TULIO HERNÁNDEZ |
El chavismo inventó el “medio ciudadano”, uno que tiene derechos pero no tienes deberes. Les dijo: “¿Para qué enseñarte a pescar si tengo dólares suficientes para comprarte el pescado?”. Al final lo importante no es la ciudadanía, sino la fidelidad electoral. Igualado por lo que compra, el cliente chavista convertido en limosnero no es un ciudadano, es un consumidor. Su tarjeta de crédito es el voto.
1. No era una cola cualquiera. Pero funcionaba más o
menos como todas las que se hacen al frente de tiendas en donde el gobierno
rojo, aplicando una medida que se conoce como “precio justo”, al día siguiente
obligará a los dueños a vender su mercancía muy por debajo del precio de
mercado.
El ritual ya forma parte del paisaje urbano de las
ciudades venezolanas. El gobierno anuncia una nueva toma de tienda y desde la
media noche anterior los clientes potenciales comienzan a instalarse al frente.
Como peregrinos que se pertrechan para un sacrificio religioso, centenares de
personas llegan con sábanas para cubrirse, provisiones para no pasar hambre,
iPods para entretenerse. Algunos llevan una buena dosis de alcohol y, todos,
gruesos cartones que servirán de colchones para aguardar hasta amanecer.
Pero esta cola, la que vimos formarse durante varias
semanas en la avenida Principal de Las Mercedes, tenía una particularidad.
Quienes la hacían, gentes de escasos recursos pero no en pobreza extrema,
mirada resignada y serenidad beatífica, no aguardaban como la mayoría por
bienes de línea blanca: lavadoras, secadoras, neveras, microondas. Ni por los
descomunales televisores de plasma: la joya de la corona, el trofeo mayor del
consumismo de masas instigado por los rojos.
Los peregrinos de esta cola esperaban nada más y
nada menos que los productos de una tienda Nike, una de las marcas más
emblemáticas de la economía del imperio global. Eran consumidores
especializados. Cada quien sabía qué quería: zapatos de goma, “Nike Air son los
mejores”, contaba uno de los que aguardan. “Camisas que absorben el sudor de
inmediato”, sugiere otro. “Botellas de agua con Hag Tag”, explica alguno
ratificando nuestra ignorancia del tema. “Morrales ultralivianos” y sobre todo
muchas franelas y shorts, “originales, no chimbas”, son algunos de los
implementos a bajo precio por los que los hacedores de colas aguardan noches
enteras, días y hasta semanas.
2. Todo empezó con el Dakazo. Ya se acercaba el día
de las elecciones presidenciales de 2012 y Maduro parecía no tenerlas todas
consigo. Alguien de su comando tuvo entonces una brillante idea: intervenir una
tienda de ventas masivas de electrónica, Daka se llamaba y se sigue llamando;
demostrar que recibían dólares preferenciales pero vendía a precios de dólar
libre y proceder a hacer justicia expropiando la mercancía y vendiéndolo al
“pueblo” a precios casi regalados.
Y así lograron una verdadera fiesta del consumo. Una
especie de saqueo como los del Caracazo, pero pago. A precios irrisorios. El
Estado convertido en Robin Hood le quita a quienes tienen mucho para dárselo a
los desamparados de la Tierra.
Por razones del azar, en la semana que hoy concluye,
antes de escribir estas líneas pude pasar por un lado y conversar de nuevo con
los hacedores de cola en Daka. Los cuentos son alucinantes. Cada centro de
venta se convierte en una especie de pequeño ecosistema de la corrupción. El
local está tomado por un comando de la Guardia Nacional pero igual se comercia
con los puestos y los tickets. Miembros de la Policía Nacional entran a tomar
“lo suyo” sin hacer cola ni pedir número.
3. Este es el hombre nuevo del chavismo. No canta la
Internacional pero distingue con exactitud un buen Samsung de una “chimbería”
china. No hace trabajos voluntarios los fines de semana, pero invierte
centenares de horas/hombre para adquirir un plasma. La inclusión chavista no es
a través del Estado de Bienestar. No hay sistema de salud gratuito ni reformas
estructurales -agua potable, recolección de desechos, empleo digno- para
derrotar la pobreza. La inclusión del chavismo es través del consumo vía
american way of life.
El chavismo inventó el “medio ciudadano”, uno que
tiene derechos pero no tienes deberes. Les dijo: “¿Para qué enseñarte a pescar
si tengo dólares suficientes para comprarte el pescado?”. Al final lo
importante no es la ciudadanía, sino la fidelidad electoral. Igualado por lo
que compra, el cliente chavista convertido en limosnero no es un ciudadano, es
un consumidor. Su tarjeta de crédito es el voto.
Tulio Hernández
hernandezmontenegro@cantv.net
@tulioehernandez
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