PEDRO CORZO |
A
Fidel Castro, sus partidarios, dentro y fuera de la isla, buscan presentarlo
como un hombre infalible. Un estratega consumado y un táctico invencible.
En
torno a la figura del dictador cubano, después del triunfo de la insurrección,
se tejieron muchas leyendas que procuraban proyectar el héroe que nunca fue.
El
oficialismo alimentó indirectamente la versión de que Castro había sido uno de
los protagonistas claves en los sucesos que la historia recoge como "El
Bogotazo". También difundió la farsa de que para evitar ser encarcelado,
cruzó a nado la Bahía de Nipe cuando fue arrestado junto a los expedicionarios
de Cayo Confites. La verdad según relata Carlos Franqui, fue que el capitán del
barco le facilitó un bote para que
hiciera la travesía.
Todas
las actividades desarrolladas por el caudillo cubano han sido
sobredimensionada, exceptuando su vida gansteril en la Universidad de La
Habana, y su innegable habilidad para manipular acontecimientos y personas.
Un
ejemplo de esta manipulación fue cuando unos días antes de salir de México en
una entrevista a Benjamín de la Vega, declaró que los hombres que militaban en
el Movimiento 26 de Julio, se comprometían a no aceptar ningún cargo electoral
después del triunfo insurreccional, pero que estarían vigilantes de lo que
ocurriera en Cuba.
Lamentablemente
no leer entre líneas o la mala memoria, le jugó sucio a los cubanos, porque aun
antes de llegar al poder, alertó que él y sus partidarios asumirían en el
futuro de Cuba los roles de fiscal, juez y ejecutor.
Otro
caso a tener en cuenta fue el ataque al cuartel Moncada. La operación fue
pesimamente proyectada. Hubo falta de preparación en los aspectos militares y
tampoco contaban con los recursos suficientes para alcanzar la victoria.
Por
supuesto queda considerar la posibilidad
que el caudillo solo pretendía un espectáculo que lo proyectara a nivel
nacional, sin importar las vidas de los que le acompañaron en el empeño. Las
otras vidas, las de los que no piensan como él, nunca le han afectado.
Pero
si el ataque al cuartel Moncada fue una derrota anunciada, el naufragio del
yate Granma, otro mito fundacional del
castrismo, demostró la incapacidad del liderazgo castrista, como apunta el
coronel Ramón Barquín en uno de sus libros.
La
afirmación de Barquín se sustenta en que los días de navegación fueron mal
concebidos, porque el barco debía arribar a costas cubanas el 30 de noviembre,
en coincidencia con un alzamiento en Santiago de Cuba que había organizado
Frank País, y no el 2 de diciembre, lo que afectó la gesta santiaguera.
Sobre
estos sucesos escribió Franqui a País.
En la nota decía entre otras cosas, "Armar los mismos hombres para atacar
Santiago que los que vinieron en el Granma costo infinitamente menos esfuerzos.
Los resultados militares fueron mejores y las pérdidas humanas y de armamentos
mínimas".
El
yate zarpó el 25 de noviembre. Siete días de navegación. La travesía fue
azarosa, difícil, la nave hizo aguas y los tripulantes se dieron cuenta que los
desagües de la embarcación estaban obstruido, una situación que demuestra la
incapacidad y falta de prevención de los que dirigían esa operación.
La
obstrucción fue tan severa que se vieron obligados a lanzar por la borda una
parte de los equipos bélicos que transportaban. La embarcación quedó encallada
a 150 metros de la costa, sobre un banco de fango y a dos kilómetros del puesto
militar de Niquero.
Los
expedicionarios perdieron municiones, equipos de radio y muchas armas, entre
ellas dos cañones antitanques con sus granadas. Se tuvieron que lanzar al mar
con lo estrictamente indispensable para el combate, en consecuencia, cuando
llegaron a tierra, estaban exhaustos, desmoralizados y decepcionados por las
penosas circunstancias en que se había producido el arribo.
Como
resultado de la desastrosa operación que comandó Fidel Castro, varios de los
expedicionarios perdieron la vida en los primeros días y un número importante
fue apresado y encarcelados.
Castro
montó un mito alrededor del fracaso. Partió a las montañas con una veintena de
hombres, pero declaró que le acompañaban doce, un montaje siniestro en el que
buscaba semejarse a Jesucristo y a sus doce apóstoles.
Hay
que reconocerle otra habilidad al dictador cubano. Siempre ha tenido la
destreza de encantar a quienes están dispuestos a ser seducido.
Un
ejemplo notable es la prensa que las mas de las veces ha favorecido al decano
de los dictadores del mundo. El dictador ha contado, como ningún otro
gobernante, con el respaldo de
periodistas y medios informativos que de un modo u otro y en diferentes
oportunidades, han auxiliado sus acciones o gestionado a su favor, como ha hecho en reiteradas ocasiones entre
otros medios, el New York Times, pero ese es otro contar.
Pedro
Corzo
pedroc1943@msn.com
@PedroCorzo43
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