Nunca la expresión de que “…el hampa está con el
moño suelto”, ha tenido tanta vigencia y tanta razón como en estos tiempos. Es
un asunto bien complicado y que sin lugar a dudas tiene que ver con la acción
en materia de seguridad interna del gobierno.
No es chapucería política. No es atacar al gobierno revolucionario por ese lado para abrir un boquete. De ninguna manera, sencillamente es una realidad que cada día se desborda y sobrepasa los límites de la tolerancia.
Observe
apreciado lector el caso del niño que asesinaron en Cantaura esta semana,
donde de una manera brutal, unos
delincuentes accionan contra un joven y le asesinan.
Un
caso muy parecido se dio con otro joven de trece años, en Caracas; que fue
asesinado el sábado en la mañana, mientras ayudaba a su papá en una venta de
hortalizas. Y así, son innumerables los casos donde vemos a la delincuencia
haciendo de las suyas a sabiendas que no hay reacción policial.
Si
a cualquier cristiano le roban el vehiculo, la victima denuncia y se muere el
caso allí: el carro nunca aparece. Ni siquiera hay una gestión policial para
radiar el delito, a menos que dicho vehículo sea de un funcionario de alto
nivel. Lo mismo sucede si asesinan a un inocente y lo tiran por un barranco,
pero si la víctima es diputado rojo o funcionario rojo, como Otaiza o Serra,
entonces, si hacen bulla de Maduro para abajo; de lo contrario “…olvídese del
tango, que Gardel murió”, y eso lo sabe la delincuencia.
Transitar en Caracas, por ejemplo después de las seis de la tarde es un asunto muy riesgoso, es peligroso, es osado. Las calles están oscuras, desiertas, no hay vigilancia policial ni sensación de seguridad, entonces el ciudadano se siente como en el lejano oeste y todo el mundo es sospechoso de una marramuncia delictiva. Entonces, hay que correr a su domicilio como si hubiese un toque de queda y atrincherarse con cerrojos.
Observe
también apreciado lector que la misma policía no inspira ningún respeto, en la
misma Caracas ha sido y son blancos de asaltantes para despojarles del
armamento a cualquier hora y por supuesto, les asesinan como el sacrificio de
un perro sarnoso, enfermo y desahuciado.
Entonces, uno descubre que los múltiples planes de seguridad de la revolución son un fiasco. No atinan en el problema; no disminuyen la virulenta situación delictiva y cada vez estamos más expuestos a ser víctimas de un robo, de un crimen…No vemos un alerta roja, ni naranja, ni amarilla, nada de nada, como si el problema no existe.
Tampoco
hay un trabajo de inteligencia policial que ubique a los delincuentes en sus
conchas, o en sus sitios de acción y convivencia para asestarle un golpe
permanentemente, para enseñarles que la justicia existe; para demostrarles que
la vida se respeta, para demostrarles que los valores positivos siempre ganan.
A
Maduro le lanzaron un mangazo en Barcelona, un pañalazo en Caracas, debería
cuidarse, porque ese irrespetuoso comportamiento se equipara a la ley del
revolver, a salvase quien pueda y a la toma de la justicia por nuestras propias
manos en una especie de pandemonium
Luis
Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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