Venezuela
sigue deteriorándose a pasos agigantados. Y lo más grave es que hay dos países:
Caracas y las provincias. En la capital no hay cortes de electricidad, el
desabastecimiento no es tan marcado como en las provincias. La explicación no
es solamente que el gobierno tiene temor de que bajen los cerros, sabe que lo
perjudican los informes de Embajadas y corresponsales de la prensa extranjera.
Los
enfrentamientos de los colectivos con los militares y la policía en Maracay, la
situación en fronteras con la matraca de los uniformados es descomunal, la
destrucción del abastecimiento por el bachaqueo, el cobro de peajes a los
fundos fronterizos por la guerrilla y paramilitares con la vista gorda de los
gobiernos de Colombia y Venezuela, son señas de un país inmerso en una crisis
profunda. La misma no la resuelve un nuevo gobierno sin el concurso de una
fuerza armada obediente al poder civil legal y legítimo y la ayuda de la
comunidad internacional.
Una
de las carencias de la oposición ha sido un discurso más contundente hacia los
militares. O la Fuerza Armada toma distancia de este gobierno por la vía de
retirarse a los cuarteles y a la frontera, deja las referencias inconstitucionales
al chavismo, las loas a un comandante que como legado dejó un país quebrado, o
se hará corresponsable del cobro que el pueblo y la historia le harán en lo
inmediato y después. Los militares argentinos y chilenos colaboracionistas de
los regímenes dictatoriales las están pagando caras, ellos y sus familias.
Entonces
no queda otra, a los oficiales hay que recordarles aquello de que uno acompaña
a los amigos hasta el cementerio, pero no se mete en la urna con ellos.
El Nicolato tiene el sol en la espalda. Un revés electoral en las parlamentarias o un fraude flagrante es el fin de la dictadura de Maduro. Y la real encuesta no es la de las empresas que viven de datos donde ponen a ganar unas veces al gobierno y otras a la oposición. Lo auténtico es que la mayoría sabe que Venezuela está en el suelo. Que hay más inversiones en Haití que en este país donde maestros, profesores universitarios, médicos, empleados públicos están con unos sueldos de miseria frente a una inflación que ya colocó el dólar de a trescientos por bolívar. La moneda venezolana no es recibida en casi todo el mundo. Aún hay esperanza de cambio Necesario es vencer.
No
es hora para de improvisaciones. Nadie se deja operar del corazón por un
abogado o un ingeniero. El manejo del poder requiere experiencia, ciencia
política, escuela en liderazgo, madurez de vida, conocimiento del mundo,
referencia del gobernante por el sistema internacional. Un empresario exitoso
lo puede ser en su industria, pero fracasa en el gobierno para la cual no se ha
curtido en habilidades. Por eso sigue siendo cierto que el hombre de un nuevo
gobierno con una gestión nada fácil, es Antonio Ledezma, a quien el gobierno
con su secuestro le ha regalado el escalón que le faltaba: de la cárcel al
poder.
Julio
Portillo
julioportillof@gmail.com
@julioportillof
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