Los derechos son progresivos. Este enunciado
lo hemos leído y oído muchas veces de varias fuentes, aunque casi siempre de
funcionarios gubernamentales, de algunos de sus articulistas e, incluso, en
sentencias del Tribunal Supremo de Justicia. Hemos visto como partidarios de
este desastre, que encima llaman revolución, se llenan la boca, generalmente
charlatana, diciendo que “en Venezuela los derechos son progresivos”, afirmando
casi que esa condición la creó el faro que iluminaba el destino de la humanidad
y que de aquí se extendió al resto del mundo. Al bocearlo sacan el pecho con
pretensiones intimidatorias aunque otros, no necesariamente poco numerosos, lo
hacen con el orgullo ingenuo del ignorante.
Pero esa progresividad, que supuestamente
impulsa el gobierno, no le impidió al señor Cabello imponerle a la Asamblea
Nacional, que solicitara del CNE un pronunciamiento sobre la necesidad o no de
elegir el Parlatino por votación directa y secreta, de manera de producir una
decisión contraria siguiendo instrucciones del alto Gobierno. La progresividad
de los derechos tampoco fue óbice para que la mayoría oficialista del CNE
sumisamente aprobara la exigencia de Cabello, con una nota cantinflera en la
que dicen que acatarán la decisión (¿?) de la Asamblea, la cual realmente no se
pronunció, sin importarles violar la Constitución, el articulado de sus leyes
electorales (LOPE y LOPRE), ni la dignidad institucional del Consejo, como uno
de los poderes republicanos actuales, ni de sus directivos como expresiones personales
del mismo.
No voy a profundizar sobre la importancia del
Parlatino, haya sido tomada o no en cuenta por el gobierno o por la MUD, ni
tampoco sobre el conocimiento que la gente tenga de sus funciones. En un mundo
muy interdependiente, con países muy poderosos y con pretensiones de
dominación, en momentos donde nuestra región latinoamericana ha impulsado y
dado paso a organizaciones y alianzas regionales novedosas, de las que UNASUR,
la CELAC y el ALBA son sus expresiones orgánicas, parecería importante contar
con la existencia de un órgano legislativo, que se ocupe de los inmensos
problemas que conlleva la unidad y más adelante integración de nuestras
naciones, así como de la elaboración de los soportes legales de los planes de
desarrollo regionales.
Los derechos son progresivos porque aumentan en número, en complejidad y se suman a derechos preexistentes no reduciéndose jamás. Si los venezolanos vienen votando para elegir los diputados del Parlatino desde hace 16 años y lo han hecho en varias ocasiones, tienen ese derecho y el mismo no puede ser eliminado por nadie. Si en las próximas elecciones, quienes han votado por el Parlatino no pueden hacerlo, significa que han sido despojados de ese derecho, se lo han arrebatado, así digan las necedades que digan para excusarse.
Luis
Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
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