«Cada madrugada compruebo que los enemigos de la Humanidad ignoran que ya eran difuntos desde el instante cuando se dieron la tarea de exterminarla»
La Conciencia Universal del Bien nunca será letal ni
tendrá armas pero abatirá: y, quienes la desconozcan o sitien estarán
condenados a ser denigrados como fallidos deicidas. Cierto que la desesperanza
produce estupor y parece misiva de «presagio funesto». Bajo condiciones
extremas, siempre superviviremos por cuanto lo que impera lo hace mediante
espejismos. Ahí están esas imágenes ficticias que jamás se transmutarán en
materia: pero angustian, irritan, deprimen o provocan frustración.
La Conciencia Universal del Bien es la Inteligencia
que no cesa ni suspende su reinado y complejidad en el Firmamento. Mira
severamente a los deicidas que –inmisericordes- presumen matarla con filosos
cuchillos y «escupefuegos», empero no lo hace respondiéndoles con violencia
sino anunciándoles que ellos no existen.
La Conciencia Universal del Bien es el Ser Humano
que escucha los improperios de las «desfaloladas» y «falolados» que conforman
el «Prontuariado del Mundo». Adviene en forma de clariaudiencia, prognosis o un
rostro desprovisto de telas para ocultar la Razón Suficiente. Si ella somos es
porque igual videntes y nos guarnecemos oficiándoles extremaunciones a nuestros
ofuscados deicidas.
La Conciencia Universal del Bien somos cuando, tras
advertir la fatalidad, impulsamos el salto de nuestra percepción y
discernimiento filosófico hacia la quiescencia que siempre aguardará. No
esquivará el sufrimiento, aun cuando se presentare sin ser convidado. Lo rebasa
superándose con la extirpación de sus abscesos. Es la antítesis de los actos
fallidos del Ego.
La Conciencia Universal del Bien no está en guerra
ni las emprenderá.
Conoce que esos cuya mala fe los distingue en las
comunidades están muertos arrogándose una vida poderosa y privilegiada.
Jamás nadie aventajará a la Muerte, bien recibida en
la casa de los avatares y temida por quienes la siembran. No semeja al vetusto
«Pino Bristlecone», a la «Almeja de Islandia» o la «Cinachyra Antárctica». Ella
es provecta y no le asombra la cíclica pero espumosa aparición del Látigo
Antropomórfico.
La Conciencia Universal del Bien conjura sin ser
hechicera. No es verdugo de cadalso pero tampoco boga por quien horca quiere.
Permitirá que los dolientes enciendan con la soga del ajusticiado la llama que
cremará al escindido.
Alberto Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
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