Registre
la hemeroteca del diario El Carabobeño y allí encontrará con toda seguridad
mucha tinta donde su padre, José, pipo, Ameliach Núñez, desde las Cartas de los
lectores con regularidad publicaba su opinión con total libertad. Su abuelo materno, Orta Fábrega,
dirigente deportivo, desarrolló una digna labor en beneficio de sus coterráneos
pero siempre contó con el apoyo de este diario.
Su
origen es de una familia honorable, trabajadora, no compita entonces con esos
rufianes que asaltaron el poder para hacerse ricos y competir en fortuna con
los Cisneros y los Mendoza que tienen más de siete generaciones trabajando
honestamente desde sus empresas privadas dando faena y llenado los anaqueles de
los supermercados.
Esto
es solo un ejemplo de la historia contemporánea. No solo por eso usted debe
intervenir, que poder tiene y mucho, para que su gobierno no sea cómplice de la
demolición de un diario que más allá de su tiraje es una empresa histórica que
trasciende el peculio de la familia Alemán.
Por
eso, del sentimiento afectivo que usted tenga o no por este medio de
comunicación octogenario, políticamente será un crimen que le acompañará como un
fantasma toda su vida y será una herencia perversa que cargarán injustamente
los hombros de su descendientes.
Le
recordarán los carabobeños como el Gobernador que permitió de brazo cruzado se
“fusilaran” más de tres centenas de periodistas, trabajadores y obreros de este
periódico, mientras usted se mesaba su incipiente barba desde el Capitolio
valenciano.
No
le servirá tener medios de comunicación social en manos de grotescos
testaferros que solo les importa el dinero, porque escríbalo, mañana lo venderán
por tres lochas y se precipitarán de nuevo a lamer los pies del mejor postor.
Quizá
su formación en un cuartel influyó desmedidamente en su temperamento. Esa
incompresible educación para el mundo civil de dar y recibir órdenes de manera
obediente que fuera de las paredes de las bayonetas el mundo es la libertad de
expresar lo que pensamos sin temor a ser castigado.
Esta
es mi opinión personal, no la del coordinador de la Asociación de Columnistas,
sin embargo, no dudo que muchos o toda la casi veintena de mis colegas
suscriben lo que hoy expreso, su punto de vista como hombre de jefatura es
determinante.
Rafael
García Marvez
garciamarvez@gmail.com
@RGarciaMarvez
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