En la
historiografía política, económica y sociológica que debate el origen del subdesarrollo latinoamericano ha prevalecido
una vieja y problemática hipótesis geopolítica que menoscaba la rica
realidad hidrográfica.
Esta vieja hipótesis, inspirada en cierto
determinismo geográfico (Ratzel), en la Escuela de los Anales, y en la obra de Fernand
Braudel Felipe II y el Mediterráneo, sostiene que a diferencia de
Europa, que por contar con el Mar Mediterráneo, pudo despegar del atraso y el
subdesarrollo y alcanzar altos grados de cultura y civilización (con la
exclusión del Maghreb en la margen sur del Mediterráneo), Sudamérica en la América
Latina, al carecer de un mar interior equivalente con cursos de agua que
comunicaran entre sí sus regiones más profundas, se obligaba a
implementar un transporte marítimo costero de larga distancia entre dos océanos
conectados sólo por el Cabo de Hornos primero, y más luego por el Canal de
Panamá, pero que perpetuaban sus mutuos chauvinismos.
Vale referir, sin embargo, geología histórica
mediante, que hace diez o veinte millones de años, el Amazonas desembocaba
en el Océano Pacífico, y que cuando un millón de años después emergió la
Cordillera de los Andes, se fue formando con el correr de los milenios
un inmenso mar interior que --cuando Sudamérica se separó de África-- fue
buscando su salida al Atlántico, hasta ir drenando y desecando
lentamente el enorme espacio (Cleary, 2013; Albergaria de Queiroz, 2013).
Recién millones de años después, con la llegada a América del explorador
francés La Condamine en 1735; y del naturalista alemán Alexander von
Humboldt en 1799, la utopía de integrar las cuencas hidrográficas del Orinoco,
del Amazonas y del Río de la Plata comenzó lentamente a tomar cuerpo.
Humboldt remontó el Orinoco y las bifurcaciones del Casiquiare, en la Amazonía
venezolana, y descubrió la función natural de este último (esta expedición
fue repetida dos siglos más tarde por otro alemán Klaus Reckling). En un
intento de extender sus investigaciones (Del Orinoco al
Amazonas.Viaje a las Regiones Equinocciales del nuevo continente), Humboldt envió a su socio
y colega el botánico y naturalista francés Aimée Bonpland al Paraguay,
para que explorara la integración fluvial de la cuenca del Plata y el
Alto Paraguay con el Río Amazonas, lo que se frustró por la actitud
incomprensiva del dictador José Gaspar Rodríguez de Francia (Kohlhepp, 2005).
Nuevamente, en la segunda mitad del siglo XIX,
con Pedro II (motivado por las dificultades para aprovisionar sus ejércitos
desde el Alto Paraguay en la Guerra de la Triple Alianza), los proyectos
de integración de cuencas fluviales resucitaron, promovidas desde la
década del sesenta por el Ingeniero militar brasilero Eduardo Jose de
Moraes, y consagrada en su libro A Junccao Do Amazonas AoPrata: E Estudo Sobre O
Rio Madeira (1890). La propuesta del emperador Pedro II sería
comparable con la existente en Europa, la Hidrovía Rhin-Danubio, que conecta el
Mar del Norte con el Mar Negro y la costa meridional del Cáucaso
(Georgia), iniciada por Carlomagno a fines del siglo VIII y concluida recién hace
medio siglo, en 1972; y también con la nueva hidrovía programada que parte del
Danubio cruza la Moravia y atraviesa los Balcanes hasta alcanzar el Egeo.
También, para esa época de fines del siglo
XIX--en que las compañías navieras inglesas sacaban la goma por el
Amazonas-- el cauchero peruano Fitzcarrald López descubrió el istmo o
varadero (retratado por el cineasta Werner Herzog) que comunica las cuencas de dos
ríos alto amazónicos paralelos, el río Apurimac-Ucayali y el río
Madre de Dios, confirmando la hipótesis que existen otros ríos amazónicos
pertenecientes a cuencas distintas que son perfectamente conectables
entre sí. Y a comienzos del siglo XX, en 1914 (tres años después que Hiram
Bingham descubriera Macchu Pichu), el ex presidente norteamericano Teodoro
Roosevelt (invitado por el Presidente del Brasil Hermes da Fonseca),
siguiendo las huellas del topógrafo inglés Percy Harrison Fawcett
(demarcador de la frontera entre Bolivia y Brasil) y del explorador Arnold
Savage-Landor, se integró a una expedición científica encabezada por el
explorador brasilero Candido Rondon (demarcador de la frontera entre Bolivia y
Brasil entre 1927 y 1930). La expedición partió desde Puerto Cáceres (Mato
Grosso) en el Alto Paraguay (donde Roosevelt había llegado proveniente de
Buenos Aires), luego atravesó la meseta o chapada dos Parecis (en el altiplano
o planalto del estado de Mato-Grosso del Norte), donde nacen desde
distintas serranías los ríos Aguapei, Alegre, Ji-Paraná, Xingú, Araguaia y
Juruena, buscando el río Tapirapué o de la Duda (afluente del río
Aripuaná), posteriormente bautizado Roosevelt, y desembocando en el curso bajo del
Madeira y luego en el Amazonas, epopeya en la que casi pierde la vida
(Wasserman, 2009).
Recién en la década del treinta, el ingeniero
francés Roger Courteville, alentado por la búsqueda de la ciudad perdida de
los Césares que había cultivado Fawcett (quien había desaparecido en
la selva en 1925 y en su búsqueda se habían practicado una docena de
frustradas expediciones), exploró una ruta fluvial que iba del Plata al
Amazonas más arriba --en el curso del Madeira-- que las ensayadas por
Fawcett, Savage-Landor y Rondon-Roosevelt, que va por el Río Guaporé, la
misma vía contigua con las tierras bajas del Alto Perú que el bandeirante
Antonio Raposo Tavares surcara fatigosamente en 1648, y que el Mariscal
Rondon demarcó en 1930 como límite fronterizo entre Brasil y Bolivia.
Quince
años más tarde, el geógrafo Horacio Gallart levantó la apuesta de
Courteville registrando y publicando en 1947 numerosos mapas e ilustraciones de la
misma ruta fluvial. Como consecuencia directa de estas exploraciones
hidrológicas e investigaciones cartográficas el ingeniero y político del
Radicalismo argentino Gabriel del Mazo formuló en 1948 ante el Parlamento
argentino un proyecto de resolución de integración fluvial a escala continental,y
posteriormente un libro titulado Proyecto de un Canal Sudamericano que
publicó en 1962.
Estas investigaciones alimentaron en el
bonapartismo Varguista las denuncias contra las ambiciones de Estados Unidos,
Venezuela y Argentina sobre el espacio amazónico. Paralelamente, en la
historiografia brasilera de la década del 50, hubo una gran discusión entre el
historiador portugués Jaime Cortesao y el brasileño Sergio Buarque de
Holanda sobre la tesis de la "isla Brasil", “donde se revela que los
portugueses ya en el segundo siglo de la colonización, buscaban intencionalmente definir
las fronteras de la colonia portuguesa a partir del Amazonas y la cuenca del
Plata, pues percibían que a través de esas dos entradas se llegaba al
corazón del territorio sud-americano (comunicación personal de Dora
Shellard Correa, 2015).
El representante más genuino de esta percepción fue
el bandeirante Antonio Raposo Tabares, quien viajó por más de diez mil
kilómetros por los cursos de los ríos Paraguay, Grande, Mamoré, Madeira y
Amazonas, alcanzando Belén do Pará en la desembocadura del río Amazonas.
Posteriormente, en 1967, se dio el interesante
trabajo de Paulo Mendes da Rocha,y en la década del ochenta, los hermanos
Paul y Constantino Georgescu, venezolanos de origen rumano, tras una heroica
travesía, recomendaron la misma ruta fluvial que va del Plata al Amazonas
por el Guaporé-Madeira.
Y recientemente, el geógrafo-historiador Manoel
Fernandes de Sousa Neto ha resucitado la frustrada iniciativa imperial con
su tesis doctoral publicada en 2012, Planos para o Império: os planos de
viação do Segundo Reinado (1869-1889).
En el intermezzo, a fines de la década del
cincuenta, Brasil mudó su capital de Rio de Janeiro a Brasilia (dentro de los
límites del estado brasileño de Goiás, entre Mato Grosso al occidente y Mina
Gerais al oriente), localizada en la misma zona donde tuvo su epicentro la
afamada Columna Prestes (1925-27). Esta mudanza tuvo su inspirador en el
presidente Juscelino Kubitscheck, pero pese a sus méritos
geopolíticos sumió en la indiferencia al espacio amazónico, perpetuando su partición
entre los países vecinos a la cuenca. En otras palabras, la fragmentación del
espacio latinoamericano como secuela de la Revolución de Independencia y la
formación de los nuevos estados-naciones, también fracturó el espacio
amazónico, que ya venía partido en dos, desde la Bula Inter Caetera de
1493 que lo fijaba a 100 leguas al oeste de las Azores y el Tratado de
Tordesillas de 1494 que lo establecía a 370 leguas al oeste de las Islas
del Cabo Verde. Esta fragmentación se acentuó cuando el boom del
caucho (1880-1912), que enfrentó entre sí a Bolivia y Brasil en la Guerra del
Acre (1902-1903), y más tarde opuso a Perú y Bolivia, así como a Colombia y
Perú, donde el Mariscal Rondon actuó de agente asesor en la redacción del
Tratado Velarde-Rio Branco
(1909).
Todos estos autores concluyen que mediante obras
de ingeniería hidráulica (dragado, canalización, contención de márgenes,
rectificación de meandros, extirpación de formaciones rocosas,
señalizaciones, balizados, terminales portuarias, etc.), complementadas con obras
férreas y terrestres, se podrían comunicar entre sí relevantes cuencas hídricas.
En efecto, la cuenca del Alto Paraguay y su afluente brasilero el Río
Jaurú podría llegar a interconectarse con la cuenca del Río
Guaporé. Cuando entra en Bolivia, al Guaporé los habitantes bolivianos lo conocen
como el Río Iténez, que es afluente del Mamoré. En el río Mamoré desagua
también el río Madre de Dios, que se origina en la cordillera oriental del
Perú, y este tiene en sus costas varios puertos entre ellos Puerto
Maldonado, y posee una conexión terrestre con un afluente del Alto Ucayali, que
lo lleva a Pucallpa y más abajo a Iquitos. Luego el Mamoré-Guaporé
en su curso bajo se une a su vez con el río Beni en Villa Bella, para desembocar
en el Río Madeira (un verdadero río internacional de curso sucesivo),
“donde salvando pequeños saltos de agua llamados “cachuelas” [rápidos],
con un descenso de 66 metros, a lo largo de 300 km entre Guajará-Mirim y Porto
Velho, se llega finalmente al gran río Amazonas, y circundado por una vía
férrea (Buela Lamas).
Lamentablemente, en estos saltos de agua se
están programando tres mega-represas, dos en Brasil, las de Jiraú y San
Antonio en el estado de Rondonia (Brasil), y una en Bolivia, la de
Cachuela Esperanzaen el departamento del Beni, provincia de Vaca Díez,
con fines meramente hidroeléctricos y para vender el excedente al
Brasil, que afectarían la construcción de la hidrovía. Otros ingenieros,
pertenecientes a la Iniciativa para la Integración de la
Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), que plantean proyectos semejantes,
tales como la Ferrovía Transcontinental entre Brasil y Perú, propuesta
por el gobierno Chino, son combatidos por los ambientalistas, por su
naturaleza eminentemente extractivista y no integradora.
Para Buela Lamas, la integración fluvial de
ambas cuencas podría darse entonces con un canal de doce kms en la llamada
Chapada dos Parecis al suroeste del estado de Mato Grosso del Norte
(donde desde distintas serranías nacen los ríos Aguapei, Alegre,
Ji-Paraná, Xingu, Araguaia y Juruena). Navegando el Alto Paraguay de sur a
norte uno se encuentra, en primer lugar, con la necesidad de un canal que
conecte el río Aguapey (afluente del Jaurú, que lo es a su vez del Alto
Paraguay), con el río Alegre, afluente del Guaporé. Ambos ríos nacen
en la margen norte de la misma serranía, corren en forma paralela un
largo trecho hacia el norte, pero mientras el Alegre gira hacia el oeste
desembocando en el Guaporé, antes que este se constituya en el rio
fronterizo entre Brasil y Bolivia; el Aguapey gira hacia el sudeste en forma de U
invertida y desagua en el río Jaurú (río correntoso con saltos y rápidos),
perteneciente a la cuenca afluente del Alto Paraguay(Buela Lamas).
Por intermedio de esta integración hidrográfica
pan-amazónica, las embarcaciones de cabotaje procedentes de puertos
como los de Buenos Aires, Montevideo, Rosario, Santa Fé y Corrientes,
remontando los ríos Paraná y Paraguay hasta sus afluentes occidentales en el
Mato Grosso del Norte (Brasil), podrían alcanzar el río Madeira,
afluente a su vez del Amazonas, y de esa forma llegar a Manaos, y más arriba a
Leticia en Colombia, la entonada en El Indio Amazonense por el cantor
Pablo Parménides Martínez y factura del compositor Luis García Cruz
(Luchín), y también más allá hasta Francisco de Orellana a orillas del Río Napo
(Ecuador), y hasta Iquitos, y de vuelta hasta Pucallpa, y también hasta
Saramiriza y Yurimaguas, en el Perú amazónico. Ver https://www.youtube.com/watch?v=s5y8v9JiFAI
Todo este arduo trabajo de hidrovías y de alta
ingeniería fluvial y de cabotaje generaría un enorme hinterland o
espacio interior a escala continental, que daría vida intensa a una
inmensa región por siglos postergada, que emularía la proeza ingenieril
que unió el Atlántico y el Pacífico a través del Canal de Panamá, y que
tuvo la virtud histórica de consolidar la unidad geográfico-política de los
Estados Unidos de América.
Esta integración de las cuencas hidrográficas
cumpliría el ansiado sueño de Humboldt, de Pedro II, y de Moraes, de un mar
interior surcado por múltiples hidrovías, que incrementaría el potencial
económico y demográfico de todo un sub-continente y que les otorgaría a sus pueblos
una motivación política que excedería intereses meramente nacionales,
sacaría de la insularidad y el enclaustramiento a países como Bolivia y
Paraguay, incorporaría naciones como Argentina y Uruguay al mundo amazónico a través
del Alto Paraguay, transformaría la estructura de poder de Bolivia,
Perú, Colombia, Venezuela, Guayanas y Brasil, dando más relevancia a sus
provincias amazónicas, y sustentaría con mayor fuerza la mística
unificadora de la América Latina.
Eduardo R. Saguier
saguiere@ssdnet.com.ar
@ERSaguier
Museo Roca-CONICET
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