Las políticas económicas implementadas por el
llamado Socialismo del Siglo XXI han generado el peor desabastecimiento de la
historia del país, hoy ya no se trata sólo de hacer largas colas para comprar
productos básicos, sino que además estos ya no se encuentran en ninguna parte,
y la respuesta de los responsables de crear y aplicar estas políticas
económicas -lejos de incentivar la producción nacional para ayudar a mitigar
las consecuencias de la escasez generalizada que se vive- ha sido imponer un
racionamiento absurdo que el pueblo venezolano no se merece.
La excusa de la guerra económica hoy no cala
en la sociedad que vive y padece las consecuencias de una ineficiente y mísera
gestión de la economía del país; los controles de precio y cambiarios sólo han
contribuido a la destrucción del aparato productivo interno y han incentivado
la dependencia de la importación de productos, fomentando así la creación de
mercados negros y disparando una incontrolable inflación que afecta
directamente la capacidad de compra de todos los ciudadanos. ¿Hasta cuándo el
gobierno nacional podrá seguir evitando hacer los ajustes necesarios para
corregir las malas políticas económicas implementadas hasta ahora? ¿Puede un
gobierno ser eficiente de espaldas al sector privado?
¿Dónde está la lucha contra la corrupción?
Aunque siempre habrá quien por sesgo
ideológico, por mera conveniencia política o simplemente por descaro defienda
las políticas económicas efectuadas en estos 16 años de la mal llamada
“revolución”, lo cierto es que la realidad no se puede ocultar con un aparato
propagandístico, ni con encuestas, ni con números maquillados. La corrupción
que se ha generado con la aplicación de los controles cambiarios y de precios
es evidente, Venezuela hoy no es modelo a seguir en materia de políticas
públicas, económicas y menos en la lucha contra la corrupción.
El mayor ejemplo de esto ha sido el control
de cambio creado desde el año 2003 con el objetivo de “administrar con eficacia
y transparencia, bajo criterios técnicos, el mercado cambiario nacional…” Más
de 12 años ha tenido este gobierno un monopolio absoluto en la asignación
discrecional de divisas, en los que si se han ido los dólares por caminos
verdes el responsable principal debería ser el ente rector que los asigna, pues
no ha cumplido con el objetivo para el cual fue creado. ¿Ineficiencia,
conveniencia política o corrupción?
¿Y dónde está el modelo alternativo?
Van más 16 años en los que la sociedad
venezolana ha sido gobernada por un único color, la alternabilidad dejó de ser
un principio en el modelo de “democracia participativa” que implementó el
expresidente Hugo Chávez, como consecuencia de esto el gobierno central ha sido
ejercido bajo una única visión ideológica y sin un proyecto de Estado que
prevalezca por encima de los sesgos partidistas o modelos político-económicos
desfasados.
En la acera del frente durante el mismo
periodo han desfilado una serie de líderes políticos que con sus más y sus
menos no han logrado motivar, convencer y construir una mayoría absoluta que
los lleve al gobierno ¿Por qué? Quizás porque unas veces se equivocaron en “las
formas”, otras tantas subestimaron al adversario o sus intereses individuales y
partidistas prevalecieron, lo cierto es que siempre se les ha hecho difícil
encontrar los puentes para conectarse con los ciudadanos, evaluar la realidad
del país y proponer con un mensaje concreto y sencillo un proyecto de Estado
pensado para “Toda una Nación” y no para solo una parcialidad eventual.
Aunque quizás hay muchas personas disidentes
al gobierno que difieren de esta idea, pero a nuestro entender la oferta de
líderes opositores carece de atractivo para el grueso de ciudadanos que si bien
están hartos de ser administrados por un gobierno ineficiente y corrupto,
tampoco se ven identificados con la oferta que presenta el conjunto de partidos
y movimientos políticos que se circunscriben en la “MUD”; valdría la pena que dada
la importancia del próximo evento electoral a realizarse este año (las
parlamentarias) los actores políticos mirarán más allá de sus intereses, porque
si bien todas las encuestas reflejan el paupérrimo estado en que se encuentra
la valoración de gestión del gobierno nacional, también esas mismas encuestas
dicen que la mayoría de ciudadanos venezolanos no se siente identificado con un
proyecto alternativo al fracasado socialismo del siglo XXI. En Venezuela ya
hace mucho tiempo que nos gobiernan los mismos. Hoy los políticos tradicionales
se enfrentan a una disyuntiva: cambiar su manera de pensar y el sesgo con el
que ven el país o arriesgarse a que los ciudadanos asuman sus propias riendas y
cambien de políticos.
Edder Ferreira Pérez
@EdderFerreira
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