El descontento está en todas partes. En Iglesias, en
partidos políticos, en sindicatos y gremios, en asociaciones de productores y
en centros de estudiantes.
Periodistas e intelectuales protestan los abusos del
gobierno. Amas de casa y transportistas viven en carne propia el alto costo de
la vida y el desabastecimiento.
Los jefes de la logia chavista no pudieron impedir
que sindicalistas, dirigentes comunitarios, políticos de base y profesores
universitarios que se echaron al hombro las campañas de Chávez hoy sean parte
de esa extendida masa humana que llamamos oposición.
Es un país hambriento de cambio. Todos aspiran que
se escuchen sus reclamos y sus propuestas. Nadie quiere quedarse atrás en el
desafío de reconstruir la economía, la convivencia y la paz.
Sin embargo, sectores privilegiados de la
comunicación, la política y la economía, se presentan ante el debate público
como apoderados de la unidad. Sólo ellos pueden hablar en su nombre. Quienes no
les obedezcan son tratados como herejes. Se les llama traidores, vendidos y
divisionistas.
Excluyeron de sus deliberaciones a casi todo el
país, tanto así que hubo más de 1.300 personas postuladas a la Asamblea
Nacional, opositores al gobierno, que nada tienen que ver con ese cogollo.
Se repartieron los territorios como quienes
otorgaban encomiendas en nuestra época española. Este es tuyo y aquel de
fulano. Así lo hicieron en Lara, en Amazonas, en Zulia, en Nueva Esparta, en
Miranda.
Impusieron forasteros en Apure, en Vargas, en
Caracas, en Delta Amacuro, en Nueva Esparta, en Lara, en Zulia, en Aragua.
A regañadientes, porque no pudieron acordarse en los
repartos, hicieron elecciones primarias en 33 circuitos pero se reservaron 54
circunscripciones para poner candidatos a dedo. También impusieron candidatos
en las 24 listas correspondientes a los estados.
Pretendían perpetrar ese atropello sin que nadie
levantara la voz. Pero no fue así. Centenares de legítimos dirigentes de todas
las regiones postularon sus nombres y propuestas para representar a sus
pueblos.
La rosca, airada por sentir sus fueros disminuidos, llama a eso dividir. Participar es para ellos dividir. Atender el clamor de las regiones es dividir. La unidad la entienden como sumisión a sus designios y caprichos. Así son las oligarquías políticas.
Claudio Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin
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