Uno tiene ya más de
quince años escuchando cuentos. Parece que la manera de compensar la
incapacidad de planificar e implantar soluciones a los problemas de los
venezolanos se quisiera subsanar con historietas que pretenden justificar el
peor desempeño de gobierno alguno en nuestra historia republicana.
Muchos de estos
cuentos han estado relacionados con supuestos atentados contra quienes han ocupado
la presidencia. Uno tiene que obligatoriamente preguntarse: ¿quiénes están
detrás de estos supuestos magnicidios? ¿Por qué no hay personas detenidas por
estas denuncias? Más importante aún: ¿cuál es el interés de alguien de cometer
tan atroz crimen? Y surgen preguntas adicionales: ¿por qué el resto de los
presidentes de nuestras Américas no sufren de tan grave amenaza?
Todo indica que tales
denuncias ocurren cuando hay la necesidad de cambiar los temas en la agenda
pública o cuando se quiere generar sentimientos de solidaridad con los
presidentes. En todo caso, ha funcionado como mecanismo para mantener esa
división artificial de nuestra sociedad que ha caracterizado la política
venezolana en los últimos tres lustros.
El otro macro-cuento
que se mantiene permanentemente en el discurso oficialista es el de la amenaza
de golpe de estado. Este es quizás el que genera más confusión visto el control
que el gobierno actual dice ejercer sobre el aparato militar venezolano. Tan
solo el primero de Febrero, Maduro denunció que Biden, vicepresidente de los
Estados Unidos, estaba metido en un plan para derrocarlo.
Y vienen las
preguntas: ¿Se puede dar un golpe de estado sin la participación de los
militares venezolanos? ¿Tiene Biden tanta ascendencia sobre nuestros militares
como para llevarlos a una ruptura del hilo constitucional? ¿Es acaso una
denuncia de Maduro de la existencia de una grave fractura en el seno de
nuestras fuerzas armadas? ¿Por qué otros países de las Américas no sufren de
amenazas similares?
Ante la incapacidad
de atender eficazmente la crisis económica que nos acogota y empobrece minuto a
minuto, se vuelve a apelar a la historieta de la guerra económica que llevan a
cabo los supuestos miembros de la oligarquía venezolana. Les confieso que ante
tan trillado argumento quedo más confundido.
¿Qué es lo que
tenemos en Venezuela como gobierno? ¿Es un gobierno socialista o es una
oligarquía? Porque la existencia de oligarcas lleva a pensar que ellos son los
que tienen el poder y que los oficialistas no pintan mayor cosa. La triste
realidad, sin embargo, es que la economía venezolana nunca había estado tan
intervenida por un gobierno como en este preciso momento que usted lee estas
líneas. Eso es lo que a la postre explica la magnitud del desastre que estamos
viviendo. Quienes son incapaces de mantener un hospital funcionando o de
impedir que el hampa se haya apoderado de las calles, pretenden tener éxito
manejando la industria y el comercio del país.
Para explicar la
escasez se acude a la historieta del contrabando. No voy a negar que ese haya
sido un problema de larga data en nuestro país. Pero, por eso mismo: ¿cómo es
que el contrabando produce desabastecimiento en estos momentos y no lo hacía
antes? ¿Qué ha pasado con la guerra contra el contrabando? Se entiende que si
la misma ha sido exitosa, entonces debió haber desaparecido el problema que
supuestamente generaba.
Lo cierto del caso es
que el gobierno se maneja en el éter de una propaganda insensata que lo único
que desnuda es su incapacidad para conducir el país. Se monta todo un tinglado,
una ficción, donde el gobierno
venezolano termina siendo la triste víctima de una conspiración planetaria.
Todos se han puesto en contra de un gobiernito que, a decir verdad, no le
genera dolor de cabeza alguno a ninguno de los supuestos enemigos.
En mi modesta
opinión, la inacción de este gobierno y su permanente uso de las historietas,
se debe a que no entienden el problema por el que atraviesa el país y no logran
atinar con las medidas que se deben poner en práctica para salir del
atolladero.
Antes del párrafo de
cierre, un dato: a Venezuela le entraron por concepto de petróleo entre 1999 y
2013 más del doble de dinero que el que facturamos entre 1918 y 1998. ¡Más del
doble!
A los venezolanos nos
gustaría que no nos contaran en este momento aciago, a dónde fueron a parar la
inmensa cantidad de recursos que entraron a la nación durante los últimos
quince años. ¿Qué obras de envergadura representan semejante gasto? ¿Dónde
están depositados los ahorros a los que apelaremos en la época de vacas flacas?
¿Cómo nos vamos a mantener competitivos en un mercado petrolero cada vez más
reñido? ¿Cuándo es que se van a implantar las medidas que sacarán a Venezuela
de la crisis?
¿Cuándo, quienes gobiernan, van a pedir al pueblo les excuse el
habernos hundido en tan profunda crisis en plena bonanza petrolera?
Esas son las
historias que estoy seguro a los venezolanos nos encantarían escuchar.
Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo
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