“Venezuela no se opondrá a que empresas extranjeras exploren yacimientos petroleros y gasíferos en el disputado territorio de Guyana…”. Hugo Chávez F.
No
faltarán críticas al título que ilustra este artículo, y muchos incluso podrán
pensar que se trata de una posición radical del autor de la presente columna,
al imputarle al extinto Hugo Chávez la culpa de la posición que ha asumido en
los últimos tiempos Guyana, en su pretensión de desconocer el Acuerdo de
Ginebra, firmado en Suiza el 17 de febrero de 1966 entre Venezuela por una
parte, y el Reino Unido junto la Guayana Británica, que para esa fecha aún no
había recibido su independencia, mediante el cual se detallan los pasos a seguir
para la resolución de la controversia limítrofe territorial sobre la Guayana
Esequiba, dada la contención venezolana ante la ONU, en 1962, en la que
considera nulo e írrito el Laudo Arbitral de Paris de 1899 emitido por el
Tribunal Arbitral de la capital francesa, el cual definió la frontera entre Venezuela y la otrora
Guayana Británica, decisión que quedó en tela de juicio tras hacerse público el
Memorándum de Severo Mallet Prevost, y otros documentos que comprometieron la
validez del Laudo.
Antecedentes históricos
Venezuela
alega, en favor de sus títulos de propiedad de la Guayana Esequiba, las bulas
de Alejandro VI (1493) que concedían a España "las islas y tierra firme
del mar Océano, descubiertas y por descubrir", así como el reconocimiento
y toma de posesión de las costas venezolanas, incluidas las del territorio del
Esequibo, realizado por Alonso de Ojeda en 1499. Desde entonces, numerosas fueron
las expediciones ordenadas por la Corona española para la exploración y
conquista de la Guayana.
En
1627 los holandeses se apoderaron del territorio que después sería la Guayana
Británica, hasta que en 1648 la propia España les otorgó legalidad mediante el
Tratado de Westfalia. Pero este Tratado no les daba derechos sobre ninguna
parte del oeste del Esequibo, así que España los fue desalojando de los sitios
que habían usurpado. Finalmente, por el Tratado de Londres, en 1814, las
posesiones de Holanda pasaron a ser colonias inglesas, de donde nace la Guayana
Británica.
Al
asumir entonces Gran Bretaña esta porción, reconoció que su límite por el oeste
es el río Esequibo. Así, apareció en su primer mapa oficial de la zona (1838).
Y en 1845, cuando España reconoció la independencia de Venezuela (Gran Bretaña
lo había hecho en 1825), se refirió al "territorio americano conocido bajo
el antiguo nombre de Capitanía General de Venezuela. Pero, a partir de 1834, la
frontera oriental venezolana empezó a sufrir modificaciones cuando el
naturalista británico Robert Hermann Schomburgk realizó una arbitraria
demarcación, llamada línea Schomburgk, que iba desde el río Moruca hasta el río
Esequibo, esto es, 4.290 km2. En 1839 el mismo Schomburgk trazó una segunda
línea llamada Norte-Sur, avanzando 141.930 km2 hacia territorio venezolano, al
fijar un nuevo límite desde la desembocadura del río Amacuro hasta el monte
Roraima y desde este punto hasta el nacimiento del río Esequibo.
Venezuela
inició en 1841 sus gestiones diplomáticas ante Gran Bretaña a través de su
ministro en Londres, Alejo Fortique. Al siguiente año, éste logró que se
eliminaran los postes colocados por Schomburgk, y posteriormente se llegó al
Acuerdo de 1850, mediante el cual ambos gobiernos se comprometieron a no ocupar
el territorio en disputa.
En
esas mismas fechas, se evidenció, una vez más, el interés británico por el oro
guayanés, cuando el cónsul británico en Ciudad Bolívar, Kenneth Mathison,
expresó que "si la línea de la frontera británica va del Amacuro a la
horqueta del Cuyuní, donde le entra Yuruari, el territorio aurífero caerá
dentro del territorio inglés". En efecto, en 1849, se había descubierto el
potencial aurífero de Yuruari.
Pese
al Acuerdo de 1850, el gobierno británico siguió penetrando hacia el oeste,
cada vez con más pretensiones. En 1886 fueron modificados los mapas originales
de Schomburgk por un funcionario del Colonial Office, estableciendo una nueva
línea limítrofe que aumentaba a 167.830 km2 la posesión británica. Se produjo
entonces la reclamación máxima, mediante la cual Gran Bretaña aspiraba a
203.310 km2 del territorio venezolano, abarcando, por supuesto, el rico
distrito del Yuruari. Para esta época (1886) las minas venezolanas eran
explotadas por concesionarios ingleses con capital propio, y con unos siete mil
mineros importados.
El
presidente Antonio Guzmán Blanco, ampliamente informado por su comisionado
Jesús Muñoz Tébar, exigió al gobierno británico (26 de enero de 1887) el
inmediato retiro de su gente desde las bocas del Orinoco hasta el río Pomerún,
manteniendo así el “statu quo” de 1850. Al no aceptar Gran Bretaña esta
intimación, Guzmán Blanco rompió relaciones diplomáticas (21 de febrero de
1887).
En
1895, Richard Olney, secretario de Estado del presidente Cleveland,
considerando los "avances" británicos en tierra venezolana como
verdaderas usurpaciones, justificaba la aplicación de la Doctrina Monroe, por
tratarse de la agresión de una potencia europea contra un país americano. La
nota de Olney se conoce con el nombre de Cañón de 20 pulgadas.
El
propio Cleveland, en sesión extraordinaria del Congreso estadounidense, declaró
el 17 de diciembre de 1895 que, al no aceptar el gobierno británico el arbitraje
solicitado por Venezuela, los Estados Unidos investigarían exhaustivamente
sobre los límites de los países en disputa y luego se opondrían "por todos
los medios a su alcance, como a un ataque directo a sus derechos e intereses, a
la apropiación por la Gran Bretaña de cualesquiera tierras, o al ejercicio de
su autoridad en cualquier territorio que de la investigación resulte pertenecer
por derecho a Venezuela".
Sin
embargo, esto no pasó de ser sino una acción diplomática sin consecuencias.
Estados Unidos y Gran Bretaña llegaron a un acuerdo (noviembre de 1896) para
hacer firmar a Venezuela, sin más alternativa, el Tratado de Arbitraje (2 de
febrero de 1897).
¿Por qué ahora esa posición
beligerante de Guyana respecto al Esequibo?
Pese
a los derechos inalienables de Venezuela sobre el territorio Esequibo, hoy
vemos la actitud arrogante y prepotente del jefe de las fuerzas de defensa de
Guyana, Brigadier Mark Phillips, quien manifestó que los militares de su país
“no se van a quedar sentados perezosamente, para permitir ninguna incursión
ilegal en su territorio”, en franca alusión a la posición venezolana puesta de
manifiesto por la Canciller venezolana. Además sentenció el alto oficial
guyanés, que “cualquier reclamo sobre el Esequibo es ilegal y contraria, y no
será contemplada por ningún cuerpo de mi país”.
Inferimos
que este cambio de actitud del gobierno de Guyana, se origina tiempo después de
las declaraciones que ofreciera durante su visita en febrero del año 2004 a
Georgetow, el entonces Presidente Hugo Chávez, quien expresó: “Venezuela no se
opondrá a que empresas extranjeras exploren yacimientos petroleros y gasíferos
en el disputado territorio de Guyana…”.
La
serie de afirmaciones formuladas por el extinto Chávez sobre este tema, hacen
presumir que los guyaneses están honrando las palabras que en aquella ocasión
pronunciara su distinguido visitante en la capital de Guyana, las que
presumiblemente interpretaron intrínsecamente como una renuncia, entrega o
desistimiento de la reclamación territorial venezolana.
La
reacción de Guayana, además de las intemperantes declaraciones de Chávez en el
pasado reciente, y la inacción del
régimen, nos permite inferir que el nuevo gobierno de Guyana se ha aprovechado
de la infinita ineficiencia, ineficacia e ineptitud del actual gobierno
venezolano, y bajo esta circunstancia ha transgredido el Tratado de Ginebra
y entregado concesiones a la Exxon
Mobil, para explorar áreas en la zona de
reclamación del Esequibo, contando además con el apoyo de Cuba y los países
miembros del Caricom, a los que Chávez empalagó con favores en procura de ganar
sus votos en cenáculos internacionales.
El
gobierno de Guyana debería recordar la nota diplomática venezolana del 26 de mayo de
1966, al reconocerlo como nuevo Estado, con la que cancillería venezolana, “en
representación de la Nación venezolana y de su soberano, solo le reconoce a la nueva República de Guyana su
soberanía al Este del río Esequibo.
NO, al Oeste por que la Nación
Venezolana aspira que se le haga
justicia, en su reclamación, reivindicación recuperación, unificación, e integración de esos territorios a la
República de Venezuela, de donde fueron despojados o usurpados”.
Venezuela
siempre consideró "nulo e írrito" el Laudo de 1899, y por ello el
gobierno de Guyana debe atenerse al marco normativo del Acuerdo de Ginebra, el
cual establece, entre otras cosas, que las zonas territoriales en disputa no
deben ser explotadas.
Carlos E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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