Si algo muestra la vocación autoritaria del régimen es la
represión dentro del PSUV ante el pensamiento crítico o la opinión libre, ni
siquiera la duda es permitida y según el Teniente Cabello hasta "el
guabineo es traición", en clara alusión a los militantes que se abstienen
de opinar.
En el PSUV el militarismo ha profundizado el centralismo
y ha reducido la toma de decisiones a un cenáculo que poco interés muestra por
la realidad local o regional.
La opinión de las bases y de la dirigencia media no
importa, las decisiones se toman desde Caracas en base a un supuesto interés
superior que paradójicamente llaman "revolución".
La paradoja está en un proceso que nace para empoderar al
pueblo y abrir cauces a la participación, termina actuando como cualquier
monarquía de la antigüedad.
El Poder Popular se convierte en letra muerta, igual que
los derechos políticos, sociales o económicos.
Al contrario, desde el poder se vulneran los más elementales derechos,
se cometen atropellos y se exige a la militancia que en nombre de la revolución
sea solidaria con las atrocidades y desmanes cometidos en un contexto de
absoluta impunidad, pues la "justicia revolucionaria" está también
sometida al mismo chantaje ideológico.
Al final, no hay respeto por los derechos, no existe
justicia social, ni solidaridad; valores fundamentales de la izquierda
democrática que la "revolución" pisotea tergiversando la gesta
heroica de nuestro Simón Bolívar. Más
allá del debate entre izquierda y derecha que naturalmente nos luce absurdo e
intrascendente ante la dramática realidad social y económica, la reflexión
tiene pertinencia y pese a la represión, hoy se produce en las bases del PSUV.
Construir una sociedad más justa y solidaria, exige un
compromiso ciudadano, supone revelarse ante las injusticias y ser efectivamente
solidarios. Cuando nuestro silencio avala las injusticias y el miedo nos
convierte en cómplices de ellas, después pareciera tarde rectificar.
A propósito, vale recordar aquella historia del premier Nikita Kruschchev cuando denunciaba ante el Congreso del Partido Comunista soviético (PCUS) las atrocidades de su antecesor Joseph Stalin. En pleno discurso fue interrumpido por un dirigente que se ocultaba en la audiencia: "Y usted que era miembro del equipo de Stalin ¿Por qué no hizo nada?". Muy molesto y agresivo, Nikita se volteó inmediatamente y preguntó: ¿Quién dijo eso? El auditorio enmudeció, se sentía un tenso clima de miedo, nadie se atrevió a abrir la boca. Entonces Kruschchev respondió "Ahora ya saben por qué no dije nada".
A mis amigos del PSUV -sobre todo dirigentes medios y de
base que hoy sienten que no son parte de estas atrocidades- les decimos que
nunca es tarde para rectificar y siempre hay oportunidad de construir esa
Venezuela unida que todos anhelamos.
No perdamos nunca la solidaridad, ni permitamos que desde
el poder se silencie la voz de nuestra conciencia, jamás permitamos que se
vulneren los derechos de los más débiles.
En este sentido, la alternativa de cambio no puede ser una simple
sustitución de gobierno y ese es el desafío que hoy tenemos. Ahora más que
nunca debemos reivindicar el valor de la ética en la política.
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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