Resulta dramático advertir que las realidades no han dejado de parecerse. Todavía “cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón”.
¡ENTRE CAMBALACHES!
Hablar de un cambalache, es dar cuenta de algún asunto
umbroso o molesto que surge en medio de cualquier relación del hombre con la
vida. No sólo refiere un trueque de objetos de poco valor, casi siempre con la
intención de engañar. También, lleva a pensar los criterios con los que se que
gobiernan hechos de indigna condición a fin de acusar la inconformidad como
actitud frente a las injusticias que asedian por todas partes. Quizás, tan
insidiosa razón sirvió de motivo al poeta Enrique Santos Discépolo, en 1934,
para escribir el tango “Cambalache”. Inspirado, seguramente, en tiempos crudos
por la violencia que imperaba a consecuencia de la crisis que política,
económica y socialmente acosaba el subcontinente americano.
Sin embargo, los tiempos actuales remiten a lecturas que
descalabran toda manifestación individual o colectiva. Así que de cara a la
infame década que ha caracterizado el montaje del mal llamado socialismo del
siglo XXI, cabe bien aludir a lo que con descaro revela la letra del tango
“Cambalache”. No hay duda de que la historia se repite cuando sus lecciones no
son aprendidas. Y aunque en este tango la historia y la poesía parecieran
solaparse, las realidades siguieron enrareciéndose al extremo que
paradójicamente se agudizaron.
Hoy como ayer, “el mundo fue y será una porquería” que igual tocó “el quinientos seis como el dos mil, también”. Las contradicciones que asoman las brechas entre las realidades y propuestas enmarcadas por proyectos políticos de gobierno, han sido siempre razón de decepción y frustración de mucha gente que, a conciencia, advierte los desajustes y desbarajustes que afectan la vida. Que “siempre ha habido choros, maquiavelos y estafados, contentos y amargados, valores y dublé”, es verdad. Pero más innegable es que el siglo veinte y, aún peor, el veintiuno, es “un despliegue de maldad (…) ya que vivimos revolcados en un merengue y en el mismo lodo todos manoseados”
La canción continúa hurgando problemas enquistados en
estructuras de gobiernos. De ahí que en sus ámbitos colapsados por la
inmoralidad, es lo mismo “ser derecho que traidor, ignorante, sabio, choro,
generoso o estafador”. En ellos, la obcecación ideológica ha causado tanto
daño, que atrofió la facultad de otear el horizonte para evitar todo obstáculo
que enajene los derechos fundamentales del gobernado. Pero las decisiones
siguen disparándose sin consideración alguna. “Todo es igual, nada es mejor”.
Tanto así, que “da lo mismo un burro que un gran profesor. No hay aplazados ni
escalafón, los inmorales nos han igualado”
En medio de tanto revuelco, los valores morales suenan
como eslogan de ocasión. La igualdad y la tolerancia, el respeto y la dignidad
se nivelan por debajo. Por eso explica el tango que es igual “si uno vive en la
impostura y otro afana en su ambición”. Pues “da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos, caradura o polizón (…) ¡Qué falta de respeto, qué
atropello a la razón!”
Resulta dramático advertir que las realidades no han
dejado de parecerse. Todavía “cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón”.
Este problema que por igual continua entrampando a la sociedad, hace que “en la
vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclado la vida, y herida por
un sable sin remache ves llorar la Biblia contra un calefón” (artefacto mundano).
Termina este tango invitando a tirarse a un lado, pues “a nadie importa si
naciste honrado”. Se ve que lo grave sigue siendo la indolencia y la
displicencia de las que se vale todo impúdico gobierno para contemplar el mundo
desde la indiferencia. Por eso la canción termina asumiendo la resignación como
adolorida disposición. Acá su letra dice que “es lo mismo el que labora noche y
día como un buey, que el que vive de las minas, que el que mata o el que cura o
el que está fuera de la ley”. Es precisamente lo penoso de todo al reconocerse
que el país sigue viviendo ¡entre cambalaches!
VENTANA DE PAPEL
EL ESFUERZO POR “LA CONSTRUCCIÓN UN TERRITORIO”
Destacar la labor de investigación que ha ocupado Rosa
María Estaba, profesora de la Escuela de Geografía de la Universidad Central de
Venezuela, oronda egresada de la Escuela de Geografía de la Universidad de Los
Andes, noes cosa sencilla pues no se trata de adular su persona. Es una manera
de honrar su actividad de investigación y forjadora de conciencia geográfica.
Durante más de cinco años su mano se convirtió en un
lápiz que le permitió trazar la teoría sobre “La Construcción de un
Territorio”. Resultó ser su obra prima. Su más consentido hijo de papel. Su
práctica investigativa la fraguó en otros trabajos como: La gestión ambiental
en Venezuela: proposiciones para una política de regionalización, y Geografía
de los Paisajes Urbanos e Industriales de Venezuela, divulgado por la Editorial
Ariel–Seix Barral. En “La Construcción de un Territorio”,
Rosa María plantea el desarrollo de Venezuela desde la
perspectiva que le permitió el estudio sociopolítico, urbanístico y
socioeconómico del espacio sobre el cual se cimienta Venezuela. Ello requirió
pasearse a lo largo de su historia republicana. Pero sobre todo, de las causas
que condujeron a que el país se extraviara en el camino al desarrollo. Quizás
por culpa del macabro populismo que con sumo vigor, penetró no sólo a la
estructura de gobierno desde los años 40, con gobiernos con ofertas
socialdemócratas. También, las emociones de un venezolano un tanto ingenuo e
impresionable. “La Construcción de un Territorio”, en verdad no sólo es un
problema geográfico e histórico. Es además de índole político, cultural,
social, que ha emergido en complicidad con políticas públicas insuficientes y
descontextualizadas, con un proselitismo insaciable y con una ineptitud
gubernamental a la vista de todos.
La construcción de un territorio, es un problema que
excede un único punto de vista. Más aún, pudiera decirse que es expresión
indiscutible de lo que las Ciencias Sociales determinan como el caos. O sea, un
desorden ordenado necesario y propio de todo proceso de cambio, reconversión o
renovación. En este libro, Rosa María Estaba pone de manifiesto motivaciones y
dificultades que fueron parte del trabajo que significó dar en el blanco de
cada cuartilla en la que dejó plasmado su avidez como investigadora
universitaria y sensibilizada venezolana. Todo ello, reveló el esfuerzo por “La
Construcción de un Territorio”.
EL MAGISTERIO DE UN DOCTOR EN GEOGRAFÍA
Cuando intenta definirse el concepto de “educación”, las
ideas se agolpan tan rápido, que llega a dudarse de la comprensión que pueda
tenerse en cuanto a su significación. Así suele suceder a pesar de saberse que
el ser humano crece y se desarrolla al amparo de lo que la educación siembra en
su pensamiento y en su conducta. De hecho, la educación es la traza que mide al
hombre a lo largo de su vida. Pero el esfuerzo es otro cuando se trata de
caracterizar al maestro. El asunto adquiere otro matiz. Y aunque la respuesta
no es tampoco sencilla, es posible explicarlo sin mayor dilación.
Esto es así porque no hay duda de que la vida del hombre
está suspendida del modo de cómo el maestro envuelve a sus discípulos bajo un manto
de corazón e ideas que brinda mediante su verbo y a través del ejemplo que su
acción refiere. Sus palabras son los ojos que otean las cosas del mundo que lo
rodea. Su vida se pliega a la mejor forma de considerar el mundo como el aliado
que bien le sirve para afianzar sus ideas y decisiones. Tanto que luego de
ello, no hay un pensamiento ni una realidad que no invoque el recuerdo de lo
que el maestro dignifica. Razón tuvo José Miguel Monagas cuando escribió que
"un maestro es un trozo del alma de un pueblo. Voz de su voz. Sentimiento
de su espíritu. Expresión de la cultura. Carácter de su voluntad. Hechura de su
tiempo y fragua para su tiempo"
Precisamente, eso fue lo que dejó ver el discurso del
maestro Antonio Luís Cárdenas Colménter, en la voz de su hija María Luisa,
cuando la Universidad de Los Andes le impuso el grado de Doctor en Geografía,
por Causa de Honor, el máximo reconocimiento que concede la Academia
Universitaria a quienes saben exhortar pensamientos que conjuguen nobleza y
solidaridad con ideas cuya fuerza allane los resquicios donde se aloja el
egoísmo, la violencia, la intolerancia y la mentira.
El magisterio de quien se entrega a la hidalga causa de
hacer que florezcan rosas y germinen violetas cuando furiosos vientos azuzan
sobre el prado verde de la esperanza, sólo puede brotar del alma de un maestro
de conciencia transparente, límpida y temperada. Las palabras del Dr. Cárdenas
Colménter, elevaron su talante de meritorio educador cuando atinó a hacer ver
que la educación es el único modo de preparar el espíritu del hombre para la
lucha contra las adversidades. Porque sólo así puede enseñarse a vivir.
Particularmente, cuando el mensaje viene avivado y crecido por el magisterio de
un Doctor en Geografía.
Enhorabuena, Dr. Antonio Luís Cárdenas Colménter. Salud.
“Mientras las bajas pasiones funjan como criterios de vida de quienes integran una sociedad, nunca será posible que sus gobernantes busquen mejorar su conducta. Menos, la del colectivo. Así se incuban problemas para generar otros peores. Y todo seguirá siendo un triste “cambalache”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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