"Conviene, para
responder preguntas que tienen que ver con políticas públicas, es decir, con
acciones tomadas por los gobiernos, y la globalización es una de ellas, contar
con algunos parámetros que nos permitan calificarlas. Desde la perspectiva
liberal esos parámetros están muy claros: libertad y propiedad. Las políticas
públicas serán correctas si se practican a favor de la libertad individual (no
hay otra) y de la propiedad privada (no hay otra): en el campo de la economía,
concretamente, de la libertad para emprender y consumir, y de la propiedad
sobre los ingresos, el patrimonio y los medios de producción. Las políticas
públicas incorrectas atentan contra la libertad y la propiedad, por ejemplo,
contra la libertad para consumir si se prohíbe la importación de determinadas
mercancías y, por ello mismo, contra la propiedad de las mercancías extranjeras
cuya importación está prohibida. Desde este punto de vista lo que importa, al
menos en primer instancia, es la libertad y la propiedad, no, por ejemplo, el
crecimiento económico o el desarrollo social".[1]
Lamentablemente, como
ya hemos expuesto en un sinfín de ocasiones, las políticas públicas suelen
orientarse en un sentido contrario al que indica el autor citado antes. Como
han destacado Profesores de la talla de Ludwig von Mises y muchos otros, las
acciones de los gobiernos -en tanto se las denomine "políticas
públicas" o de otra manera-, se emplazan (en prácticamente todos los
casos) hacia la adopción de medidas intervencionistas, es decir, precisamente
contrarias a la libertad y a la propiedad en el sentido en que las describe el
autor en comentario. Es que el problema de fondo reside en el poder, que no de
modo casual tiende a concentrarse en manos de los gobiernos, y que por
distintas razones no ha podido ser limitado, excepto en una muy escasa medida,
pese al esfuerzo que han hecho muchos países en el curso de la historia, sobre
todo en Occidente que es -a no dudarlo- donde más se han empeñado los
defensores de las ideas liberales en tratar de limitar ese poder. Las
"políticas públicas" podrían llegar a ser útiles si su diseño y
materializaron se encontraran a cargo de personas y organizaciones civiles, lo
que hemos denominado la sociedad civil en oposición a la sociedad política.
Pero no es lo que habitualmente sucede, desafortunadamente, sino que se da el
caso inverso en el que la sociedad política impone su impronta sobre la
sociedad civil.
"La
globalización es llevada a cabo por los gobiernos, de tal manera que la misma
forma parte de las políticas públicas y debe calificarse en función del efecto
que tiene sobre la libertad individual y la propiedad privada. Desde este punto
de vista, ¿cómo calificarla? Positivamente, por una razón muy sencilla: si la
globalización es el proceso por el cual disminuyen y desaparecen las
prohibiciones que los gobiernos levantan a las relaciones entre personas de
distinta nacionalidad, prohibiciones que por definición limitan o elimina la
libertad individual y la propiedad privada, la globalización es un proceso de
liberación, una transformación a favor de la libertad individual y, en su
aspecto económico, a favor de la propiedad privada, tanto de los productores
como de los consumidores."[2]
En realidad, y como
bien lo ha explicado el Dr. Alberto Benegas Lynch (h) entre otros, la
globalización se trata de un fenómeno que es llevado a cabo A PESAR de los
gobiernos y no "gracias" a ellos. Por supuesto que, bien sabemos que
el término globalización se ha prestado -y se sigue prestando- a diferentes interpretaciones
pero, acompañando la postura del Dr. Benegas Lynch (h), creemos que la mejor
definición es la que identifica la globalización con lo que la economía clásica
siempre ha denominado librecambio o libre comercio, de tal suerte que, el
vocablo globalización no vendría a ser más que un nuevo término para designar
un fenómeno que ya había sido estudiado por los economistas clásicos y
neoclásicos, y que en tal sentido hoy resulta muy limitado, en virtud de las
múltiples trabas al comercio exterior que existen en la mayoría de los países
del mundo, dada la proliferación de barreras arancelarias y no arancelarias, y
-en general- del predominio de teorías como la del proteccionismo en materia de
comercio internacional, que reducen -y hasta tienden a anular- cualquier
vestigio de globalización. Es por ello más correcto decir que la mayor
globalización que hoy pueda llegar a observarse es debida a las fuerzas del
mercado más que a deliberadas "políticas públicas".
En rigor, las
"políticas públicas" se encaminan más a la violación de la propiedad
que a su defensa, y por eso bien se ha dicho al respecto que:
"La propiedad
puede violarse tomando el producto que cualquier propietario debe a sus
tierras, a sus capitales, o a su trabajo. La propiedad se viola poniendo frenos
al libre uso de las propiedades, pues las leyes establecen que la propiedad
implica el derecho de uso. Igualmente, la propiedad es violada cuando se obliga
a un propietario a cultivar algo, o a impedirle hacer cierto cultivo. Cuando se
fuerza cierto modo de cultivo, o se prohíbe. También se viola la propiedad
cuando se niegan ciertos usos del capital o maneras de invertir. Cuando se
prohíbe la construcción sobre sus tierras, o se le impone una manera de
construcción. Hay violación del derecho de la propiedad cuando después de
invertir en una cierta industria la autoridad prohíbe esa misma industria, o se
le imponen impuestos tan grandes que son iguales a los de una prohibición. Es
violación de la propiedad el prohibir el uso de las facultades humanas y la aplicación
de sus habilidades y talentos, a excepción de cuando ellos son usados en contra
de los derechos de terceros. Viola a la propiedad el hacer que un hombre se
dedique a ciertas actividades cuando él considera de más provecho dedicarse a
otras labores, por ejemplo, obligándole a realizar un servicio
militar."[3]
[1] Arturo Damm Arnal "¿Cómo vencer los
obstáculos hacia un mundo globalizado, sin fronteras? El argumento moral a
favor de la globalización" Fundación Friedrich Naumann (FFN)-Oficina
Regional América Latina. Pág. 10-11
[2] Damm A. ídem. pág. 11-12
[3] Eduardo García Gaspar. Ideas en Economía,
Política, Cultura-Parte I: Economía. Contrapeso.info 2007. pág. 66
Gabriel Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
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