Los derechos que no podemos
ejercer, no son derechos. A partir de esta premisa, el estado de los derechos
de los venezolanos no pasa el examen más básico.
Los derechos más esenciales
para la existencia, para sobrevivir, hoy están grave e inminentemente
amenazados. La alimentación y la salud se alejan de la realidad para hacerse
utopías lejanas. Doce horas de cola para luego no poder llevar proteína a la
mesa familiar, es algo imperdonable, inhumano. Más cuando se contextualiza en
las posibilidades materiales de la nación.
Una artillería pesada en
avanzada destruye nuestros derechos políticos, los cuales son arrasados y
anulados por la propia acción del poder público. El lanzamiento de
inhabilitaciones inconstitucionales en contra de candidatos viola el derecho de
los ciudadanos a elegir y el derecho de los dirigentes a ser elegidos. La
autonomía del partido COPEI, ultrajada por una sentencia que otorga más de lo
que se pedía. Es significativo observar cómo quienes están a la cabeza de los
partidos políticos de oposición están presos, inhabilitados o con causas
judiciales abiertas; mientras que quienes dirigen las megabandas criminales
poseen plena libertad de movimiento y acción.
Mientras la impunidad impera en
las calles de Venezuela, la injusta causa penal en contra de El Nacional, La
Patilla y Tal Cual continúa su curso. La libertad de expresión, pilar de toda democracia,
es socavada por un poder judicial esclavo de la voluntad irracional
totalitaria, que ejerce sin reparo una perversa libertad de opresión.
Los derechos de propiedad y de
empresa están en la lista de especies en extinción. La gran propiedad, la
pequeña propiedad, la pequeña, la mediana y la gran empresa, son objeto de
depredación igualitaria por parte de la acción del gobierno. Porque comprar un
vehículo, una vivienda, ¡o una nevera!, son sueños del más allá. Los
trabajadores de las fábricas no tienen actividad. No hay materia prima que
transformar. Juegan dominó y leen el periódico con la angustia de no saber
hasta cuando tendrán un salario.
Los derechos existen para garantizar la consecución de los bienes necesarios para la vida humana en libertad. La libertad y el derecho estás consustanciados. Si los derechos están bajo ataque, la libertad también lo está. Si no hay libertades, los derechos no significan absolutamente nada.
Estamos ante una encrucijada
cuyo camino lo definiremos el 6 de diciembre. Los obstáculos se nos presentan
como una odisea venezolana, que deberá conllevar al rescate del derecho.
Mario Massone
mariogmassone@gmail.com
@massone59
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