No cesan las protestas. Pero no
son solo los estudiantes. Es que a diario se suman las amas de casa que viven
el calvario de la escasez en uno de los países de mayores ingresos de este
continente. Pero por otros derroteros se evaporan los dólares petroleros que
dejan de alimentar la economía venezolana. Ahora cuando las noticias llegan del
fortalecimiento de economías petroleras, por cuanto la disciplina fiscal y las
disposiciones legales en identidad de propósitos de honestidad administrativa
en esas naciones que tienen relevancia en la conducta pública. En nuestra
Venezuela, se hace sentir la quiebra de
uno de los países más afortunados por la sabia natura, pero victima de la desnaturalización
de la ambición rapaz.
En la época democrática, la más humilde de las
pulperías en los lugares más distantes de la geografía nacional, era impensable
la escasez de productos esenciales de la dieta del venezolano. Así también
impensable el naufragio de la economía y la celeridad del empobrecimiento de la
población.
Ya no son esos tiempos cuando la producción
nacional era pujante y la economía en envidiable prosperidad. La prestancia de
la lucha democrática llevó a la nación por vías de envidiable empuje en
diversas actividades con la fortaleza del trabajo y el empeño notable del
fortalecimiento democrático.
Venezuela no estaba librada definitivamente de
las acechanzas de las ambiciones soterradas. En ello el cálculo manifiesto de
los fines inconfesables que prosperan al amparo de la complicidad en la artera
apropiación indebida de los fondos públicos, no perdió tiempo y el zarpazo, al
fin de cuentas, hizo de las suyas. No se
detuvo la ambición ilícita para meter los cuatro y sacar los cinco de las arcas
del tesoro nacional.
Mucho dinero en las arcas de la nación:
dólares americanos y un ingreso petrolero con precios sobre los cien
verdes/barril oro negro, enloquecía y la ambición no tuvo miramiento alguno en
el ordenamiento jurídico de la nación y la abyección dejó su huella en lo que
es, hoy día, la tesorería nacional. Ahora ni siquiera se sabe que camino
tomaron las barras de oro, otrora, celosamente resguardadas en las bóvedas del
Banco Central de Venezuela. La quiebra de la economía venezolana se pasea por
todos los mercados bursátiles del universo.
La defensa de la Patria lucha en las calles.
Ahora la fuerza inagotable de la juventud venezolana no cesa. Y es por cuanto
el amor profundo del ideal democrático se abre paso en las mujeres y los
hombres con la dignidad nacional en el alma. Así en unidad militante y activa
sin tregua en la lucha democrática con el tricolor nacional siete estrellas, se
asumen los compromisos de la Venezuela libre.
Es la patria que se abriga en la esperanza de quienes la hacen suya, la
defienden y saltan obstáculos para hacer posible el cambio que avanza en las
calles de nuestra inmensa geografía venezolana para la seguridad y prosperidad
sin tardanza.
No cesan las protestas y nada silencia las
voces de la libertad y la democracia de la Venezuela de nuestros días. Es el
llamado al compromiso con la independencia que nos legaron los libertadores.
Rafael Bello
bello.rafael@yahoo.es
@unidadylagente
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