En alguna de sus fastidiosas cadenas
Maduro mencionó a los buhoneros y para alegrar el ambiente se le ocurrió
preguntar al público que si sabían el
por qué se llamaban así. Según nuestro improvisado profesor el nombre (o
sobrenombre) se debía a los ojos abiertos que mantenían para vigilar la
aparición de la policía. Para abundar en su clara explicación, Maduro trató de
imitar al ave y abrió desmesuradamente los ojos y completó la mímica moviendo
la cabeza como si fuese un radar tratando de detectar la presencia de los
uniformados.
No hay duda que la gracia le salió
morisqueta al profesor Jirafales pues asociar
a un buhonero con un búho es casi tan brillante como ver cercanía entre
un parto con un reparto o una vaca con unas vacaciones.
La palabra buhonero ya aparece en los años 1200 como pariente de
buhón o bufón y estas originadas por “buff” que era la verborrea que usaban
para vender su mercancía. Su definición de diccionario es persona que vende
objetos de poco valor. En Venezuela son parte importante de nuestro acontecer
aunque también le robamos a los franceses el nombre alterno de “mercanchifle”
el cual ya usamos poco.
Un apreciado amigo mantiene enorme
respeto por los buhoneros pues dice que son personas que a pesar de sus grandes
dificultades se niegan a delinquir. Son millones (60% de la fuerza laboral) que
con la incertidumbre a cuestas y toneladas de sudor y esfuerzo cooperan en mantener diariamente todos los aspectos del
País.
Pero la pifia de Maduro no es un
“errorcito” pasable y ya. Por el contario es una prueba más de la inmensa
capacidad de todo su régimen de mentir en la forma más descarada. La verdad importa un carajo. Nadie
investigará los 25.000 millones de dólares que según Giordani se perdieron,
nadie investigará las graves denuncias sobre
personeros del régimen. Todo se tapará, nadie hablará. La mafia lo
exige. Como Bernarda Alba “Silencio he dicho, silencio”.
Mentir es parte fundamental de los
regímenes comunistas. La misma Constitución es una prueba. En ninguna parte se
menciona el socialismo y muchísimo menos al comunismo. La razón era simple no
se habría aprobado si lo ponían, así que había que mentir, ya habría tiempo
para sacar las uñas.
La Constitución exige a las fuerzas armadas institucionalidad, estar
al servicio del Estado y no de parcialidad política alguna. Solo hay que
prender la TV para asombrarse de que la orden bien clara del pueblo y por
escrito se evapora en cualquier desfile entre pañuelos rojos y consignas
chavistas.
Hasta en los detalles de la real fecha
de muerte de Chávez o del lugar de nacimiento de Maduro está el tufo de la
mentira. No hay acta de defunción, no hay partida de nacimiento. A las próximas elecciones de diputados
tenemos que ir con la verdad como bandera. Que su luz asuste a estos dirigentes
de ultratumba que ya nadie quiere. El comunismo ha vuelto a fracasar y
Venezuela quizás pase a la historia como su definitiva vencedora.
Vamos bien. Vamos a ganar. Viva
Venezuela.
Eugenio
Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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