Dicen
que el país se mueve, pero para dónde se mueve ¿Estará en la dirección correcta
con marchas y consignas? Esto nos lleva al círculo de locura donde los sectores
políticos están imbuidos en intereses personales y crematísticos. No hay una
justificada razón para encontrar soluciones. Es falso de toda falsedad un país
en movimiento, siguen engañando a los
venezolanos, hartos de tanta estupidez y vergüenza.
Me
duelen mis hermanos, tanto los de sangre como el resto de los venezolanos,
porque ésta es la familia que tengo, nací en esta tierra, me duele que los
jóvenes sean ajusticiados por unos barbaros entrenados para matar. Siento mucho
dolor en el alma por el nuevo pragmatismo primitivo instaurado entre nosotros.
Drenar la angustia me convierte en otra madre víctima del asesinato de un hijo
en manos criminales. Hay tantas formas de morir, se muere en la distancia, como
morir en una cama o en la calle. Crea angustia, tristeza, impotencia y no se
sacia el dolor con el llanto.
Me
duele que se confunda la ética con la maldad y las habladurías conjugadas en el
verbo joder. Los varones no se amilanan para mancillar a las hembras. El
presidente no escatima oportunidad para demostrar su brutalidad y mantener
arrodillados a sus seguidores, ciegos de verdadero amor a la patria,
embrutecidos por el poder y el dinero mal habido.
Me
duele el deambular de hombres y mujeres por las calles buscando alimentos. Hoy
no puedo sino llorar para drenar mi angustiado estado mental, erosionado por
tanta tragedia en el país. Quiero seguir como persona, ciudadana y acompañar a
mis hermanos venezolanos en la búsqueda de una salida que no sea la primitiva
de todos contra todos.
Me
duele tanto el país y molesta aquel que quiere comprar tu conciencia y modo de
vida por un centavo. Me duele la deshonestidad. Ahora mismo nos debemos colocar
la armadura de la fortaleza y emprender, de la mano de Dios, el nuevo destino
que nos tiene deparado a todos los que creen y no en él. Nada va detener un
propósito por encima de las perversiones de los que están corrompidos por la
maldad.
Me
duele salir a la calle y ver los rostros desencajados y llenos de odio. Gritar
no es suficiente, llamar a la guerra no calma la angustia, es dolor adentro,
puro y simple, en medio de la peligrosa selva de concreto, donde las personas
sensatas clamamos por el final de la tragedia venezolana. Que nadie se quede
inmóvil, debemos seguir hasta el fin de nuestros días. Pido justicia!!!!
Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
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