El 18 de diciembre de 1927 el Papa Pío XI pronunció un discurso ante La
Federación Universitaria Católica Italiana, en la cual afirmó “…la política, en
cuanto atiende al interés de la sociedad, constituye el campo de la más amplia
caridad por encima del cual no cabe señalar otro que el de la misma
religión:..”. Más tarde, Juan XXII, Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora
Francisco, han reiterado, cada uno en sus palabras y circunstancias históricas,
el compromiso con la política como la más alta expresión del ejercicio de
la caridad cristiana.
Esta introducción viene al caso porque he venido leyendo algunos
analistas que les ha dado en calificar a Francisco como un Papa político
inclinado hacia la izquierda. Y esto hay que detenerlo, porque no solo es una
falacia sino una manipulación de las fuerzas mas primitivas de expresión de la
exclusión del otro, principalmente en cuanto al dinero y bienes se refiere, que
las más de las veces solo a esto se refiere.
No es la intensión analizar la pastoral social de Francisco como guía
espiritual de los hombres de buena fe; quien no es infalible en este tema sino
expositor e interprete de la Doctrina Social de la Iglesia; antípoda de
cualquier corriente ideológica materialista, específicamente la marxista, o
totalitaria como la fascista, comunista, nacionalsocialista o teocrática. Por
ahora, lo que llama la atención es la incapacidad de nuestro región para
alcanzar el desarrollo en forma integral, y la impunidad del delito.
Venezuela es un caso muy particular de anomalía histórica, no solo
porque la corrupción y el crimen en todas sus expresiones son inherentes al
sistema político dominante, sino porque la impunidad es consecuencia de un
proyecto ideológico que pasa por la desarticulación de aquellos valores humanos
que la cultura occidental asume como validos, para ser sustituidos por nuevos
valores sometidos al paradigma de la
lucha de clases. Diferente al análisis en otros países de la región, que han
optado por la democracia.
Guatemala, por ejemplo, creó bajo
los auspicios de las Naciones Unidas, en el año 2007 la “Comisión Internacional
contra la impunidad en Guatemala”, como órgano independiente del Estado cuya
finalidad fue apoyar al Ministerio Púbico, la Policía Nacional y a otras
instituciones, en la investigación de los crímenes cometidos por los organismos
de seguridad. A la que se le fueron agregando otras facultades, como la
investigación de la corrupción pública y su impunidad.
Comisiones semejantes habrán de crearse en Venezuela. Ellas no atentan contra la soberanía, como alegan quienes se arropan en el nacionalismo para cometer fechorías y asegurar la impunidad; lo que sí atenta contra la soberanía, y la misma existencia de la nación, es la consolidación de un Estado sometido a la ferocidad, caprichos y vaivenes de bandas de criminales, que se saben impunes en la comisión de sus delitos, tal como sucede actualmente en nuestro país.
Juan Jose Monsant Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
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