La
falta de acciones durante años nos trajo a esta delicada situación con
nuestros vecinos guyaneses. Peor que no
hacer, fue haber permitido en 2004 que
el difunto eterno les concediera a los guyaneses el permiso de entregar
concesiones. Nicolás fue el Canciller por 6 años y nunca dijo esta boca es mía.
Ahora,
solo ahora, le parece una materia de urgencia. Tomó mucho tiempo en reaccionar
y ya Guyana avanzó en posiciones para recibir apoyos de la región.
Nicolás
intentó en la presentación ante la Asamblea tener lo mejor de todos los mundos:
Lucir como un empedernido defensor de la paz, nuclear a todos los venezolanos
en torno a una causa común –al estilo argentino en la crisis de Las Malvinas- y
tratar de no dañar las relaciones con el resto del Caribe. En la jugada deshace
un equivocado decreto que causó fricciones con Colombia y que a todas luces se
redactó con muy poca experticia sobre la materia.
Ahora
deja nuestro futuro en manos de un equipo político poco conocedor del tema, que
terminará empantanando nuestras pretensiones de recibir de regreso un
territorio que siempre ha sido nuestro. Deja por fuera figuras de renombre,
especialistas en el tema, que bien podrían cooperar en ponerle norte a nuestras
acciones.
Tarde
Nicolás y como siempre con soluciones impropias.
Enrique
Pereira
vienegrande@yahoo.es
@pereiralibre
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