ENRIQUE MELÉNDE |
La verdad es que a esta gente no le da pena
seguir apelando a ese argumento de la guerra económica, supuestamente, lanzada
por la derecha reaccionaria venezolana, para justificar la precaria situación
que vivimos los venezolanos; porque si es así, entonces han sido derrotados:
las colas en las puertas de los abastos ahora se han hecho en forma más masiva
y permanente; mientras han invadido otros terrenos, como son las farmacias.
Yo recuerdo hace años; cuando se comenzaron a
manifestar los primeros síntomas del desabastecimiento, como dato a seguir, que
a uno le advertían en las farmacias que, por ejemplo, la crema de afeitar; que
era de consumo masivo, iba a desaparecer; porque se importaba de Colombia; no
iba a haber más dólares para el producto; entre tanto, la empresa fabricante en
el país se había ido con los primeros rebuznos de Chávez.
Pone usted la vista en uno de los periódicos
oficialistas, y allí se lee que en determinada región de Trujillo fue
descubierta cualquier gran cantidad de lotes de pañales, acaparados en unos
galpones de inmensas dimensiones, como para abastecer a Venezuela por un año de
este producto; siendo la empresa dueña de los galpones la única autorizada,
para importar este pañales, y a partir de allí la nota se caía en
interpretaciones acerca de lo implacable de la guerra económica; que más
parecía un editorial, que una nota periodística, y como es costumbre en la
línea noticiosa de todos estos periódicos: Vea, Correo de Orinoco, CCS.
Si algo caracteriza al imaginario del
venezolano es que tiende a exagerar las cosas demasiado; un poco eso que se
conoce como realismo mágico. Lo más probable es que aquellos galpones, repletos
de pañales, lo que contenían era el inventario de una cadena de tiendas; que su
dueño los tenía allí a punto de ser distribuido en las diversas sucursales de
su empresa; pero como este es un gobierno que es más cacique que los demás; le
picó adelante y lo acusó de ser un mafioso, en ese sentido; es decir, como
cuando el más guapo le calla la boca al más débil, achacándole una infamia. ¿No
ha llegado Maduro prometiendo que mañana se reúne con mayoristas y
distribuidores de alimentos? ¿No culpa a los empresarios de esconder la comida?
Es aquí donde uno ve que todo régimen
demagógico y de terror no deja de valerse de esta práctica; desde que se inició
en Francia bajo la dictadura de Robespierre, y entonces mercancía, que,
supuestamente, se detectaba en estas condiciones, se decomisaba, como hace este
gobierno, y luego era donada a la gente más pobre; lo cual vuelve aún mucho más
maquiavélico el asunto; porque estás ganando banderas a través de un infundio,
de una estocada contra tu prójimo, sin ningún respeto por su condición humana,
y hasta muchas veces uno piensa que el gobierno se ha compuesto, previamente,
con el supuesto acaparador, y le ha comprado de antemano dicha mercancía, antes
de armar el escenario para el show.
“Verdaderamente,
tú exageras”, le suelen decir las madres francesas a un muchacho llorón en
plena calle. ¿No peca de eso Villeguitas cuando dice que las colas están
infiltradas por gente de la oposición? Vagos que encuentra la MUD por la calle,
y entonces les paga plata, para que estén allí, y de paso adquieran los
productos, que están liquidando a precios de gallina flaca; para luego
revenderlos en los puestos de buhonería a un precio muchísimo mayor. ¿Sabrá
Villeguitas de lo que es hacer una cola? A Villeguitas todo se lo sirven. Anda
en carro con chofer. Tiene acceso a Miraflores, y entonces a sentarse a tomarse
un café con el presidente, y mientras le imparte el orden del día; cuentas que
rinden los ministros.
Pero Villeguitas se siente como si estuviera
en una cola, y que un escuálido le está calentando el oído; está acechando a la
gente para que procedan al saqueo, como acaba de ocurrir con un Bicentenario de
quién sabe qué ciudad; lo cierto es que allí no valió la fuerza del orden
público, y que fue lo que, cierto sentido, llevó al gobierno a poner a la
guardia nacional de custodia de estas colas; porque allí está contenida una
bomba de tiempo, y ya se han dado casos de violencia en las mismas; gente que
se agarra a trompadas por un paquete de harina de maíz; tiros, y que han
habido; incluso, hay el vivo de los vivos, y entonces ese no hace cola ni nada,
sino que está al acecho en la entrada del establecimiento, para al más pendejo
arrebatarle lo comprado, después de haber estado el cristiano unas dos horas en
una cola; aparte de los números que le ponen a la gente en los brazos; algo que
utilizaban los nazis para humillar a los judíos; pero para Villeguitas la cola
es una concha de ajo, y por eso es que, a su juicio, hay escuálidos haciendo
masa humana allí, para que las cosas se vean peores de lo que son.
Gente que abandona los puestos de trabajo,
para estar en la cola, y ya se da el caso de negocios vacíos; porque todo el
personal se ha ido a hacer una cola. Es decir, la cola es un fenómeno que ha
sido incitado por el temor a quedarme con las despensas vacías; de modo que si
yo veo que hay una cola, que no está muy larga, y si me dicen que la misma es para
comprar jabón de baño; así yo tenga en mi casa, yo me quedo porque abrigo el
temor de la escasez, y lo que ha tornado un círculo vicioso lo que los
economistas conocen como la microeconomía. Una vecina dice:
-Si a mi casa la allanan, allá sí van a encontrar
la comida acaparada.
Así están todos los hogares de Venezuela, y
que es lo que esta gente del gobierno no quiere ver o le resbala, mejor dicho,
porque ese es el modelo sobre el cual ellos han anidado un nivel de vida, y que
espera que uno se los arrebate, habida cuenta de que todas las instituciones
están en sus manos, y si hay que ganar, haciendo trampa, dale…
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo
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