PEDRO CORZO |
La mayoría de nosotros no conocíamos que existía una
revista satírica en Francia que se llama Charlie Hebdo. Tampoco que estaba en
problemas con el extremismo islámico por ser irreverente y hacer reír a sus
lectores.
Es de suponer que muchos ignoraban que el editor en
jefe de Charlie, Stéphane Charbonnier, Charb, estaba amenazado por los
yihadistas, lo que le llevó a expresar en una ocasión, “puede sonar un poco
pomposo pero prefiero morir de pie que vivir de rodillas.”
Charbonnier, era un hombre libre y consecuente con
ese derecho. Es de presumir que vencía sus miedos todos los días, o simplemente
la fuerza de sus convicciones rechazaban los temores.
Junto a Charb, como le decían sus amigos, cayeron
otros comunicadores, todos sabían los riesgos que corrían, pero aun así, como
tenían su visión particular de informar y divulgar su opiniones, los enfrentaron hasta las últimas
consecuencias.
Se podrá o no estar de acuerdo con el sarcasmo de
sus publicaciones, pero las leyes francesas le otorgaban ese derecho, razón de
más para condenar con toda energía el
atentado terrorista contra la publicación y sus productores, porque fue un
atentado criminal a la libertad de expresión.
Por otra parte la tragedia en Charlie ha reavivado el viejo debate de si la
libertad de prensa debe limitarse.
Hay quienes
discuten el derecho de escribir, comentar o satirizar sobre temas que
terceros pueden considerar que no deben de ser abordados, porque afectan creencias o intereses.
También cuestionan las revistas que se dedican a
inventar escándalos, hacer público temas que no están debidamente
confirmados o debaten sobre la ilegalidad
en que incurren los paparazzi cuando buscan obtener fotos intimas de
personalidades públicas.
Es cierto que todo derecho puede ponerse en
paréntesis por aquellos que se
consideran afectados por su ejercicio, pero para eso están los tribunales de justicia. Ellos son los que deben dirimir donde empieza
y termina el derecho de cada ciudadano,
no los fusiles Kalanikov o M-16.
El Compromiso de ser Charlie es muy serio y demanda
mucha fortaleza moral.
Hay que estar dispuesto a denunciar a los políticos
y autoridades corruptas. Revelar las tramas de cualquier grupo mafioso o
descubrir públicamente un complot que pueda estar preparando un grupo
terrorista.
Implica no ser políticamente correcto. Dejar de
actuar al ritmo de la mayoría, pero también de las minorías con las que se
tiene el derecho a no estar de acuerdo. Portarse en base a las convicciones. No
temer a las acusaciones, ni a las amenazas, decir lo que se piensa es ser
Charlie.
Denunciar con energía cualquier acto terrorista en el
rincón más humilde del mundo. Evocar las victimas sin distinción alguna y
denunciar los abusos y extremismo en los que pueda incurrir el propio gobierno.
El Compromiso de ser Charlie implica tener siempre
presente atentados criminales como el de las Torres Gemelas, 2001, las bombas
en los trenes de cercanía de Madrid, 2004, la masacre de la escuela de Beslan,
Rusia, 2004, los ataques al sistema de transporte público de Londres,
2005, o la matanza en la escuela de
Peshawar, Pakistán, con el resultado de 150 muertos, entre ellos 132 niños,
2014.
Hay crímenes menos trascendentales como los siete
periodistas asesinados en Honduras el año pasado y los asesinados en México.
Denunciar las amenazas a la libertad de prensa en Argentina y la falta de esas libertades
en Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, entre otros países.
Los terroristas que atacaron a Charlie, son los
pares de quienes asesinan periodistas en Honduras, decapitan a comunicadores en
Irak y Siria, o controlan los medios de prensa en cualquier país, que es otra forma de asesinar periodistas.
La mayoría de las informaciones en los periódicos,
canales de televisión, radio o en las redes sociales a las que accede el
ciudadano, no implica riesgos para quien lo comunica, pero hay informaciones
por las que el autor enfrenta grandes peligros que muy probablemente alcancen a
sus familiares.
En el periodismo
hay muchos mártires, el año pasado murieron más de 60 comunicadores por
informar lo que otros querían callar. Es una profesión que inquieta a los
poderosos y afecta seriamente a los fanáticos.
Charlie son, los corresponsales de guerra que
informan lo que acontece en una contienda bélica. Los que enfrentan el crimen
organizado y la corrupción gubernamental, aquellos que a riesgo de la libertad,
inclusive la vida, retan a los regímenes despóticos informando de todos sus
abusos y los que escriben y dicen lo que piensan sin temer las consecuencias.
La libertad en cualquiera de sus expresiones es la
principal fortuna del ser humanos, y es por
ese motivo que hay tantos depredadores trabajando a favor de
arrebatársela a quienes la disfrutan, no temerles, actuar en contra de ellos es
ser Charlie.
Pedro Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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