JOSÉ LEOPOLDO DECAMILLI |
La tozudez de estos fraternos foragidos ha conseguido domeñar la voluntad de la más poderosa nación de la
tierra y ha asegurado así por tiempo indefinido -hasta que la Providencia diga
basta- el goce de los priovilegios de la casta gobernante, corrupta hasta la
médula.
El pragmatismo es una
orientación ideológica incompatible con los principios de una moral racional.
Por desgracia la política norteamericana
ha estado guiada frecuentemente
-gracias a Dios no siempre- por
las rastreras recetas del opotunismo pragmatista. Durante decenios mantuvo
relaciones regulares con países
hispanoamericanos gobernados por abyectas dictaduras. Y, consecuentemente,
cuando rompió relaciones con el régimen
cubano no lo hizo por su orientación dictatorial o por los crímenes de la revolución
triunfante, sino porque él afectaba sus intereses económicos. Dicho sea de
paso, el embargo económico que dispuso Kennedy en octubre de 1960 y febrero de
1962 tiene muy poco que ver con la ruina económica y social de Cuba – como contrariamente lo
repiten los representantes del regimen
cubano- ya que eso no le impedía
comerciar libremente con el resto del mundo.
Obama es un típico representante
de esta mentalidad pragmatista. La divisa política con la que advino al
poder y que tanta esperanza despertó en
Norteamérica y en el mundo -!Podemos!-
se convirtió al poco tiempo en un bailoteo de ritmo indefinido e inseguro.
?Qué le impulsó realmente a normalizar sus relaciones diplomáticas
con Cuba? Un factor importante pudo
haber sido la constante presión de la
comunidad europea e hispanoamericana, las
que – a pesar de los claros principios de la Carta de las Naciones
Unidas y de la Organización de Estados Americanos (OEA)- han intensificado en los últimos tiempos sus contactos con el
régimen totalitario cubano. Abrigan al parecer la esperanza de que con estos besuqueos Cuba abandone progresivamente
su intransigente posición. Una ilusión, como lo prueban los ejemplos de China y de
Vietnam
El gobierno cubano no se movido en lo más mínimo. El tinglado represivo
se mantiene íntegramente. Sigue persiguiendo y encarcelando a los que
osan pronunmuciar la palabra libertad.
La brutal represión no se detiene ahora
ni siquiera frente a las madres y esposas de los presos políticos. Si los avances de
los países libres son acogidos con beneplácito es porque la insaciable
voracidad del régimen husmea la esposibilidad de que a través de ellos lleguen
mayores y más jugosas ayudas, para sustituir los obsequios del menguante
gobierno venezolano.
En realidad los hermanos
Castro, al igual que los extintos
dictadores Hitler y Stalin, sienten desdén
por las genuflexiones de los políticos occidentales.
La máxima autoridad moral de la Iglesia Católica, el Papa
Francisco, ha alentado la presente evolución de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Es lamentable. No se puede dar
un beso de paz a quienes siguen
regodeándose -sin remordimiento- con el sufrimiento de todo un pueblo.
Jose Leopoldo Decamilli
joledecamilli@gmail.com
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