La traición,
etimológicamente hablando, es la acción contraria a la lealtad, que consiste a
su vez en renegarde un vínculo, amistad o respeto hacia una persona, un grupo
de personas o una sociedad en general, es traicionar o vulnerar la confianza depositada por el colectivo, en quien o
quienes tienen la responsabilidad de decidir en un momento determinado, sobre
temas que afectan a una persona o un
grupo de personas; hago esta aclaración de conceptos, para dejar claro quien
traiciona a quien, en el dificil momento que vivimos los venezolanos y que por lo profundo de la crisis, requiere
que sus dirigentes actuemos, con profundo sentido de responsabilidad y
desprendimiento, para poder adoptar decisiones, que trasciendan el interés
individual y grupal y darle cauce a la
llamada democracia horizontal compartida, que permita que los ciudadanos, sean
los protagonistas fundamentales, en la lucha por rescatar el poder legislativo
y ganar una mayoría determinante, que nos permita reiniciar el camino, hacia la
democracia verdadera, secuestrada hace 16 años, por los agentes del llamado
socialismo del siglo 21.
Como sabia y
proféticamente lo dijera Abraham Lincoln “Se puede engañar a algunos todo el
tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el
tiempo”; en nuestra venezuela, quienes tenemos más de dos décadas luchando
contra el chavismo o mejor dicho 23 años y 3 meses, desde el fatídico 4 de
febrero de 1992 cuando intentó el sangriento golpe de estado, seguimos
mostrando nuestra honda preocupación por lo que está pasando en nuestra patria
con la conducción opositora, porque pareciera que los jefes de algunos
partidos, o no terminan de entender el momento histórico-político que
atravesamos o simplemente no tienen en su agenda derrotar a este nefasto y
hambreador régimen, porque no hay que ser un egresado de Harvard en
politología, para asimilar, que la única manera de vencer al gobierno, es
movilizando el único capital que tenemos, la gente, los ciudadanos, las
comunidades y la también única manera de lograrlo es, no traicionándolos ni
ignorándolos, sino tomándolos en cuenta, para que ellos muestren con hechos y
acciones, su disposición y compromiso de lucha por la Venezuela democrática.
Maduro, el gobierno y
el PSUV, tienen todo el poder y los recursos; tienen la plata del estado, los
vehículos del estado, los ministerios, PDVSA, los poderes públicos, las
gobernaciones, las Alcaldías, las misiones, las neveras, lavadoras, secadoras y
los electrodomésticos chinos, pero además juegan con los tiempos y los lapsos,
porque ni siquiera la fecha de las parlamentarias han anunciado, ya que
disponen del CNE, que por cierto mansamente
la MUD pidió que tutelara las pocas primarias que convocó y mientras
todo eso ocurre, la desmotivación y desmovilización se apoderan del cuerpo de
la mayoría opositora de la nación, porque la estrategia concebida es que la
inercia política nos dará la victoria por el alto rechazo que tiene Maduro y su
gobierno; en otras ocasiones ocurrió lo mismo del rechazo al régimen y luego de
triquiñuelas y ardides macabramente montados, nos llevaron a fracasos que
pudieron ser evitados. La dirección
política debe hacerse un auto examen y una auto crítica que conlleve a la
rectificación inmediata de este repetido guión, porque de lo contrario no habrá
tiempo ni para confesarnos.
Pedro Segundo Blanco
Petersecond1@hotmail.com
PedrosegundoABP
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