"La tradición de pensamiento
austríaca.... parte del axioma de la acción humana de la que derivan teoremas
inexorables de los cuales mencionaremos algunos. Es, desde luego, a priori de
la experimentación sensible, no a priori de lo que podríamos denominar
“experiencia mental” que constituye la base sobre la que parte la metodología
de marras o, “evidencia intelectual” para tomar prestada una expresión de
Mariano Artigas utilizada en el contexto del análisis filosófico
(1984/1995:45).
Esta metodología ha sido trabajada para la
rama más estudiada de las ciencias sociales cual es la praxeología o teoría de
la acción humana de la que se desprende la economía, no entendida con el
primitivo criterio circunscripto a lo crematístico sino en su versión moderna
que abarca todos los fines y medios de la conducta del hombre, en este sentido
préstese especial atención en cuanto a que los teoremas que a continuación se
detallan son del todo aplicables a las acciones referidas tanto a lo no
material como a lo material.
`Economizar significa optar, elegir
seleccionar entre diversos medios para la consecución de específicos fines.
Esto abarca toda la acción, tanto a lo que se refiere a los bienes espirituales
como a los materiales. No hay tal cosa como “fines económicos", la
economía alude a un proceso de intercambio de valores sean de modo
interpersonal o intrapersonal, lo cual, como queda dicho, está presente en toda
acción humana. La incomprensión respecto del campo de la economía hace que, por
ejemplo, aparezca a primera vista como impropio el análisis económico de la
institución familiar y similares"[1]
Respecto de los "fines económicos",
creemos -por nuestra parte- que, resulta al menos presuroso negar su existencia
de plano. Juzgamos más aproximado afirmar que no todos los fines -o incluso la
mayoría de ellos- son "económicos", pero –por ejemplo- quien atesora
con miras a comprarse un tractor o un camión para trasportar ganado,
difícilmente podrá decirse que no tiene en mira obtener un fin económico. Por
supuesto que, en el medio de la cadena causal, vamos a encontrar -en la mayoría
de los casos- que las personas procuran bienes materiales para lograr la
satisfacción de necesidades materiales o, tal vez, espirituales, pero en el
caso de las primeras resulta un tanto forzado -a nuestro criterio- afirmar que
estas no son en sí mismas "fines económicos" en ejemplos como el que
dimos antes. Obviamente que, aquel que busca alimentos para saciar su propio
hambre o el ajeno, no tiene en mira con ello un fin económico, pero, en cambio,
la adquisición de insumos para determinada producción, o para la compra de
bienes de capital son claramente -a nuestro entender- acciones con "fines
económicos". Podrá decirse que, al final de la cadena causal, los
"fines económicos" de los ejemplos dados conducirán a la satisfacción
de otros fines últimos no económicos, y podríamos estar de acuerdo con dicho
aserto, pero esto será muy diferente a negar en forma tajante la existencia de
"fines económicos" de plano y en toda su extensión.
Ciertamente, dicha aparente
"dificultad" terminológica puede ser salvada aludiendo a "fines
catalácticos", expresión esta última mucho más precisa (por acotada) que
la de "fines económicos". Incluso podríamos agregar que la opción,
elección, selección de aquellos medios "para la consecución de específicos
fines" puede incluir (o apuntar a) la de medios económicos (como el
ejemplo del tractor, camión, o grúa, guinche, etc.), y en este proceso, en la
elección del medio, el medio es el objeto o fin de la elección. Si el medio es
económico, el fin de la elección del medio también lo será, por más que el fin
último a satisfacer con dichos medios no sea económico. Lo que -en otros
términos- significa que no es imposible la existencia de "fines
económicos" si le damos a la palabra "económicos" (en este
contexto) un sentido restringido.
Si, en su lugar, se alude directamente a la
fórmula "fines catalácticos", no hay aquí espacio para confusión de
ninguna índole, por ser muchísimo más clara la idea que esta última alocución
permite transmitir. Todo lo cual quedará más despejado conforme se desprende de
la siguiente cita:
"la economía fue, poco a poco, ampliando
sus primitivos horizontes hasta convertirse en una teoría general que abarca ya
cualesquiera actuaciones de índole humana. Se ha transformado en praxeología.
[…] interesan a la cataláctica todos los fenómenos de mercado; su origen, su
desarrollo, así como las consecuencias […] El ámbito de la praxeología, teoría
general de la acción humana, puede ser delimitado y definido con la máxima
precisión. Los problemas típicamente económicos, los referentes a la acción
económica en su sentido más estricto, por el contrario, sólo de un modo
aproximado pueden ser desgajados del cuerpo de la teoría praxeológica general
[…] no son razones de índole rigurosamente lógica o epistemológica, sino usos
tradicionales y el deseo de simplificar las cosas, lo que nos hace proclamar
que el ámbito cataláctico, es decir, el de la economía en sentido restringido,
es aquel que atañe al análisis de los fenómenos del mercado. Ello equivale a
afirmar que la cataláctica se ocupa de aquellas actuaciones practicadas sobre
la base del cálculo monetario."[2]
Entonces, y de acuerdo a lo anterior,
economía en sentido estricto es cataláctica. Economía en sentido lato es
praxeología, de donde se deduce que praxeología y economía son casi sinónimos,
en tanto que cataláctica es una derivación de ambos referida estrictamente a
"aquellas actuaciones practicadas sobre la base del cálculo
monetario." La cataláctica es pues, parte de la praxeología. Hay entre
ambas una relación de género (praxeología) a especie (cataláctica). Y resulta
muy significativa la mención de L. v. Mises en cuanto a que los fenómenos
catalácticos se relacionan con "aquellas actuaciones practicadas sobre la
base del cálculo monetario."
[1]Alberto Benegas Lynch (h) - "UNA
REFUTACIÓN AL MATERIALISMO FILOSÓFICO Y AL DETERMINISMO FÍSICO" Revista de
Economía y Derecho Lima, 6(22), Otoño 2009. Universidad Peruana de Ciencias
Aplicadas UPC. pág. 6
[2]Alberto Benegas Lynch (h), "A
propósito del conocimiento y la competencia: punto de partida de algunas consideraciones
hayekianas". Disertación del autor en la Academia Nacional de Ciencias
Económicas el 18 de junio de 2002, pág. 14-15.
Gabriel
Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
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