Mi abuelo era un gran
filósofo ranchero. Recuerdo que en la casona del rancho guardaba algo como un
gran tesoro: Un viejo baúl repleto de fotografías, cartas y lo que despertaba
mi curiosidad, cantidad de monedas de plata. Un buen día cuando se daba a la
apertura del preciado mueble, le pregunto ¿Qué son esas ruedas plateadas? “Es
dinero”, me responde serio. Me confundo y de nuevo pregunto. Entonces, los billetes
de 5 pesos que me das los domingos, ¿Qué son? Me mira ahora con seriedad y
responde: “Es papel que no sirve para nada”. Con mi inocencia de niño cierro el
dialogo y le digo; “entonces el domingo quiero una rueda de esas en lugar de
ese papel que no sirve para nada.”
Aun cuando mi
naturaleza me hacía cambiar mi preferencia en algo que me incitaba ya a
explorar la teoría del valor, no comprendí bien la explicación de mi abuelo
pero el evento sería algo que permanecería clavado en mi mente y, sin imaginarlo,
años después me enfrentaría a una escalofriante realidad: El papel moneda
emitido por el gobierno mexicano y todos los gobiernos del mundo, tiene tal vez
el mismo valor que el emitido por Pancho Villa durante la revolución y, ha sido
la causa de la mayoría de nuestras penurias económicas.
Aun cuando desde
tiempos inmemoriales se utilizaban diferentes artefactos como medios de
intercambio, el antecedente más dramático y cercano del que podemos echar mano,
es cuando los Aztecas acudían al mercado de la ciudad para, utilizando semillas
de cacao, adquirir miembros del cuerpo de las víctimas de sus sacrificios
humanos, las cuales luego de prepararlas, eran servidas en sus banquetes como
el plato principal. Este mismo país en el cual se daba esa horrorosa transacción,
siglos después se convertía en el centro monetario del mundo cuando los
conquistadores se dieran cuenta de que, las entrañas de la tierra reventaban de
plata.
Con el descubrimiento
de América, el de nuevas rutas hacia el oriente, finalmente con la revolución
industrial, el comercio mundial explotaba y con las prácticas mercantilistas
del viejo mundo, el oro y plata se acumulaban en los cofres de Europa. Los EU
con una primera amarga experiencia en su aventura de emitir papel moneda a
finales del siglo XVIII y, sin acceso al sistema inglés, el nuevo gobierno
buscaba el utilizar alguna moneda extranjera. Los americanos acudían entonces a
su vecino del sur todavía la Nueva España, pues era poseedora de las casas de
acuñación de plata más grandes del mundo.
La riqueza producida
en México y Perú, permitió el que las monedas españolas se convirtieran en las
más demandadas del mundo. La plata abundante de América produjo algo especial
que muy pocos historiadores mencionan; la expansión y democratización de la
riqueza. Ahora estos metales podían ser utilizados por el hombre común no solo
la realeza y, el panadero pagaba su harina con monedas de plata, el harinero
pagaba su trigo al agricultor igual. La plata reclutaba las clases bajas a un
sistema comercial abierto, creando una nueva burguesía.
Al lograr México su
independencia, el nuevo gobierno inició su propia acuñación de pesos con un
contenido más puro de plata. El nuevo peso mexicano—o dólar mexicano como se le
llegara a conocer—de inmediato se convertía en la moneda de curso legal en los
EU y así permanecería durante casi todo el siglo XIX. El prestigio de la plata
mexicana sería tal, que la llevara a ser la base monetaria de la ricas cuencas
del Pacifico y el Caribe, a pesar del manicomio político interno que, nos llevó
inclusive a perder la mitad del territorio.
Desde el siglo XVI
aparecían ya algunas señales de las intenciones de los gobiernos para expropiar
las monedas de sus ciudadanos y, en España durante sus guerras, lo hacían para
fundirlas y producir armas entregando luego a sus propietarios vales para
supuestamente después redimirlos. Pero el padre del papel moneda sería el
infamemente famoso John Law, quien provocara en Francia el primer fraude
internacional en una sofisticada pirámide usando papel moneda fraudulento que,
involucraba la colonia francesa en América; Louisiana.
La primera guerra
mundial y la revolución mexicana coincidían en fechas y en otra cosa; en darle
el tiro de gracia a la estabilidad monetaria. La primera a la del mundo, la
segunda a la de México destruyendo lo que quedaba de aquello que llegara a ser
la moneda del comercio del internacional; al dólar mexicano de plata.
Los EU en 1935
inician el proceso de abandono de la plata mediante un acto de congreso para sustituirla
con el cobre. Para estas fechas y habiendo ya librado la primera guerra
mundial, el mundo dejaba corrompido el patrón oro mediante la ilegal emisión de
papel sin respaldo. Pero sería hasta el final de la segunda guerra mundial
cuando un mundo liderado por el profeta; Keynes, paría un nuevo sistema híbrido
con los acuerdos de Bretton Woods, mediante los cuales se entregaba ese nuevo
monopolio feudal a los EU, con la burlona máscara de toda la potencia del oro
en su retaguardia y del cual inocentemente se colgaba el resto del mundo.
Los EU con su
compulsiva conducta, se daba a inundar el mundo con dólares sin respaldo para
“financiar” el nuevo comercio internacional, pero los domiciliaban lejos de sus
costas para no ahogarse de inflación….nacía el mercado de los eurodólares. Los
exportadores empachados de papel—exigían ahora su conversión en oro de las
arcas de EEUU en donde ya no existía. Nixon entonces, renegando de los
acuerdos, decide flotar el dólar para darle vida el casino más grande del mundo.
El dólar se devalúa y México se hunde en el calvario del cual todavía no
salimos.
Igualmente nacía el
enfrentamiento entre los economistas de Chicago y los austriacos. Los primeros
conocidos como monetaristas promotores de la flotación de monedas sin respaldo,
los segundos abanderados del regreso a la sanidad monetaria mediante el oro
como respaldo.
En los siguientes
veinte años el oro resbalaría de $35 la onza, hasta $400 a mediados de los años
90. Es decir, en ese periodo el valor del dólar se derrumbó a menos del 10% de
su cotización original, abriendo la puerta a los piratas de la especulación.
Hoy día el mercado diario de compra—venta de monedas, es de 2 trillones de
dólares diarios de los cuales, 20% es comercio, el resto especulación.
México necesita
evacuar este mundo de alcoholismo monetario con el cual nos han encadenado. De
todas nuestras tragedias económicas, la más grave ha sido la putrefacción de
nuestra moneda. Si México no abandona la telaraña mundial tejida con monedas
sin respaldo, esa araña va a devorar los despojos de lo que dejen nuestros
políticos.
México puede
reconstruir el panorama monetario que lo asomó a la grandeza durante el siglo
XIX cuando nuestro peso de plata era la moneda del mundo. México tiene lo más importante, tiene las
entrañas llenas de plata.
Ricardo Valenzuela
chero13704@gmail.com
@elchero
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