RICARDO VALENZUELA, |
El gran economista, Murray Roothbard,
dedicaba mucho tiempo y esfuerzo en su cruzada para, conscientes de la
ignorancia general de la gente en aspectos económicos, lo cual genera aún más
confusión de la ya reinante. El proponía iniciar programas de educación puesto
que, desgraciadamente, según él, aun entendiendo el motivo de su ignorancia, el
peligro estriba en que, la gente permaneciendo analfabeta en esos temas, se da
a expresar vocifere antes opiniones causando aún más confusión.
Si a esto le sumamos los nuevos conceptos de
la economía financiera que nos hablan de swaps, futuros, administración del
riesgo, tomas hostiles de empresas y hasta de finanzas nucleares; La ignorancia
crece. La mayoría no nos damos cuenta, pero vivimos inmersos en dos realidades
distintas a la vez. Nuestro cuerpo vive en el mundo real intangible sometido a
las leyes de la naturaleza, mientras nuestra mente permanece inmersa en las
ficciones abstractas con la que ha sido programada, hasta el punto de crear una
realidad paralela dominada por un conjunto de leyes y lógicas imaginarias.
Un ejemplo paradigmático de ello y que ya
hemos mencionado varias veces por resultar un ejemplo visual y didáctico, es el
del propio dinero. Un billete solo es un trozo de papel.
Si ese papel adquiere un determinado valor de
intercambio y se le considerado “dinero”, es porque nosotros, por convención
social, lo hemos decidido así. Al realizar esa maniobra de abstracción,
creamos, de la nada, una realidad multiplicada que superponemos sobre la
realidad física. En el mundo real y tangible, el billete solo es y siempre
será, un trozo de papel con bonitos dibujos y gráficos. Sin embargo, en la
realidad paralela de ficción que programa nuestras mentes, ese billete es
considerado “dinero” y en muchos casos llegaremos a matar por conseguirlo.
Más allá del típico ejemplo del billete, lo
cierto es que la economía en su totalidad se ha convertido en el ejemplo más
evidente de cómo nuestras creaciones abstractas, vacías de valor real, se han
apoderado de nuestra mente y han sometido por completo nuestras vidas.
En la economía actual, los grandes negocios
no están basados en la producción o la fabricación de productos o servicios
reales y tangibles, sino en la especulación dominada por el mundo financiero,
el sector de la economía que precisamente no produce nada tangible ni útil como
son los fondos especulativos estilo George Soros.
El entorno financiero es un mundo de fantasía
donde se crean productos imaginarios derivados de otros productos imaginarios y
gobernados por complejas leyes abstractas, que permiten ganar indecentes
cantidades de “dinero”, mediante otro ente imaginario cuyo valor solo reside en
nuestra mente.
Como vemos, la economía actual representa el
máximo exponente del onanismo abstracto en el que vivimos sumergidos los seres
humanos.
Imaginemos a un ganadero que tiene vacas
productoras de leche. Esa leche tiene un valor real y un valor abstracto
asociados. Su valor real reside en su riqueza nutritiva, en el alimento que
representa y en los beneficios físicos que nos aporta. Su valor abstracto
reside en el significado monetario que damos a cada litro de leche, algo que
solo existe dentro de nuestro psique.
Pues bien, en el mundo actual, el mayor
volumen de ganancias económicas relativo a esa leche se encuentra en los
valores abstractos derivados del valor monetario de esa leche. Una vaca produce
un litro de leche que es vendido a una empresa de productos lácteos, que a su
vez forma parte de un conglomerado económico en el campo de la alimentación.
Esa gran compañía cotiza en bolsa y el valor de sus acciones fluctúa
diariamente; una vez en bolsa, las grandes entidades financieras realizan
apuestas sobre el valor futuro de las acciones de esa empresa, comprando y
vendiendo esas estimaciones de valor futuro, que a su vez están sometidas a las
fluctuaciones de los tipos de interés sobre cuyo valor futuro se producen
nuevas apuestas y estimaciones que son compradas y vendidas, etc., etc., etc.…
Así funciona básicamente el mundo de los
derivados financieros.
Eso significa que un ganadero gana unos
míseros céntimos de dólar por un litro de su alimenticia y nutritiva leche,
pero los derivados de ese producto real y tangible, generan miles de millones
de dólares basados en abstracciones sin valor que solo existen en la mente de
los especuladores. Una realidad virtual que acaba afectando gravemente el
funcionamiento del mundo real, pues puede terminar arruinando al ganadero con
un simple clic de ratón o con un mero baile de dígitos en una pantalla de
computadora.
Un mundo ficticio donde algunas personas
ganan ingentes cantidades de dinero sin hacer nada útil ni productivo y a las
que, sin embargo, la sociedad considera unas triunfadoras. Personas y entidades
estériles que acumulan ganancias literalmente comprándose y vendiéndose dígitos
en una pantalla, ceros y unos que solo existen en el frío vientre de una
computadora.
Esto es la economía actual: una enorme orgía
de valores abstractos y convenciones imaginarias que solo existen en nuestras
mentes; el fruto lógico de la esclavitud a la que nos han sometido nuestras
propias creaciones psíquicas.
Algo que no debería ser así y que por más
vueltas que le demos, no tiene ningún sentido, por más bibliotecas que podamos
llenar explicando cómo funciona todo este complejo sistema y por más que nos
empeñemos en llamarlo “ciencia económica o ingeniería financiera”.
Porque al fin y al cabo, un ganadero produce
leche, que es algo real y tangible. La leche y sus derivados alimentan a las
personas, que son seres reales y tangibles. Incluso el estiércol de las vacas
sirve para producir abono, que es algo útil, real y tangible. Y el abono sirve
para producir vegetales, cosas reales y
tangibles, que sirven de alimento tanto a personas como a las propias vacas
productoras de carne, leche y estiércol.
Y arribando a este punto debemos
preguntarnos: ¿cómo puede ser que en nuestro mundo tenga menos valor el
estiércol de una vaca que una “opción de compra de futuros”, cuando el
estiércol tiene hondas implicaciones en nuestra supervivencia, mientras que la
“opción de compra de futuros” es un simple invento abstracto que no nos aporta
nada tangible?
Quizás ha llegado la hora de llamar a las
cosas por su nombre: la caca de vaca tiene más valor y utilidad que todo el
mundo financiero en su conjunto.
Ricardo
Valenzuela
chero@gmx.com
chero@refugioliberal.net
@elchero
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