EUGENIO MONTORO |
Alejandro Dumas fue uno de los grandes
escritores populares franceses. Casi todos sus escritos tenían gran éxito. Sus
más conocidos son “Los tres mosqueteros” y “El Conde de Montecristo”.
, El cariño de los franceses hacia Dumas
era tan grande que eventualmente sus restos fueron exhumados y colocados en el
Panteón Nacional.
Su hijo, de igual nombre, escribió una
novela, inspirada en vivencia personal: “La dama de las Camelias”. La novela
cuenta de Margarita, una prostituta de gran lujo de París, y de Alejandro quien
se enamora perdidamente de ella. Margarita se ha ganado el sobrenombre de dama
de las camelias pues todos los días compra un ramo de esas flores. Vive en un
apartamento elegante y se viste con ricas prendas que pagan sus amantes,
usualmente Duques y Condes.
Pero el amor bueno va creciendo entre
Alejandro y Margarita y un día se refugian en un pueblito cerca de París en
donde son muy felices por varios meses.
El padre de Alejandro se entera y en privado aconseja a su hijo dejar el
asunto, pues es bochorno en la familia y que su hermana necesita verle.
Alejandro se niega y vuelve al pueblito donde le aguarda Margarita.. En
sorpresa encuentra una carta donde la chica le dice que regresa a su oficio de
cortesana y que se terminó el cuento entre ellos.
Alejandro triste y enojado vuelve a la
casa de su padre. Posteriormente se enteraría que su padre había hablado en
secreto con Margarita y le rogó que dejara a su pobre hijo tranquilo para que
fuese feliz.
Margarita estaba enferma y
eventualmente fallece.
Si alguien creía que los culebrones de
TV eran cosa moderna pues deben saber que esto lo escribió Dumas cerca de 1840
y ha inspirado muchas novelas, teatro y hasta la ópera “La Traviata”.
Y a qué viene todo este cuento se
preguntarán mis ya impacientes lectores. Pues solo se trata de lo mismo, uno en
la dama de las camelias y otro en nuestro acontecer político.
Como es claro el maluco de la novela
es el padre de Alejandro. Él supone como deben ser las cosas y manipula a los
tórtolos para que se olviden de la guachafa y hagan lo que él quiere para “que
sean felices”.
Pues igual cosa hizo Maduro en cadena
nacional. Preocupado porque la comida, ropa y peroles no alcanzan para todos
razonó sobre nuestro afán hacia el consumismo y que eso no era la felicidad.
Consumir poco si nos hacía más felices.
Si bien esta misma pendejada se la
escuchamos a Chávez vuelve con renovada música pues pocos minutos antes Maduro
se lamentaba de los bajos precios del petróleo que nos obligarán a consumir
menos.
Aceptaremos la payasada del consumismo
feliz que aparentemente Maduro conoce pero no practica, como confusión
revolucionaria. En lo que si Maduro quedó muy mal es que no dijo ni pío sobre
el reajuste cambiario y le pasó el muerto a un Ministro para que luego
informase. Posiblemente le dio repentino dolor de barriga por el miedo.
Pobre Maduro de esta no lo salvan ni
los tres mosqueteros de Dumas padre..
Viva Venezuela.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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