La crisis no tiene un año, al decir de varios
analistas, ella afloró a partir del 18 de febrero de 1983, en el Gobierno de
Luís Herrera. Se fue agravando, comenzó un proceso de destrucción del aparato
productivo nacional y se fue deteriorando la institucionalidad, incluidos los
partidos políticos, se tomaban medidas que eran peor remedio que la enfermedad,
hasta la llegada del actual régimen, que lejos de resolver algún problema,
profundizó todos los males que agobiaban a los venezolanos y creó unos nuevos.
El difunto terminó de destruir lo que aún
existía y Maduro heredó los males. Por todas partes las conversaciones entre
chavistas, plantean que el difunto presidente se equivocó al nombrar a su
sucesor. Entre los desencantados, los descontentos y muchos de quienes todavía
confían en que el modelo se salvará, le echan la culpa de lo que sucede sólo al
actual mandatario, no se percatan que éste cumple a cabalidad lo que llaman el
legado. Con el respeto de este sector del pueblo, el mal es el legado, la
diferencia estriba en que quien le toca ejecutarlo, es ineficaz, carece del
verbo para convencer y de la astucia que tenía el otro para engañar.
Desde el 2001 se vienen denunciando, año tras
año las erráticas políticas, pero la soberbia de los dueños del poder que se
creyeron también dueños de la verdad absoluta, no les permitió un mínimo de
escucha, burlando, eludiendo y descalificando toda crítica. Pues la crisis les
estalló en la cara y tienen la desvergüenza de no responsabilizarse por el
daño, ahora resulta que todos somos responsables del hundimiento del país, a
otro con ese cuento. Sean valientes para reconocer que la crisis que crearon,
en nada tiene que ver con un pueblo, que al contrario, es el que ha venido
pagando los platos rotos de este desastre.
Durante 16 años esta cúpula corrupta ha
administrado más de billón 500.000 millones de dólares producto de los más
altos ingresos petroleros y fiscales de nuestra historia, ha contado con el
control absoluto de todas las instituciones del Estado, con poderes
habilitantes de larga duración y amplio alcance y, hasta hace poco, con un gran
apoyo popular. Ningún otro gobierno en Venezuela dispuso de tanto dinero, poder
político y respaldo popular como el que tuvo este régimen. Por ello, las
mayorías no se comen el cuento de que el origen de lo que ocurre es por la
caída de los precios del petróleo. En 2014 el precio promedio del barril
petrolero fue de 90 dólares. Sin embargo, el año cerró con una inflación de
70%, el aparato productivo en recesión, más de 40% de escasez, caída de las
reservas internacionales, déficit fiscal, endeudamiento, crisis sanitaria y de
salud pública y cerca de 25.000 personas víctimas de la violencia, para rebasar
la escandalosa cifra de 200.000 asesinatos, en lo que va de régimen.
Claro que la caída de los precios petroleros
agrava la situación, pero si no fueron capaces de resolver los males del país
durante un largo período de abundancia, menos podrán hacerlo en tiempos de
escasez. Razón por la que se requiere un cambio de rumbo. Llegó la hora de unir
a la Venezuela decente, a través de instancias sectoriales y territoriales,
iniciar un gran debate en asambleas de ciudadanos, que nos conduzcan a
construir una gran fuerza que alcance el poder para restituir el Estado de
Derecho, para construir una economía sana y productiva, para mejorar las
condiciones de vida y trabajo y para lograr un país con democracia, progreso,
justicia y soberanía.
Golfredo Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, SIN SOCIALISMO, OTRA VENEZUELA ES POSIBLE, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, ELECCIONES, UNIDAD, ALTERNATIVA, DEMOCRÁTICA, CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.