La denominada "Cumbre de las
Américas" que tuvo por escenario la República de Panamá que, ni con canal
ampliado será nunca: "... como el de Corinto para los griegos" según
dijera el Libertador, tan dado al ditirambo, porque los griegos de la
antigüedad eran cultores de un elevado sentido del rigor, exactamente lo
contrario de la actual realidad política UNIVERSAL. No obstante, la peor opción
siempre es callar, cuando el silencio le hace el trabajo al despotismo. Y
quienes llevamos décadas haciendo periodismo político internacional no debemos
enmudecer.
Es cierto que la guachafita, el bochinche, el
"bululú" -diríamos los caraqueños viejos- se han globalizado y la
seriedad si no se ha extinguido, al menos escasea. Y no es sólo en
latino-América, la otrora sabia Europa exhibe signos inquietantes, los Estados
Unidos no viven su mejor momento, los descendientes de los cultos Omeyas y
Abasidas han sido sustituidos por matarifes sin imaginación, verdaderos Moloch
del exterminio, al extremo de que ante el “Califato Islámico” y sus asociados,
el viejo de la Montaña Hasan Inb Sabbah que organizó y llevo el asesinato a
arte, luce como un “humanista renacentista”.
En la acera de enfrente, los fundamentalistas
sionistas sacrificaron la gloriosa figura de Isaac Rabin, la extrema derecha
francesa niega el holocausto y la española glorifica a Chávez. El cuadro es
desolador.
Las dos grandes potencias comunistas de
antaño, se debaten entre una diabólica versión, una “gigantomaquia” de las
antiguas mafias -mucho mas principistas-
de cuño siciliano: aquella "Onorata
Societá" de Bonnano o Genovese y
esta versión, groseramente delictiva, a lo Martín Scorsese, del señor Putin y
sus poderosísimos sindicatos del crimen. La razón, qué duda cabe, es una gran
virtud, pero ha sido desfigurada por los herederos del gran Deng Siao Ping,
hasta llevarla a un grado inimaginable de fría y desalmada eficacia económica,
con ellos hemos venido a descubrir la dimensión del verdadero capitalismo
salvaje... Sin atisbos de ideología alguna.
Todas estas ideas me revoloteaban en la
cabeza –ojo, no en forma de pajarito- cuando recordé con deleite un brillante
discurso de Felipe González, pronunciado en Ramala, con motivo de una reunión
de la Internacional Socialista, que habíamos celebrado en Tel Aviv y en
Palestina hace poco más de un lustro. Dijo entonces el querido y admirado
amigo, que él tenía al menos 20 ó 30 años asistiendo a reuniones de la IS y que
en cada una, le tocaba escuchar el que con mucha gracia andaluza, calificó de
“discurso circular”. Fundamentalmente el
mismo
discurso, maquillado y adaptado a cada ocasión. E inevitablemente es así, lo
trascendente de un discurso, en un foro internacional, radica más que en el
brillo o la emoción despertada en la audiencia, en los apoyos logrados para
poder expresarse en determinada forma o en los escoyos vencidos hasta llegar a
ella, el trabajo del verdadero diplomático y del verdadero político, casi nunca
se ve, se sienten sus efectos, a veces por muchas generaciones. Por ello es
difícil para muchos “políticos” de hoy, que confunden la mas honrosa y exigente
profesión de la tierra, con el marketing y el manejo mediático en general,
entender como es y cómo actúa un hombre de Estado, además estos, admitámoslo
son muy escasos. La verdad es difícil imaginar al barón de Mafliers, aquel
asceta obsedido de fe y de patriotismo, aquel padre José de París bajo su
humilde ropaje de capuchino, quien era capaz de engatusar al Papa, al emperador
del Sacro Imperio Romano Germánico, al Rey de todas las Españas, o al de
Inglaterra y servírselos en bandeja a la creación del “Siglo de Luis XIV”,
apoyando a los protestantes si era necesario, propiciando guerras sangrientas
para provecho del “cristianísimo Rey de Francia” y de su asociado el
Cardenal-Duque de Richelieu, o a Benjamín Disraeli, fisicamente débil y
enfermo, mareando a aquel toro de fuerza y astucia que fue el príncipe de
Bismark y construyendo el moderno imperialismo británico, o al príncipe de
Tayllerand-Perigord canciller del país derrotado en Waterloo, salir del
Congreso de Viena en plano de igualdad con los vencedores de Napoleón I.
Peleándose por los reflectores y los 15
minutos de fama, de los modernos medios audiovisuales.
Estas consideraciones nos llevan a entender
que el rasante del éxito –siempre relativo- suele no llevarse bien con las
apariencias del éxito. Queda muchísima tela que cortar para saber quien fue el
sastrecillo valiente que cosechó los laureles de Panamá, en Panamá –ya nos lo
ha enseñado el cine- hay sastres para todos los gustos. El juego de Obama sigue
siendo confuso, Raúl pareciera que ha sobrevalorado una simple moratoria. Queda
una sola certeza, para gloria de la revolución bonita, Maduro puso la torta,
todo lo demás es discutible…
Alfredo
Coronil Hartmann
acoronil2@gmail.com
@Alfredo43
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