La economía es una ciencia social, y como tal
se funda en teorías. Pero todas las ciencias (llamémoslas como deseemos
llamarlas, sea "exactas", "humanísticas", "sociales",
etc.) se basan en teorías y doctrinas. Por lo que recusar a la economía
diciendo que los datos que brinda "no son exactos" denota nuevamente
la ignorancia más supina.
En primer lugar, la economía no proporciona
"datos" y "a partir" de estos elabora sus teorías, sino que
su tarea consiste en el procedimiento inverso: en analizar los datos de la
realidad a la luz de previas teorías ya elaboradas, lo que en praxeología se
denomina el método axiomático deductivo.
Pero lo más gracioso o curioso del caso es
que, los detractores de la praxeología tampoco nos dan datos, ni comprobables,
ni inequívocos, ni irrefutables de sus "afirmaciones" antojadizas y
hechas "al aire". Es más, no nos dan dato alguno. El quid de la
cuestión es que la verdad no se encuentra en los datos en sí mismos, sino en
las teorías bajo la óptica de las cuales esos hechos vayan a ser analizados y
estudiados. Y resulta indudable que no todas las teorías que han existido y
existen son verdaderas (lo propio cabe inferir de las teorías futuras). En
tanto unas lo son, otras no lo son en absoluto. Si dos teorías opuestas
intentan explicar un idéntico fenómeno, ambas no pueden estar en lo cierto al
mismo tiempo y en igual sentido, en tanto y en cuanto se contrapongan entre sí.
Por ello, es un error garrafal, típico del ignaro más completo, creer que la
economía funciona en base a "encuestas, censos, entrevistas", etc.
Esto es "poner el carro delante del caballo". Ya que "encuestas,
censos, entrevistas", etc. serán diferentemente interpretados a la luz de
las disímiles teorías que sustenten las personas que -en definitiva- examinen
los datos recopilados. Inclusive la selección de antecedentes estará
condicionada enteramente por las teorías de los encuestadores, entrevistadores,
etc. cuyas conclusiones contrastarán de acuerdo al distinto criterio de cada
uno.
La economía comprende todas las variables
observables en el mundo real, porque tiene un enfoque auténticamente
totalizador, ya que al partir su análisis de la acción humana, considera todas
las conductas que se derivan de este último presupuesto, y que reciben el
nombre de implicaciones lógicas de la acción. En este sentido, la economía no
es el estudio de "variables escasas" como repiten los incompetentes
en la materia (los que abundan). Ni aplica el supuesto ceteris paribus, salvo
para explicar teoremas, pero siempre asumiendo que el hipotético ceteris
paribus jamás se da en el mundo real.
Estas son las razones por las cuales los
estatistas no pueden comprender ciertas cuestiones básicas de la economía, ni
tienen las herramientas conceptuales necesarias como para conseguir interpretar
los datos de la realidad, lo que les impide intuir como funcionan ciertos
mecanismos, como el fiscal en contra de los que menos tienen.
Por tales motivos, es que los
anticapitalistas no logran entender que -en términos relativos- el pobre paga
más impuestos que el rico en nuestro sistema estatista de hoy. En principio, es
cierto que los ricos tributan cuantitativamente más impuestos que los pobres en
términos nominales, pero cuando se analiza el tema desde el punto de vista de
la economía real la cuestión cambia dando un giro de 180º, y la conclusión a la
que se arriba es exactamente la inversa. La explicación a esto último reside en
la teoría de la utilidad marginal, cuyo funcionamiento sigue siendo un misterio
para los estatistas (y eso, por supuesto, cuando alguno de ellos la oyó
nombrar, lo que no es frecuente).
Particularmente, causa cierta ternura la
"ingenuidad" de muchos anticapitalistas cuando declaran "convencidos"
que "mayores alícuotas impositivas harán que los pobres se
capaciten". Más allá que jamás definen lo que entienden por un
"pobre", uno diría que les faltaría experiencia de vida al no haberse
enterado que hay pobres que no desean capacitarse. Otra posibilidad es que, los
estatistas que aquello afirman, sean genuinamente hipócritas al desconocer la
realidad. Una tercera hipótesis es que deseen que los pobres se capaciten
"a punta de bayoneta". Si este fuera el caso, obligarlos sería hacer
lo que hizo Stalin en la URSS...trabajos forzados o...marchar al campo de
concentración.
Las mismas reflexiones caben hacer cuando
dicen que "mayores impuestos crearán más trabajo para los pobres".
También parecen omitir que hay pobres que no quieren trabajar. Máxime cuando es
política de la mayor parte de los gobiernos mundiales otorgar subsidios,
ayudas, transferencias directas, subvenciones, auxilios, planes
"sociales", etc. a personas sin empleo, lo que, al tiempo que
incentiva el ocio, desincentiva la voluntad de trabajar y, como tercer efecto,
estimula la demanda de mas y mayores subsidios y ayudas económicas, con lo cual
las filas de las personas que evitarán buscar trabajo o que dejarán de trabajar
para recibir el dinero del subsidio serán cada vez más largas y concurridas.
Pero ignorantes recalcitrantes en economía, tampoco pueden dilucidar que los
impuestos destruyen fuentes de trabajo, jamás las crean.
A lo anterior, corresponde agregar que
también prescinden que no todos los trabajos son productivos. Los hay improductivos,
y son muchos. El mercado libre de injerencias estatales es la única fuente
genuina de trabajo productivo, que lo que necesita para funcionar es que el
gobierno no lo estorbe con regulaciones, leyes, y desde luego, tampoco
impuestos.
El problema, no es sólo el dato cierto que
los impuestos van en su mayor cuantía a los bolsillos de los funcionarios,
burócratas y, sobre todo, gobernantes de turno. Ese siempre es su destino entre
un 55% a un 95% de los casos, en tanto que entre un 45% a un 5% de los
impuestos se distribuye. Aunque la parte de impuestos que efectivamente
retienen burócratas y gobernantes fuera inferior a estos porcentajes que indica
la diaria experiencia, de todas maneras los impuestos ni "crean"
riqueza, ni "generan progreso" y mucho menos "equidad". En
el mejor de los casos, producen estancamiento económico (nunca
"progreso") y en el peor profundizan la pobreza, conforme ya se ha
explicado en forma reiterada.
Gabriel
Boragina
gabriel.boragina@gmail.com
@GBoragina
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