Las humillaciones por
las que tiene que pasar el pueblo del Táchira para llevar alimentos a sus
hogares se extiende a todo el territorio nacional. Hace un año, se oía decir a
ciudadanos venidos de otros estados que la escasez era sólo en Táchira, y
acotaban la culpa al contrabando. Subrayar que era producto del aniquilamiento
del aparato productivo, y que en breve se propagaría por todo el país, era
simplemente arar en el mar.
Las colas se han
evidenciado en el territorio venezolano, la escasez generalizada ha alcanzado
extremos perversos y por lo tanto peligrosos. En las huestes del régimen se
oyen discursos altisonantes señalando culpas en otros. Reafirman en el
oficialismo su desapego a escuchar el clamor popular y corregir los entuertos,
por el contrario, los profundizan, y para ello se valen de ser poseedores de
las armas (legales e ilegales), y se atreven a aprobar decretos para facultar a
los cuerpos represivos (legales e ilegales) a asesinar a quienes protesten. El
miedo corroe sus caras y desnuda su cobardía, tal como lo hicieron hace un año
con el asesinato de venezolanos, o los que hicieron con el mando del finado,
encarcelando a inocentes y permitiendo libertad a los culpables.
Ver las colas de
madres recién paridas para obtener la partida de nacimiento original de sus
pequeños hijos, con el fin de dirigirse a los establecimientos comerciales y
poder comprar pañales y leche, es el colmo de la humillación. El régimen
presiona al comerciante, so pena de inculparle cualquier cosa de no hacer lo
que se les exige, pasando por multas, cierres del negocio o señalamientos de
acaparador. Es la evidencia del terror padecido en el seno del sector oficial,
y por efecto, el detonante contenido “por ahora” en la sociedad.
La exigencia de la
partida de nacimiento a las madres para poder llevar alimento a sus hijos, es
abuso de autoridad. Sin embargo, los venezolanos nos hemos visto desasistidos
jurídicamente ante tales atropellos. La arbitrariedad de la minoría corrupta
enquistada en el oficialismo para seguir haciendo de las suyas, no es superior
al clamor de la mayoría de ciudadanos, quienes desean cambios en el ejercicio
del poder. En el peor de los casos es la derrota del régimen y su revolución al
pretender arrodillar al pueblo. La pregunta para los señores del régimen es
incuestionable, ¿y la partida de nacimiento de Nicolás?
Josue
Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
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