Siempre que acudo a entrevistas o ponencias
en relación al Proyecto País Venezuela
(http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/) siempre me encuentro con
alguien que concluye que este es un proyecto de soñadores, comeflor, que al
parecer ignora o no está consciente que el país se está incendiando por los
cuatro costados y que requiere de una urgente intervención militar para acabar
con este grave estado de cosas.
Indican también que es un Proyecto bien
pensado y bien intencionado, que es lo que se debería hacer pero después del
"cambio" que debe ocurrir cuando los militares intervengan y
"salven" a Venezuela.
No dejo de asombrarme que todavía los
venezolanos en general aun sigan- y ahora les devuelvo la pelota a los amigos-,
en una posición comeflor pensando de nuevo que cualquier cosa que venga a
gobernar al país lo hará con la intención de restituir la democracia, así sin
más, sin ninguna garantía, solo porque así lo dicen, e incluso lo esperan de
buena fe, quienes insisten en esa solución.
Que lleguen unos militares “demócratas” y que
de “buena fe” nos lleven al sendero de la restitución de la democracia, con
garantía de los derechos humanos, es una de muchas posibilidades, no la única.
De hecho, ya pasamos por eso en 1998 cuando un golpista le prometió a Venezuela
un camino distinto al desplome que estábamos viviendo con una Constituyente que
solo sirvió para despejarle el camino para cambiarnos la democracia.
Siempre he partido del hecho cierto, y cada
vez más demostrado, que cualquier mala situación siempre puede ser peor. De
nuevo, los hechos tercos demostraron que si en 1998 la situación de Venezuela
era mala, ahora es horrorosa. Y de horrorosa puede pasar a ser super-horrorosa
si no nos detenemos a meditar y reflexionar en lo que estamos haciendo. Los
venezolanos culturalmente buscamos de una manera desesperada soluciones
inmediatas para nuestros problemas, desde los más cotidianos hasta los más
complejos y difíciles. De allí que este país sea el paraíso de los gestores,
los motorizados y los operativos. Queremos que las vainas se resuelvan ya...
Y no es para menos. Luego de tantos golpes,
promesas, políticos de todas las tendencias y sabores que han engañado y
saqueado este país, dejándole las migajas de un festín a un pueblo sufrido, es
claro que la población se encuentre en un estado tal de desesperación que
cualquier cosa que se le presente al frente es buena en comparación con lo que
hay. Pero en los momentos de mayor desesperación es cuando hay que detenerse a
pensar para no equivocarse más.
¿Y quiénes deben detenerse a pensar? ¿Los que
están haciendo cola para conseguir comida? ¿Los que han sido objeto de atracos
y asesinatos todos los días? ¿Los que por su condición ya están en la base de
la pirámide de Maslow intentando sobrevivir buscando alimentos? Obviamente que
no. Ellos ya dejaron de pensar. Y es allí donde quiere tenerlos el régimen,
para hacer de ellos un rebaño de ovejas no-pensantes listas para el matadero,
para ser guiadas de acuerdo a sus intereses, porque descendieron en la escala,
de habitantes a supervivientes. Y cuando se está en ese nivel de la escala es
imposible considerar a esas personas como ciudadanos porque han manipulado sus
necesidades más primitivas.
En ese estado de cosas, a quien le
corresponde la responsabilidad de pensar que hacer, y plantear posibles cursos
de acción ante la incertidumbre es al liderazgo del país (ver El lugar de la
incertidumbre en
http://ticsddhh.blogspot.com/2015/01/el-lugar-de-la-incertidumbre.html). Y
léase que deliberadamente no lo llamo liderazgo opositor, porque no existe tal
cosa en este momento. Es al liderazgo que sale de las crisis para guiar a un
pueblo a mejores destinos pero basando sus planteamientos en fundamentos y
hechos, no en creencias.
Cuando los japoneses se encontraron con un
país completamente destruido por la guerra y sin dinero, se refugiaron en sus
valores fundamentales, particularmente en su capacidad para el trabajo
disciplinado. Un archipiélago que no tenía nada que venderle a nadie porque no
contaban con materias primas, solo su manufactura. Se aferraron, como quien se
agarra de un salvavidas de técnicas para fabricación de bienes que ya existían
en occidente pero que no se usaban. Y en ese proceso creativo pudieron salir
adelante.
Tal es el caso de la utilización de los
conceptos de calidad en los procesos industriales, que fueron una moda
gerencial en los 80s en occidente, y que ya eran de uso normal en Japón desde
los 50s, cuando se formaron cientos de ingenieros con las técnicas de control
estadístico de procesos de William Deming, traducidas al japonés (ver W.E.
Deming en http://es.wikipedia.org/wiki/William_Edwards_Deming). Y desde allí
construyeron una potencia industrial nueva, capaz de competir y ganar con
quienes les doblegaron en la guerra.
Pero ese esfuerzo exigía trabajo, andar poco
a poco, pero con paso firme y sin descanso, de una manera disciplinada, con un
plan para donde ir. No pretendo aquí decir que nos convirtamos en japoneses,
pero sí indicar que no se puede pensar en una reconstrucción sin un plan en la
mano y desarrollarlo de principio a fin, de una manera consistente. Eso elimina
salidas inmediatistas, gente con soluciones mágicas, cantos de sirenas de que
esto se arreglará solo con deshacernos de estos delincuentes que nos
desgobiernan, aunque esto se incluya como prerequisito. Aquí estaremos como
Japón después de la guerra: con un país destruido y desmoralizado.
Ahora bien, ¿podrá el régimen salir de la
turbulencia económica y conseguir un respiro para llegar a unas elecciones
parlamentarias, y más aun, al 2019? Estoy seguro que la oposición oficial
estará ayudando a que eso ocurra porque en eso se les va la vida, como al
régimen, y porque son parte de lo mismo Si Chávez pudo capear el temporal del
descontento social antes del Referéndum Revocatorio y alargar el proceso hasta
llegar con las Misiones a permanecer en el poder, no me extrañaría que esta
gente este inventando algo en un sentido similar. Eso requerirá sin duda de
recursos que no tienen, pero a punta de represión y control de las necesidades
básicas de la población es posible que lo logren.
Es por eso que creemos que es insano sentarse
a esperar en una acera de manera indefinida una solución “fast track” basada
solamente en la aspiración de algunos interesados de que todo irá bien, y no
trabajar denodadamente por la manifestación del Poder Originario del pueblo,
quien debe ejercer su soberanía para ordenar un cambio de las estructuras del
poder en Venezuela, a través de una Asamblea Nacional Constituyente. En este
escenario los militares deberían actuar en obediencia al Poder Soberano del
Depositario de la Soberanía que exigiría la convocatoria al Constituyente para
poner orden y restituir la democracia perdida, y no actuando a “motu proprio”,
sin la legitimidad de un pueblo que se los ordena.
El llamado al constituyente con una propuesta
seria de ejecución acerca de cuál es ese cambio concreto que dar, como el
Proyecto País que estamos planteando, es mucho más difícil de conseguir y
requiere de ese trabajo arduo y consistente que les indiqué antes. Sin embargo
tiene la garantía de que no depende de nadie más que de nosotros mismos, que se
puede hacer en cualquier momento y ofrece un rumbo cierto por el cual transitar
para lograr ese necesario período de transición que le de estabilidad y paz al
país con una esperanza de recuperación económica y de desarrollo futuro; pero
esta vez entre todos y reconciliados, con unas Fuerzas Armadas sometidas al
poder civil. Si esto es así, bien vale la pena que lo llamen a uno comeflor junto
con nuestro Proyecto…
Luis Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
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