“Nada va bien en un sistema político en el que las palabras contradicen a los hechos.” Napoleón.
En la semana que está por terminar hemos sido
observadores de estólidas
incoherencias distraccionistas contra la
sociedad, los empresarios, los productores, mayoristas y distribuidores de
productos de primera necesidad, por parte de una mediocre y ridícula dictadura
mediática, amén del fracasado periplo de la familia miraflorina recién
terminado. Definitivamente el chavismo y su causahabiente el madurismo, ha sido
la maquinaria más eficiente para destruir al país y a la Sociedad venezolana.
La recuperación de esa fatal plaga dejará ruinas eternas al país. Un gobierno
que tiende a atacar y reprimir es un gobierno aterrado.
Hemos presenciado la estolidez de personas con la
mediocridad incrustada en la frente y ante tanta mediocridad crece la
corrupción, los intereses mezquinos y el servilismo, no hay virtudes. En la
elite política gobernante hay individuos, que son lacras del Estado, seres que
solamente están dispuestos a gozar de los beneficios que el poder les otorga,
sin importarle el grado de mediocridad y ridiculez que deben asumir y con ello
una insoportable vaciedad discursiva, un contorsionismo dialéctico y una
pirotecnia léxica destinada a justificar lo injustificable, que confunde la
política comunicacional con la inacción del gobierno, todo con despliegue del
aventurismo de los arribistas políticos, demostrando una gran crisis orgánica
por la pérdida de la capacidad de
convocatoria y la capacidad de ejercicio del poder.
Estamos obligados a un repensamiento político,
evitemos la estupidez del maniqueísmo y la amoralidad que intenta una
desvergonzada manipulación del discurso político, es conocido
internacionalmente que nuestro país es víctima de una gigantesca estafa
política denominada “chavismo/madurismo”, para cuyos seguidores, gobernar es
ante todo traicionar.
El presidente y sus conmilitones tienen miedo de la
verdad, por eso la enmascaran con cadenas mediáticas, tratan de taparla bajo
absurdas amenazas y culpas, discursos simples, sin fuerza convincente, carentes
de sentido y de la más elemental lógica, un espectáculo bochornoso la
imposición mediática.
“La
mediocridad no es un precipicio, pero si es una pendiente”, una pendiente que
empuja y atrae hacia el ridículo y de allí al fracaso, la mediocridad no conoce
de moral, la mediocridad es un virus resistente, con ella surge el oportunismo
y la audacia para escalar los escaños y las prebendas del poder sin méritos
válidos, bajo total y abominable sumisión.
Estamos en el ocaso, eso perturba, la verdad,
produce terror, se acaba un gobierno descalabrado, sin norte ni brújula, sin
logros de ninguna naturaleza, plagado de corrupción, de asociaciones
delictuosas, de descalabro económico, incremento de la pobreza, nepotismo y
demás vicios suficientemente conocidos, sus actores deberán pagar por el daño
causado al país, decía Víctor Hugo “Ten
miedo cada vez que no digas la verdad”
Las soluciones saturadas de ideológicas mentiras y
culpas a otros, no servirán de nada. La realidad es implacable. Si queremos
tener futuro, debemps cambiar nuestra
mentalidad y desechar para siempre las estafas ideológicas.
Fernando Facchin Barreto
ffacchinb@gmail.com
@fernandofacchin
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