Los venezolanos
estamos sobreviviendo, no se puede hablar de calidad de vida cuando todos los
días una o varias tragedias nos estremecen.
La alarmante escalada del hampa, las largas colas que hay que hacer para
conseguir alimentos, medicinas, repuestos para vehículos, productos de higiene
personal, entre tantas cosas, es un ataque a nuestra integridad.
El gobierno, en vez de asumir que el problema
de la escasez es su responsabilidad, en vez de convocar a a quienes pueden
incentivar la producción nacional, sigue repitiendo que la culpa es de la
“Guerra Económica”, argumento que ya
nadie se cree ni aquí, ni en
el exterior. Todos pagamos las consecuencias del fracaso del modelo socialista,
que en nuestro país se traduce en altísima inflación, escasez , pésimos
servicios públicos , pérdida de valores, de la ética, entre tantas calamidades que padece nuestra
sociedad.
Cada día hay más
colas y menos que comprar. El precio de los productos regulados ha generado
todo tipo de distorsiones, pero la más terrible sigue siendo el tema de los
bachaqueros, a los que no les hacen mella las capta huellas porque siempre se las ingenian para poder adquirir
los productos que están bajo regulación.
Ya se habla de las mafias de los
bachaqueros, también participan del
festín algunos empleados de los comercios. Un joven empaquetador me confesó que
entre la propina de los clientes y la venta que hace a los revendedores se
ganaba unos 25 mil bolívares al mes, mucho más que lo que devenga un
profesional.
En las colas pasa de
todo. Esta situación ha sacado a relucir lo peor de muchos, hay quienes se le
colean a las personas de la tercera edad, otros recurren a la violencia,
empujones, golpes, maltratos, son capaces de todo con tal de lograr su
objetivo. La gente está agotada, hay rabia, desasosiego, incertidumbre. La
mayoría se pregunta hasta cuándo vamos a
soportar esta humillación. Ya nada es igual. Hasta hace poco uno salía a hacer
su mercado y podía elegir lo que podía y quería comprar. Ahora regulan casi
todo, es increíble que hasta las compras de artículos en las ferreterías,
tambien esten limitadas. Las baterías para los carros ahora serán por sorteo,
sin ninguna garantía de transparencia.
Lo que pareciera que
no está sujeto a regulación es la adquisición de balas y granadas. Es
increíble como en los últimos sucesos
los hampones poseen este peligroso artefacto explosivo, como si la venta fuese
libre. ¿Dónde las compran, quién se las da? El tiempo pasa y observamos una
sociedad agobiada, mientras el gobierno continúa sin tomar medidas para
revertir este desastre.
Noel Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
“Gente” Generación Independiente
@alvareznv
@beanavas
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