En junio de 1998 quienes dirigían el MAS (Felipe Mujica y
Leopoldo Puchi) concretaron su respaldo a la candidatura de Chávez, dejando
tirada en el camino a Irene Sáez, a
quien hasta hacía poco habían apoyado fervorosamente.
En la convención convocada a esos efectos,
Teodoro intervino para negarse a convalidar una decisión a todas luces
oportunista, pronunció entonces una frase que el tiempo avaló con creces: “Los
espero en la bajadita”.
Después de hacerse con algunos cargos,
empezaron a dividirse y surgió Podemos, luego Vamos, hasta quedar reducidos a
nada.
Abandonar el MAS, y enfrentar lo previsible,
el desastre de Chávez en el poder, lo llevó a la dirección de El Mundo, desde
donde rápidamente se convirtió en un formidable opositor, altamente irritante para
un militar irresponsable y temerario que iniciaba la destrucción del país.
Obligado a dejar la dirección de ese
periódico por presiones del gobierno, funda TalCual con el apoyo de un numeroso
grupo de amigos y el respaldo inestimable de Hans Newman. El primer editorial
es lapidario, “Hola Hugo”, su manera de decirle, aquí estoy otra vez.
Desde entonces este periódico ha sido
referencia obligada dentro y fuera del país, destacando entre sus virtudes los
insustituibles editoriales de Teodoro escritos con enjundia y macerada pluma, y
la impronta inimitable de su Alter Ego, Simón Boccanegra.
Yo, que hacia tiempo había abandonado la
militancia masista, encontré hace casi 9 años la extraordinaria ocasión de
incorporarme a un proyecto de lucha por la instauración de una verdadera
democracia enfrentando el militarismo, la pretensión totalitaria y la
imbecilidad fasciocomunista que lideraba Chávez.
Así asumí mi presencia en TalCual. Mis viajes
al interior para supervisar la circulación, me brindaron la oportunidad de
asistir a los programas de opinión en radio y tv en las principales ciudades
para difundir nuestra posición frente a los problemas nacionales, y también la
de pulsar in situ, la realidad del país.
Durante estos años he visto pasar mucha gente
por el periódico, algunas valiosas y otras francamente negativas. A pesar de la
estrechez financiera, del asedio sin fin del gobierno, de la actitud poco
solidaria del empresariado ¡salvo honorabilísimas excepciones! y un no corto
etcétera, el personal del periódico siempre respaldó el esfuerzo de Teodoro.
Este es mi último artículo en la edición
diaria del periódico, por ello quisiera recordar dos detalles de la confianza
de Teodoro y de su valoración por el esfuerzo realizado: Cuando nos mudamos a
esta sede, mi oficina quedó al lado de la suya, apenas separada por un delgado
tabique. A los pocos días le dije: Coño Teodoro, escucho absolutamente todo lo
que hablan tú y tus visitantes, creo que debemos cubrir con corcho el tabique
para evitar eso. Su respuesta fue breve: “a mí no me importa, no le pares,
déjalo así”.
De manera que fui testigo auditivo de lo
conversado con cuanta gente lo visitaba o llamaba por teléfono. Lo otro, la
dedicatoria que me estampo en su libro El Chavismo como Problema: “Para Freddy,
quien forma parte de esta historia y contribuye a hacerla”. Puedo decir con
orgullo que estuve en la Universidad de Teodoro Petkoff.
Freddy
Nuñez
freddynm6311@gmail.com
@freddynm6311
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