Es el título del libro de Moisés Naim, pero
esto va más allá de un libro, se trata de una forma diferente de ver
la política que atiende al - zeilgeist - espíritu de los tiempos,
como dijo Bill Clinton: el fin del poder cambiará tu manera de leer las
noticias, tu manera de pensar en política y tu manera de mirar el
mundo.
Este libro nos coloca en el espacio de los cambios sociales
y políticos para enfrentar los retos de estos tiempos. La
lucha entre grandes actores y nuevos micro poderes, que antes no se
atrevían y que ahora desafían.
El poder absoluto vs. El poder difuminado.
Entonces, desde la monarquía absoluta, Rey
todo poderoso, que luego pasó a cohabitar con el Parlamento gracias a una
burguesía en ascenso económico y político, luego del triunfo de la corriente
liberal que expuso la democracia representativa como la máxima delegación de la
soberanía popular, pasando con la creación de
organizaciones gremiales, sindicales, hasta llegar al fortalecimiento
asociaciones civiles, vecinales y comunitarias, con su respectivo control
social e intervención en la gestión pública, de la
democracia participativa, ha pasado mucha agua bajo el puente.
Ahora bien, la democracia está considerada como el régimen político que reúne el mayor cumulo de
virtudes para que el hombre pueda vivir en paz, pero, no ha logrado
brindar calidad de vida. Este largo y ancho espacio entre democracia y
calidad de vida, que cada día pareciera más difícil de estrechar, constituye la
preocupación de estos tiempos. En efecto, este siglo comienza
con sus problemas y realidades, pero las que se relacionan con
este análisis refieren a la desconfianza ciudadana en la administración
pública, a que no basta con ganar elecciones, que hay que satisfacer las necesidades ciudadanas y la existencia de diversidad de
actores sociales que deben reconocerse en la unidad espiritual del sentido
hegeliano del yo es nosotros y nosotros el yo.
La mayoría de los países latinoamericanos
cuentan con sistemas democráticos, elecciones libres,
pluralidad…en el marco de los valores democráticos, hasta Cuba se abre. El problema
no está en la legitimidad de origen, sino, de ejercicio, en
el campo de la acción o de la inacción gubernamental.
En tal sentido,
revisar la calidad de vida de los ciudadanos, las oportunidades de
trabajo y de superación personal, el respeto a las libertades civiles
y políticas, acceso a los servicios básicos: educación, salud,
seguridad social, en definitiva en la percepción de su
satisfacción personal.
Estamos frente a la necesidad de cambiar la
forma de gobernar, de cambiar el rumbo, ya no encapsulados en las
cúpulas partidistas o las esferas de poder, sino, abiertos a la
ciudadanía.
Esto, como una necesidad de vida y no como un
discurso populista para gana elecciones, como ha sucedido en nuestro país con
el chavismo.
Debe dársele a la ciudadanía una razón lógica
con contenido que justifique la necesidad de su participación.
Se le debe imprimir el elemento necesidad: la opinión del ciudadano
es importante para la toma de decisiones dentro de la
administración pública, pero de verdad, no como: discurso.
¿Es el fin del poder? No. Es el fin de las cúpulas y de las élites cerradas, comienza una era de interacción social, de liderazgo en equipo, de participación ciudadana y de organización colectiva.
Carlota Salazar Calderón
carlotasc@gmail.com
@carlotasalazar
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"El Fin del Poder" introduce una serie de justificaciones a la necesidad impostergable de la "construcción" de una nueva cultura, política esencialmente. Una contra cultura que disuada la permanencia de unas nociones heredadas de vivencias históricas importadas de medios humanos y naturales distintos al nuestro. Una cultura propia, escrita en sangre derramada de nuestras propias heridas. Felicito a Moisés y a quienes lean y entiendan el contenido de su nuevo libro. Rafael Grooscors Caballero.
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