THAYS PEÑALVER |
La
verdad es que Venezuela no está preparada para afrontar 2015, que será sin duda
el peor año de su historia económica. Con la mayoría de los analistas
económicos advirtiendo, antes del derrumbe de los precios del petróleo, de una
inflación superior al 100% y una contracción gigantesca de la economía, la
irresponsabilidad financiera del gobierno ha sido de tal magnitud que duplicó
el presupuesto público en créditos adicionales. Así es que el presupuesto de 2015
es menor que lo gastado en 2014 y no prevé aumentos salariales para paliar la
inflación frente a unos pagos de deuda francamente aterradores, deudas
milmillonarias con proveedores, los pagos de los arbitrajes internacionales y
sin recursos económicos por un barril que no tiene piso real.
Mientras
las perspectivas son poco alentadoras, la revolución bolivariana se consume de
la peor manera posible, destruida de abajo hacia arriba, en una lucha del pobre
contra el pobre. El pobre que hace cola para revenderles a los otros pobres un
paquete de harina precocida o un litro de aceite a cuatro veces su valor.
Terminó como lo explicó Fidel Castro en sus memorias, con pobres “organizados”
traficando con materiales de construcción gratuitos del gobierno, vendiéndoselos
a los pobres más necesitados. Con colas de pobres dedicados al
ultracapitalismo, apelando a los prestamistas del barrio (que cobran 20%
mensual de intereses) o a sus mecanismos de acumulación de capitales (san o
bolso) para comprar televisores de 40 pulgadas subvencionados por el gobierno y
revenderlos al precio más imperialista posible. Con pobres sacando en pipetas
desde alimentos y medicinas hasta gasolina por trochas infestadas de alimañas
(humanas y animales) para ganarse unos pesos colombianos. Con un pobre pagando
el acetaminofén por pastilla al precio de una caja. Porque la verdad es que la
revolución, simplemente, terminó sacando lo peor de cada quien.
He
allí la peor verdad de todas, un sistema tan cruel que culminó en la
explotación del pobre por el pobre. Por eso lo que le viene a Maduro es la
misma realidad de Fidel y su periodo especial, la misma realidad de los chinos
o los norcoreanos. Porque hasta Kim Jong-il el nefasto líder de Corea del Norte
no solo terminó diciéndole a su gente que “el campo socialista ha fracasado”,
sino una frase aún más lapidaria: “No sirve de nada decirle a alguien con el
estómago vacío que el socialismo es bueno”.
Pero
lo esencial de todo es el drama social que se avecina, frente a una
descomposición generalizada. Un país en el que los responsables de las más de
150.000 muertes con arma de fuego son muchachitos de entre 16 y 25 años. Los
asesinos fueron nada menos que el producto de la revolución, aquellos que nunca
conocieron un pasado cuartorrepublicano y, en muchos casos, los asesinos fueron
aquellos que solo conocieron los “valores revolucionarios” y el único
presidente que han conocido se llamó Hugo Chávez.
Debieron
haber sido los supuestos receptores de la mayor inversión social en la historia
de América Latina, pero terminaron siendo cualquiera de los 2 millones de
nacidos de madre adolescente durante la revolución que nunca vieron un centavo,
o quizás cualquiera de los 100.000 nacidos de madres incluso por debajo de los
14 años (Censo INE), porque los dólares que les tocaban a esas niñas abusadas,
fueron empleados para “salvar al planeta del capitalismo”.
Frente
a esta realidad, un petróleo a 70 dólares significa que el venezolano cotizaría
en 60. Es decir, la misma cantidad de dólares que en 2009, que es casi la mitad
de los dólares de 2013 o 2014. Y si el dólar desapareció este año, las reservas
llegaron al límite de 2003 y las alertas de default se extendieron entre los
acreedores, imaginemos un país con la mitad de los dólares, destinados en su
mayoría a pagos de acreedores. Si 2014
fue el año de mayor conflictividad en las calles, hasta duplicar el número de
manifestaciones y protestas (Observatorio de Conflictividad), 2015 sin lugar a
dudas va a ser el año más duro que hayamos vivido, porque con una inflación
mayor de 100% ya, simplemente, es un asunto de bolsillos.
Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver
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