A lo largo de la historia se ha avanzado
mucho en los caminos de la libertad. También es cierto que existen gobiernos
que siguen buscando mil maneras de coartarla. En los últimos años, de hecho, se
han vivido importantes retrocesos en materia de libertad. Es importante tomar
conciencia de ello y que se hagan los esfuerzos necesarios para revertirlos.
Políticos de distintos países siguen pretendiendo escoger las libertades que,
según ellos, son las adecuadas para los gobernados. Afirman que la libertad de
movimiento de los trabajadores, estudiantes y la sociedad en general, es un peligro que se debe combatir con la
fuerza policial. Se pregonan liberales, pero traicionan los principios de la libertad
a la primera oportunidad que se les presenta.
Algunos gobiernos del mundo afirman estar empeñados en llevar cruzadas
para construir un mundo más libre y democrático. Consideran como una obligación
internacional, derrocar a dictadores en otros países. Pero solo se ocupan de
aquellos que se oponen a su influencia política y económica, mientras que
cierran los ojos ante los tiranos cuya tiranía les conviene. Suelen llenarse la
boca con la expresión ¡libertad!, pero en lo más profundo de su ser desconfían
de ella.
Ello no solo se observa a niveles gubernamentales, sino que se
traslada peligrosamente hacia los medios de comunicación, que por su naturaleza
deberían ser los mayores baluartes en la defensa de la libertad, pero a veces
actúan de forma contradictoria: demandan el derecho a la libertad de expresión
para sí mismos, pero aplauden o callan cuando se limita la libertad de medios
rivales.
Entendemos la libertad como una característica del individuo, sin embargo algunos políticos e ideólogos pretenden hacernos creer que unas mal definidas libertades colectivas son más importantes que la libertad de la que debe gozar cada individuo.
Cuando se pretende imponer una pretendida libertad
colectiva, sentimos que se asaltan las libertades individuales. Afirmamos que
la verdadera libertad colectiva debe ser la unión de todas las libertades
individuales. El filósofo francés Jean
Paúl Sastre decía: “El hombre está condenado a ser libre”. Esto es muy cierto,
porque cuando alguien pierde su capacidad de decidir, se queda sin una de las
características fundamentales de su humanidad. Por ello es indispensable que le
demos renovada dignidad al concepto de la libertad, y en esa defensa, no se
debe limitar a los argumentos prácticos, sino que es necesario volver a los
principios.
Manuel Azaña, Presidente de la Segunda República Española, lo
manifestaba con mucha claridad: “La libertad no hace felices a los hombres; los
hace simplemente hombres”.
Una forma de ayudar a expandir la idea y la práctica
de la libertad, es a través de un amplio proceso educativo, que nos permita ser
reflexivos, auténticos, solidarios y democráticos.
César
Augusto Yegres Morales
caym343@hotmail.com
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