Las medidas sancionatorias de Obama contra
siete funcionarios del gobierno venezolano responden fundamentalmente a asuntos
de política interna de EE.UU. Congresistas republicanos como el senador Marco
Rubio y la diputada Ileana Ros-Lehtinen, han asumido posturas duras contra el
gobierno de Maduro en respuesta al acercamiento con Cuba, buscando minar el
domino del partido demócrata en el electorado latino de ese país. Con las
sanciones Obama le sale al paso a la acusación de ser blandengue e indeciso,
ampliando su margen para llevar a buen término la negociación con los Castro,
de innegable valor político e histórico para él mismo y para su partido.
Esta iniciativa se ampara en una ley que
justifica las medidas esgrimiendo la existencia de una “amenaza inusual y
extraordinaria a la seguridad de Estados Unidos”. Pero la desproporción de
colocar a Venezuela como amenaza al gigante del norte no debe despacharse con
ligereza. La percepción en ese país de que funcionarios venezolanos están
involucrados en narcotráfico, el lavado de dineros ilícitos y el financiamiento
a terroristas –delitos graves a los ojos del ciudadano común-, exige respuesta
de su presidente. Se añaden ahora las denuncias de presuntos terroristas del
Medio Oriente viajando con pasaportes venezolanos. El señalamiento de que los
sancionados están incursos en actividades que violaron derechos humanos, si
bien no constituye una amenaza a los EE.UU., introduce un elemento moral que
contribuye a legitimarla ante la opinión pública.
La respuesta de Maduro y cía. era previsible. Metidos en una crisis que empeoran adrede, utilizan la sanción de Obama como prueba -¡al fin tienen algo de qué agarrarse!- de que el responsable es el Imperio.
Las medidas no serían contra siete funcionarios, sino que se estaría
agrediendo a Venezuela. En esta representación, esbirros y gorilas salen
absueltos. En vez de abrirles una investigación, el presidente Maduro los
felicita en acto público y premia a uno
de ellos con el cargo de ministro (¡!). Junto al “chiste” de Chaderton sobre la
bala atravesando la cabeza hueca de un “escuálido”, es expresión repugnante de
la terrible degradación moral que carcome el régimen.
No obstante, el fascismo se regocija porque
dispone ahora de su propia “Playa Girón”. Esta “agresión” imperial los retrata
como heroicos defensores del “sagrado suelo patrio, mancillado por la planta
insolente del extranjero”. La cosa llega al ridículo, empero, cuando se
ejercitan movimientos de tropas y milicianos contra una “inminente” invasión de
los marines. Como dijera el general Kelly, jefe del Comando Sur de EE.UU., para
vergüenza de la “revolución”: ellos no están metidos en ningún intento de
“golpe” a Maduro porque, “¿quién querrá meterse ahí” (en Venezuela)? Pero para
los fascistas. la gloriosa gesta patriótica legitima sus crímenes contra
estudiantes y contra otros disidentes, “justificados” ahora porque quedó claro
que el enemigo siempre estuvo ahí, agazapado. Ya lo dijo Cabello: quien no esté
dispuesto a defender la patria contra esta agresión, es un traidor y debe
tratarse como tal. La aprobación de una Ley Habilitante para tomar medidas
expeditas contra amenazas externas e internas a la seguridad nacional, además
de reeditar la retórica de toda dictadura militar, busca extender un manto de
“legalidad” a las medidas represivas que nos esperan.
Sin embargo, el gobierno de Maduro en
absoluto las tiene todas consigo en esta contienda. Cierto, la Unasur le pidió
al gobierno de EE.UU. que derogase la medida pero, como señaláramos arriba, su
legitimidad no depende, para los gringos, del visto bueno de los demás países
latinoamericanos. Debe preocupar a la oligarquía en el poder descubrir que
ahora, desde el norte, tienen precisados a los integrantes más notoriamente
vinculados con ilícitos de todo tipo, y que tomarán medidas al respecto. Los
siete funcionarios medios sancionados en absoluto agotan la lista, pero haberse
limitado sólo a ellos –por ahora- manda una señal a sus jefes, socios y
cómplices, de que se cuiden porque la cosa va en serio. No es coincidencia que
estallen simultáneamente escándalos de lavado de dinero en Andorra, Madrid,
República Dominicana y Panamá, y que aparezcan acusaciones de amparo por parte
del gobierno venezolano a terroristas árabes y por su involucramiento en la
presunta negociación que absolvió a funcionarios iraníes en el crimen del AMIA,
en Argentina. Más allá de la confrontación épica que buscan escenificar con el
imperio para cosechar dividendos políticos –siempre de la boca para afuera-, el
hecho de que Obama les haya subido la apuesta coloca el asunto en un plano más
grave.
En la medida en que crezca el descontento
–porque no dejará de crecer ante la actitud suicida del gobierno de no
rectificar sus políticas- y con el resoplido que muchos gorilas y mafiosos
deben estar sintiendo sobre sus nucas al estar bajo escrutinio de un “imperio”
que ha demostrado su disposición a tomar medidas, es previsible un mayor
culipandeo interno. Junto al achicamiento del botín a causa de la caída en los
precios del petróleo, se dificulta la cohesión interna en el campo de Maduro.
Esto no significa que su gobierno se va a portar bien. Como el cuento del
alacrán y la rana, reprimir está en su naturaleza. En primer lugar, el talante
fascista de Maduro y sus militares los obliga a fabricar confrontaciones con “enemigos”
que “justifiquen” el atropello de derechos individuales y civiles. No entienden
de política otra cosa que no sea una guerra hasta el triunfo definitivo,
aplastando al que piensa distinto. En segundo lugar, y aun más importante, los
que están en el poder son beneficiarios de un sistema de expoliación basado en
controles arbitrarios que dan lugar a prácticas de extorsión y que fomentan
toda suerte de oportunidades a través de actividades especulativas, el
monopolio de las decisiones en materia económica que les permite cobrar
comisiones y expatriar dinero sucio sin rendirle cuentas a nadie, la protección
para negocios ilícitos como el narcotráfico y el acceso privilegiado a dólares
baratos, ¡un tiro al piso a la hora de meterse un billete! Esta mafia no va a
abandonar gratuitamente su botín, aun habiendo sido expuestos públicamente por
sus manejos financieros en el HSBC, el Banco Privado de Andorra y el Banco de
Madrid, su sucursal, así como en el Banco Peravia de República Dominicana. Su
angustia crece, empero, porque se le achican los espacios donde podrán gozar de
sus fortunas una vez tengan que abandonar el poder.
La bola ahora está en el campo de Maduro. El antiimperialismo retórico, como única respuesta, se les irá agotando rápidamente. Y la crisis, lejos de retroceder, se agravará gracias a él. Lamentablemente, no puede esperarse de la oligarquía militar-civil un comportamiento respetuoso de los procedimientos democráticos. Pero les va a costar cada vez más caro. Ahora que se deshilachan las costuras del oficialismo, toca a las fuerzas democráticas cohesionar sus filas en torno al fortalecimiento de la opción electoral que habrán de encarnar en los próximos comicios. Ello sólo puede construirse con base en la denuncia de la irresponsabilidad oficial en la grave situación por la que atravesamos los venezolanos y el acompañamiento en sus luchas. Sólo con una postura decidida y firme, podrá contrarrestarse la intención del fascismo de desconocer su derrota.
Humberto
García Larralde
humgarl@gmail.com
@l_humgarl
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