populismo más desembozado.
Al
referirse a lo ocurrido en el Jardín de la República, y ante la inminencia del
pavoroso escándalo en que pueden convertirse las elecciones nacionales de
octubre, a nuestra egregia Presidente se le soltó la correa final: lisa y
llanamente, calificó como un golpe de estado la sentencia y llamó -emulando a
Hebe Bonafini- a la ciudadanía a tomar por asalto el Poder Judicial, esta vez
encarnado en dos jueces que integran una Cámara de Tucumán que, para vergüenza
de sus pares porteños, se atrevieron poner freno al poder y a decir que no
están dispuestos a convalidar la violencia y la trampa utilizadas para impedir
que los inexplicablemente enriquecidos señores feudales pudieran correr el
riesgo de perderlo. Los fieles muchachos entendieron rápidamente el mensaje,
empapelaron la ciudad con afiches agraviantes y las fotos de los jueces e
intentaron ingresar a los Tribunales locales para linchar a los díscolos, amén
de apedrear la casa de una de ellos.
No
fue la única perla negra presidencial que adornó la 38° cadena nacional del
año, antes de viajar a Cuba -¡otra vez estamos en manos de Guita-rrita!- para
encontrarse allí con SS Francisco, a quien también deberá decir adiós. Se
atrevió, consciente de que nadie tendría la posibilidad de confrontarla, a revestirse
con los hábitos de campeona de la libertad de prensa y de la austeridad
republicana. Después de trece años de la rapiña más desaforada que recuerde
nuestra historia, del desparpajo en la utilización de los bienes públicos para
su provecho personal, de la violación sistemática a todas las leyes y
sentencias, y de la feroz persecución a los medios que no se doblegaron ante su
trono, confieso que la impunidad que exhibió volvió a asombrarme.
Pero
lo importante, sin duda, fue ese ataque feroz a la Justicia. En un gobierno
donde nadie contesta siquiera un saludo sin pedir permiso a la jefa, los dichos
del violento Carlos Kunkel cuando, muy suelto de cuerpo, dijo que si la Corte
Suprema provincial confirmaba el fallo de la Cámara, desde el Gobierno central
se intervendría al Poder Judicial tucumano "¡y listo!", confirmaron
cómo viene la mano desde la Casa Rosada. ¡Qué buen ejemplo de civismo y
republicanismo! pero, ¿qué se podía esperar de un terrorista que, en los 70's,
estaba dispuesto a tomar el poder por las armas y conducir a un pueblo
supuestamente engañado "hasta la victoria, siempre"?
La
señora, acostumbrada como está a desplazar jueces y fiscales incómodos o,
simplemente, a suicidarlos, dijo que la oposición tucumana había hecho
"forum shopping", y a denostar a los magistrados por sostener, a su
criterio, que los pobres no sabían votar. Las imágenes que todos los días
invaden las pantallas y los medios gráficos prueban, más allá de cualquier
duda, que sus señores feudales y hasta sus barones del Conurbano cambian votos
por favores, se traten éstos de bolsones de comida, de empleos públicos, de
electrodomésticos, de dinero en efectivo o de drogas, mientras embarazan los
padrones con extranjeros importados por un día o de muertos resucitados al
efecto.
Otra
muestra flagrante del caradurismo imperante la proporcionó Anímal Fernández,
acusado de ser el jefe del narcotráfico nacional y autor intelectual de varios
asesinatos, cuando -sin que se le moviera un pelo del bigote- exigió a Mauricio
Macri que explicara el affaire Niembro, mientras lo aplaudían a rabiar su hijo
Máximo, Boudou, Insfrán, Alperovich, Manzur, Capitanich, Beder Herrera, Closs,
Fellner, Zamora y su mujer, Jaime, Schiavi, Uberti, de Vido, Olasagasti, Báez,
Sancho, Sanfelice, Cristóbal López, Ferreyra, Oyarbide, Freiler, Ballestero,
Canicoba Corral, Casanello, Gonella, Reposo, ¡Giles! Carbó, Alicia Kirchner,
Romina Mercado, Milagro Sala, Hebe de Bonafini, Sergio Schoklender, Liuzzi,
Elazkar, los secretarios privados presidenciales, el jardinero del Calafate y
tantos otros que integran la asociación ilícita genocida que se ha llenado los
bolsillos saqueando impunemente el país durante la década ganada (sólo por
ellos).
Es
cierto que, cuando alguien va vestido íntegramente de blanca pureza, como
pretende el PRO, cualquier pelusa se nota pero, que quienes lo acusan sean
estos tigres tan manchados de mugre supera todo límite: ¡un poco de
autocrítica, muchachos, que lo que hicieron ustedes equivale a millones de
Niembros! No creo que escuchen esta apelación, así como tampoco supongo que
cederán en la ya inveterada costumbre de ensuciar al equipo contrario, a pocos
minutos del final del partido, con denuncias que, cuando ya resulta tarde, se
revelan falsas; Enrique Olivera, Francisco de Narváez y Luis Juez fueron
algunas de las víctimas.
Tampoco
habría que olvidar en ese catálogo semanal la respuesta de nuestro doctoral
Ministro de Economía a la Diputada Victoria Donda, quien había obtenido que la
Justicia lo conminara a presentar los índices de pobreza y miseria; el
groucho-marxista Kiciloff, haciendo gala del mismo cinismo de siempre -recuerde
cuando dijo que no se publicaban porque resultaban
"¡estigmatizantes!"- argumentó que ese cálculo dependía de factores
diversos y que no resultaba posible hacerlo. Con ese mismo criterio, el ex Jefe
de Gabinete y actual candidato a Intendente de Resistencia dice que, en Chaco,
la desocupación no existe y que la pobreza alcanza al 0,5% de la población de
la provincia, mientras miles de chicos mueren por desnutrición.
Estamos
a prácticamente un mes de las elecciones nacionales, y todo apunta a que
entonces se repetirán todas estas maniobras, ya que el cristinismo y sus
vociferantes acólitos siguen sin dar muestras de aceptar un resultado que puede
resultarles gravoso. Nadie prevé un escenario de grandes diferencias en el
número de votos y eso llevará a que la contienda electoral se defina por
escasos decimales; así, y con los hechos que tenemos a la vista, ¿quién creerá
en los resultados si el oficialismo se impone? Porque, convengamos, sólo quien
controla las elecciones desde el mismo Ejecutivo, confecciona los padrones,
manda sobre las fuerzas de seguridad que las custodian y transportan las urnas,
administra el Correo Argentino y realiza el escrutinio está en condiciones de
cometer fraudes y alterar los resultados.
Los
dados siguen rodando y el mes de octubre será, sin lugar a dudas, un tiempo
interesante para los argentinos; se confirmará así que la famosa maldición
china nos estaba dirigida.
Enrique
Guillermo Avogadro
ega1@avogadro.com.ar
@egavogadro
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