JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY |
La navidad es
sinónimo de fe y esperanza. El 25 de diciembre es la fecha que más se conmemora
y se celebra mundialmente. Ha trascendido el aspecto religioso y se ha
convertido en un periplo festivo que comienza a prepararse a partir del mes de
noviembre y culmina el día de los Reyes Magos. Cada país tiene sus propias
particularidades y las formas de conmemoración son diversas. Quien escribe es
católico y hombre de fe, pero también con ideales democráticos y republicanos
consolidados.
El siglo XX en nuestro país siempre estuvo
inmerso en acontecimientos importantes que sucedieron y gestaron en el mes de
diciembre, cuyas resultas fueron definitorias en la historia patria.
El 19 de diciembre de 1908 se fracturó el
compadrazgo cierto entre dos hombres que produjo un cisma político que ejerció
una influencia definitiva en la forma de practicar el mando y ejercer la
política. Los 27 años de ejercicio del poder omnímodo gomecista significó la
instauración de un caudillo único nacional y la erradicación de los viejos
caudillos autónomos regionales. Gómez unificó al país desde el punto de vista
político, geográfico y militar. Cipriano Castro salió de Venezuela para no
regresar jamás y falleció en el exilio en 1924. Aunque las causas de los
acontecimientos se fraguaron en otros tiempos, fue diciembre el mes que alumbró
las transformaciones.
El 17 de diciembre de 1935 murió en su cama
Juan Vicente Gómez, luego de ejercer autocráticamente el mando en Venezuela.
Con esa muerte –algunos historiadores se atreven a decir que el siglo XX
comenzó en Venezuela en diciembre de 1935- comenzaron a gestarse diversos
hechos que se emprendieron en octubre de 1945 y terminaron en noviembre de
1948. Luego comenzó una era de más de nueve años, todos turbulentos y con
modalidades diversas que culminaron en enero de 1958.
El 15 de diciembre de 1957 Pérez Jiménez
–haciendo uso arbitrario de la Constitución Nacional, como lo hace en la
actualidad el régimen que nos desgobierna- practicó un recurso político que no
tenía rango constitucional ni legal. Convocó un plebiscito para eludir la
celebración de elecciones nacionales para elegir nuevo presidente. Como suele
suceder, quienes gobiernan piensan que tienen endosada a perpetuidad la
facultad eterna de mandar, celebraron un fraudulento proceso electoral cuyas
resultas fueron las cínicamente previstas: que la inmensa “mayoría” de los
venezolanos deseaban la continuidad del presidente, que lo aclamaban y que no
era necesario efectuar las elecciones generales establecidas en la Carta Magna
de entonces. Para ello, no necesitaron ni la intervención del inútil y espurio
Congreso Nacional, ni las interpretaciones acomodaticias por parte del más alto
Tribunal de la época.
Mientras, los venezolanos se preparaban a
conmemorar las festividades navideñas y “la procesión iba por dentro”. En
millares de mentes bullían ideas para el cambio político. Atrás quedaban nueve
años de luchas, muertos y exiliados. La Pastoral del 1° mayo de 1957 y la
huelga universitaria del 21 de noviembre habían encendido con más vigor los
deseos de cambio de gobierno. Ese 24 y 31 de diciembre los militares dignos, al
alimón con civiles resueltos, estaban gestando lo que comenzó el 1° de enero y
culminó el 23. Aquel diciembre de 1957 significó para el país el comienzo de
una serie de hechos importantísimos -entre ellos la unidad plena de la
oposición, a través de la Junta Patriótica- para el derrocamiento de la
dictadura militar y la consolidación de la democracia.
Fueron 41 años de hechos positivos y
negativos y quienes tuvieron bajo su responsabilidad la conducción de los
destinos de la república no quisieron o no pudieron darle al régimen
democrático una profundidad mayor y necesaria en el área social. Esto era
perentorio para que la consolidación real de la etapa democrática se afincara
en pilotes sociales más sólidos para hacerla perdurable.
El 5 de diciembre de 1998 significó para los
compatriotas el comienzo de una nueva etapa donde la mayoría esperaba que la
república retomara el rumbo, para ese entonces signado por corruptelas y
desigualdades sociales. Los cambios eran
necesarios efectuarlos no solamente desde el punto de vista democrático formal.
Ya que a pesar de sus imperfecciones, el sistema era susceptible de enmienda
porque el país estaba suficientemente maduro para emprender nuevas metas políticas
y sociales que eran compartidas por la mayoría. Hoy, a 16 años de aquellos
hechos, nos encontramos sumergidos en una Crisis Nacional –política, social y
económica- sin precedente alguno a punto de implosionar.
En diciembre de 2014, por primera vez en el
siglo XXI, se anuncian eventos insoslayables para solventar la crisis. La única
vía es afrontarlos por intermedio de lo establecido en la Constitución
Nacional, a través de los nuevos poderes públicos a conformar -CNE, TSJ en sus
Salas Constitucional, Electoral y Penal, Contraloría General de la República,
Fiscalía General de la República y Defensoría del Pueblo- ajustados todos de
acuerdo al espíritu, propósito y razón de la misma, para así ejercer a plenitud
todos los recursos democráticos, o dar el paso incierto hacia el abismo,
también por vía legal incruenta -con el riesgo latente y no deseado de que se
convierta en cruenta- para restaurar la vigencia plena de la Carta Magna, a
tenor de lo establecido en el artículo 350 constitucional como camino también
legítimo y democrático.
Si las previsiones establecidas en la
Constitución se cumplen -solo así, de esta y única manera- tendremos un Poder
Legislativo a elegir con rango de incuestionable legitimidad, adquirida al
igual de todos los demás Poderes Públicos que deben ser necesariamente
relegitimados en lo que queda de diciembre, o más tardar en enero para que sus
atribuciones sean ejercidas a cabalidad como garantes del pleno estado de
derecho.
¡Libertad para todos
los presos políticos en esta Navidad!
¡No a la
participación de la oposición en las elecciones parlamentarias, con primarias o
sin ellas, si los poderes públicos nacionales siguen conformados de igual
manera a lo actual!
José Rafael Avendaño Timaury
cheye@cantv.net
@CheyeJR
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