Primero, porque acabo de leer la primera
encíclica del papa Francisco y creo que merece los comentarios de muchos
opinadores, no porque el pontífice necesite de apoyos sino para que sirvamos de
multiplicadores de las ideas que él propone en ese documento y que son
laudables por su pertinencia.
Segundo,
porque —como si intentasen demostrar que la estulticia no es un monopolio rojo—
dos de los contendientes republicanos por la candidatura a la Casa Blanca ya
salieron a denostarla — probablemente sin haberla leído— tratando de pescar
unos cuantos votos en el estanque donde flotan quienes pertenecen a eso que
alguna vez fue denominada “la mayoría silente”. Y, tercero, porque de cuando en
cuando debo ejercitarme escribiendo acerca de temas diferentes al criticar a
los expoliadores del erario; es que necesito tener facultades de redacción para
poder seguir después que salgamos del actual desgobierno. Porque de que
saldremos, saldremos.
Sucede
que en su reciente carta, Francisco nos exhorta a tratar de evitar posteriores
y más graves deterioros a la Tierra. Y,
fiel a su santo tocayo y guía, san Francisco de Asís, la tituló "Laudato
si" porque así comienza el cántico de acción de gracias “De las Criaturas”
que compuso el de Asís cuando ya estaba al final de su vida: “Alabado seas, mi
Señor, en todas tus criaturas, / especialmente el hermano Sol, / por quien nos
das el día y nos iluminas”. Luego le
canta a la “hermana Luna”, la “hermana agua” remata con saludos a “la hermana
nuestra madre Tierra, la cual nos sostiene y gobierna”. Francisco escogió este comienzo —que al mismo
tiempo aporta belleza poética y le da profundidad teológica al escrito— porque
va a referirse a los maltratos que el género humano le ha causado a nuestro
planeta; es que san Francisco es el modelo de como se puede ser pobre
dignamente, vivir en armonía con todos y
proteger, por amor, a todas las criaturas de la Creación.
Está
claro que, para escribir la encíclica, el Papa y sus asesores estudiaron
profundamente el tema. Habla hasta de la
"bioacumulación" de partículas químicas en seres vivos, el metano que
pasa a la atmósfera desde la “tundra”, la acidificación de los océanos, los
"agrotóxicos sintéticos" y el derretimiento de los hielos polares. Me imagino que el pasado de Francisco como graduado
en química le facilitó la adquisición de esos conocimientos. Me declaro culpable de haber tratado de leer
las encíclicas más importantes relacionadas con la vida en sociedad y las
responsabilidades de las familias. Por
eso, me permito emitir mi opinión de que la actual estará, con el paso de los
años, ahí-ahí con la "Rerum Novarum" de León XIII, un documento de
finales del siglo XIX que todavía está vigente.
Pero,
claro, un escrito que propone que reconozcamos “la necesidad de cambios de
estilo de vida, producción y consumo"; que le pone reparos al capitalismo
moderno, a esa "concepción mágica del mercado" que reclama la
“libertad económica, mientras las condiciones reales impiden a muchas personas
un verdadero acceso a ella”; que exige el pago de una "deuda
ecológica" entre "norte y sur"; que los ricos del mundo tienen
una especial obligación de ocuparse de ella; y que hay que fijar algunos
límites razonables al crecimiento “aun volviendo sobre nuestros pasos antes de
que sea demasiado tarde". Eso puede
decirlo con autoridad un Papa que caminó mucho por los barrios marginales de Buenos Aires y que
mantiene vivo el recuerdo de las miserias que presenció en ellos.
Por
eso, fue que Jeb, el tercer Bush que busca la presidencia de los Estados Unidos
y un católico de muchos años, mordió el anzuelo que le lanzó un antediluviano
entrevistador de la radiodifusión republicana, Rush Limbaugh. Le preguntó: "…lo que está diciendo esta
encíclica papal es que los católicos deben votar por el Partido Demócrata.
¿Cómo interpretas cuando el Papa sale y suena como Al Gore sobre el
calentamiento global y el cambio climático?" Y sale Jeb a contestarle: "no sigo la
política económica de mis obispos o mi cardenal o mi papa. "No voy a misa para recibir lecciones de
política económica o por cosas de la política.
Ya tengo bastante gente ayudándome con eso."
Tanto
Jeb —que tiene mucha chance de ser presidente, por la usual rotación de
demócratas y republicanos, y por tener el apoyo de su padre y su hermano, ambos
expresidentes— como su entrevistador debieran entender que lo que motiva al
Papa es su preocupación teológica acerca de cuidar nuestra "casa
común", que "Laudato si” es enteramente compatible con lo que ha
predicado la Iglesia desde hace más de un siglo en materia social, que es
verdad que “la Tierra, nuestro hogar, está comenzando a parecerse más y más a
un inmenso montón de porquería”, y —algo que no aparece en el documento, pero
que alguna vez dijo Francisco: que "Dios perdona siempre; los hombres, a veces;
pero la Tierra; nunca"…
Humberto
Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
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